11 de octubre de 2024

Críticas: Kamikaze

"KAMIKAZE"

From Russia with love.

El debutante en el mundo del largometraje Alex Pina, co-creador entre otras de series como El Barco o Los Serrano, propone para su ópera prima mostrar que aquello que hemos oído tantas veces de que a un grupo de españoles se les reconoce enseguida fuera de España por el ruido que hacen, es en ocasiones una cruel verdad. Si en otra de las películas que se estrenan estos días, 2 francos, 40 pesetas, el grupo ruidoso de españoles recaía en la tranquila Suiza, en Kamikaze la acción se traslada a los fríos parajes de los alrededores de Moscú donde varias personas se quedan atrapadas durante cinco días debido a las condiciones meteorológicas, haciendo especial énfasis en los españoles que allí se encuentran (y en los argentinos, no nos olvidemos).

Partiendo de la base de la decisión de Slatan, un ciudadano de una república báltica castigada por el poder ruso, de servir como terrorista kamikaze que en nombre de su pueblo pretende inmolarse al despegar un avión que viaja desde Moscú hasta Madrid, y de que la fatal circunstancia de una gran nevada le obligue a esperar en un hotel aislado junto a los viajeros de ese mismo avión, Alex Pina reúne a un variopinto grupo de personajes para crear una película coral a medio camino entre el drama y la comedia.

"KAMIKAZE"

Ya desde la primera escena, en la que la preparación de un acto terrorista se ve interrumpida por una especie de sketch en el que los propios asesinos proponen bajar a cambiar al chino para tener una moneda con la que decidir quién se inmola, Pina muestra las cartas con las que va a jugar en la película que no son otras que las de crear comedia a partir de los conflictos dramáticos que se sucedan. Y funciona mientras como espectadores sabemos el alcance de la tragedia que se cierne sobre los personajes al mismo tiempo que se nos va presentando uno a uno a los mismos: Una pareja de recién casados, entusiasta como nadie él, controladora y desquiciada ella, que viajan con destino al Caribe para su luna de miel; una madre que vuelve a su país con sus dos hijos dejando atrás una vida llena de obstáculos; un viajante argentino que vende zapatos de mujer por todo el mundo que él mismo calza sin ningún pudor; y una chica con tendencias suicidas a la que acaba de dejar su novio en pleno aeropuerto. Personajes todos ellos que ofrecen una buena dosis de humor individualmente, pero que cuando empiezan a formar parte del todo que es el grupo en el que se encuentran metidos y se colocan en tesituras más dramáticas, acaban desdibujándose y la película cae en una serie de tópicos que no se salvan ni con los momentos más cómicos de la misma.

Porque si de algo peca en exceso el guión de Kamikaze es de una previsibilidad en todas y cada una de las acciones que se suceden en la película. Un guión en absoluto arriesgado que nos lleva de la mano hacia la redención de un asesino mediante la convivencia y el conocimiento de sus compañeros de espera durante los 5 días que dura y en el que sabemos desde el principio las parejas que se van a formar (porque en todas las películas de este calibre tienen que formarse parejas sí o sí). La cuestión es que no se trata tanto de saber que estamos ante una película de corte clásico lleno de situaciones y lugares comunes, sino que esas situaciones no terminan de tener coherencia en lo dramático pero al mismo tiempo sobrepasan la irracionalidad de lo cómico. Ofrece además un toque excesivamente moralista y aleccionador sobre la capacidad del ser humano para redimirse en cualquier aspecto negativo de su personalidad, tratando por encima de todo de humanizar desde el principio a esa persona fría y reservada pero con buen corazón que es el terrorista. Por mucho que asistamos a la preparación de la bomba y al nerviosismo de Slatan, en ningún momento le vemos como la amenaza que se supone que es, y esto no sería ningún problema si no presentara la cuestión del terrorismo de una forma tan pretendidamente seria.

"KAMIKAZE"

Kamikaze funcionaría mucho mejor si Pina hubiese optado por realizar una comedia más abierta y alocada en lugar de centrarla en aligerar el drama, aunque no deja de ser una película entretenida y meritoria sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de la primera incursión en el cine del director. Ayuda también el contar con un reparto de caras muy conocidas en el que, a pesar de desaprovechar bastante la presencia de Héctor Alterio o la capacidad para la comedia de Carmen Machi y de Eduardo Blanco, destacan sobre todo la vis cómica de Leticia Dolera y la gran actuación de su protagonista Alex García, siendo este último lo mejor de una película que entre la sensiblería y el enredo no sabe bien por donde tirar.

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