28 de marzo de 2024

Críticas: Al filo del mañana

Al filo del mañana - PORTADA

Tom Cruise salva al mundo y se queda con la chica, Toma 53… y… ¡Acción!

¡Horror, Tom Cruise salva al mundo y se queda con la chica… otra vez! Y ‘esta vez’ tiene vidas infinitas. Ergo, ¿infinito horror? Algunos nos sentimos como William Cage, atrapados en ese eterno bucle de estrenos del que solamente podemos escapar viviendo, muriendo y repitiéndonos… tanto como otros se calcan. El mismo soniquete: vida, muerte y repetición… una y otra vez. El año pasado fuimos testigos de la anterior réplica gracias a Oblivion, película generadora sempiterna de textos desafortunados designados por la zarpa de una facción ¿radical? de la crítica hiperbólica que la reivindicó como mejor obra de ciencia ficción del Siglo XXI… para olvidarla ¿hipócritamente? en sus tops de lo más destacado del año. Así es la vida del hype y también de la realidad de Cruise, que vive atrapado en ese bucle de repetición, buscando ser el héroe que salve al mundo (y se quede con la chica) y, al mismo tiempo, encontrar un éxito en taquilla que le aparte de la sombra de Ethan Hunt. Noche y día, la ya comentada Oblivion o Jack Reacher se quedaron ‘cortas’ en el boxoffice y da la impresión de que Cruise no puede ‘desertar’ de su personaje dentro del universo de ‘Misión imposible’. Me interesa, por lo tanto, la lectura que sugiere Al filo del mañana, con un héroe que reniega de su propia condición y condenado a la réplica de ese ciclo de vivir, morir y repetirse.

Al filo del mañana - Brendan Gleeson

Poco importa que la cinta de Doug Liman adapte (muy libremente) una novela gráfica de Hiroshi Sakurazaka que data de 2004 (‘All You Need Is Kill’, editada en España por Norma) porque Al filo del mañana ha quedado atrapada junto a su protagonista en ese bucle que establecen sus infinitas referencias bajo la arquitectura de un funcional entretenimiento, simplificado a todos sus esquemas de ese gran sumatorio de dependencias cinematográficas: la trilogía de Matrix, el mítico ‘Día de la Marmota’ de Atrapado en el tiempo, El efecto mariposa, Código Fuente, Starship Troopers e incluso pudiéramos entender todo el arco argumental como una depuración mucho más atractiva de Next de Lee Tamahori. La gracia no está en repetirse sino en sobrevivir y la obra de Liman se agarra a la diversión implícita dentro de sus propias articulaciones, a la espectacularidad marcada por el drama bélico postapocalíptico y muy acertadamente al humor como redención y lectura irónica interna. Llegamos al resorte argumental y campo de batalla como nuevo lienzo en blanco para perfilar la propia película y reformularse a convicción y necesidad ante una audiencia que necesita un cambio. Una audiencia que yace en sus butacas cansada de la fórmula y duplicación del mainstream, de moldes marcados e imprimidos en fábricas fílmicas que han transformado el cine un producto de masas. La narrativa se ha plegado a la modificación simplemente de la posición de la cámara para filmar la misma secuencia y guión que ya se filmó ayer. Estamos atrapados, al igual que la ciencia ficción, en una vital y apocalíptica y eterna guerra basada en la repetición y mera supervivencia, en renovarse falsamente en el tiempo como perfeccionamiento ante una regeneración establecida en la copia. Al filo del mañana se apropia incluso de dicha línea de lectura a sus intereses narrativos siendo su vuelta de tuerca ver a Tom Cruise (¿confirmada familia extranjera de Jordi Hurtado?) atrapado en ‘una película de Tom Cruise’: el héroe tendrá que salvar al mundo y quedarse con la chica obligado por su destino y el propio tiempo retenido, obligado ya por esa propia audiencia encadenada en el mismo bucle que espera lo mismo.

Al filo del mañana - Tom Cruise

La película en ese aspecto se consolida dentro de sus márgenes de honestidad al lidiar con un antihéroe y cobarde, William Cage, que simplemente se ha servido de su encanto ante las cámaras para manipular y beneficiarse del ejército como un relaciones públicas que magnetice a millares de voluntarios dentro de esa guerra sin aparente retorno. La premisa precisamente ubica a ese traidor en la primera línea del frente ante la maniobra del General Brigham (Brendan Gleeson) y los mecanismos son ante todo cómicos, como si la sensación general fuera que la cinta de Liman desea utilizar una máscara de diversión y parodia involuntaria como atracción ante ese otro enemigo que yace en las sombras del cine y sentado en los asientos. Poco importa que la humanidad esté en peligro y siendo ‘flagelada’ por una invasión alienígena que ha arrasado toda Europa menos Reino Unido y España que, al parecer, ha recibido ayuda de Brasil y aceptado con los brazos abiertos a los franceses. Sí, es ciencia ficción. Nos sumergiremos en ese renacer de la identidad del héroe y la bidimensionalidad y secretismo de sus personajes, repasaremos la batalla de Normandía de Salvar al soldado Ryan con esos soldados, mitad hombres y mitad máquinas gracias a un exoesqueleto, contra un ejército de ‘Pulpos Paul’ con nombres de ácidos grasos que robaron el vestuario de los Centinelas de los Wachowski.

Al filo del mañana - Emily Blunt

¿Comienza el videojuego? Sí, y con vidas infinitas… porque da lo mismo que Tom Cruise interprete a un tetrapléjico, que señale página con los ojos cerrados de un ‘Elige tu propia aventura’ o protagonice el biopic de Carmen de Mairena: él salvará al mundo y se quedará con la chica como eterna maldición y déjà vu. El ciclo se repite, ponga su culo respingón como Rita Vrataski (Emily Blunt) y prepararse para gemir un orgasmo de aprobación porque la vida (y el cine) al final se han convertido en un videojuego de aprendizaje, de subir niveles y pasar fases, de grandes y magnánimos gráficos, de impactante acción con magnética dificultad. La batalla (frente a una pantalla) es el auténtico redentor de la sociedad. Las líneas de diálogo del personaje de Bill Paxton, por ejemplo, no paran de ser un bucle interno a tal fin. Es hora de morir y vivir, de quedar atrapado en el propio género y redimirse ante la taquilla mundial como todos los héroes hijos del mainstream. Al filo del mañana es el eco del eco que una vez fue eco, pero su autoconsciencia e ironía, falta de pretensiones y absoluta vocación de entretenimiento insustancial, ofrecen otro tipo de variable para articular un chiste en el que Tom Cruise, al final, se ríe en nuestra propia cara. Ríase con él o de él pero no se muera del aburrimiento, de la vergüenza o del rencor: él tiene que salvarnos y quedarse con la chica, condición implícita al reverso de la entrada de cine. La idea es incluso otra, que el (auto)desprecio se transforme en la posibilidad de ver morir a Cruise unas 8.598.698 millones de veces en una película, que sus haters aplaudan hasta que solamente queden muñones en los títulos finales de crédito. Sabemos que podemos morir tranquilos porque Tom salvará al mundo y se quedará con la chica y seguirá haciéndolo una y otra vez. Es hora de asimilarlo: Tom salvará al mundo y se quedará con la chica. Repítalo: Tom salvará al mundo y se quedará con la chica. Otra vez: Tom salvará al mundo y se quedará con la chica. ¡Y hágalo hasta que se muera! Porque nuestros tataranietos también sucumbirán con la cabeza bien alta acudiendo a los cines para ver al ya eterno Tom Cruise salvando al mundo futuro y quedándose con la chica, una y otra vez.

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