El horror y el (otro) horror.
Lo mejor y lo peor de lo que llevamos de esta edición de Nocturna (lo peor de esta edición, de las habidas y por haber y de la cinematografía mundial), se ha dado cita en el meridiano del festival, en una jornada que ha estado marcada por la entrega del premio Maestros del Fantástico a Tobe Hooper. El director ha recogido el premio de manos de un falso Leather Face y de Luis Rosales, minutos antes de que se proyectara la versión restaurada de La matanza de Texas, mientras nosotros queríamos morir en la sala 2 viendo, o más bien sufriendo, lo peor que se ha podido ver en años. Pero ya hablaremos de eso más adelante, o puede que no.
Ahora toca hablar de la que es de momento la sorpresa más agradable de este Nocturna por el que pasan los días sin que veamos una mejoría con respecto al nivel del año pasado. Debutando en la dirección de largometrajes, el canadiense Merlin Dervisevic propone en Cruel & Unusual un viaje hacia el modo de enfrentarse a la culpabilidad y la responsabilidad de nuestros actos, iniciándolo cuando parece que es demasiado tarde, cuando el único juez al que tenemos que enfrentarnos es a nosotros mismos. Edgar, un profesor casado con una ex alumna extranjera y padrastro de un adolescente que no concibe la relación de éste con su madre, aparece de repente en un lugar extraño en el que las personas que se encuentran allí están muertas admitiendo haber cometido un crimen en vida y son juzgados todos los días por ello. Pronto entiende que él también está en ese lugar por la misma razón pero su mente no lo recuerda y niega estar muerto o haber matado a nadie. Su castigo, como el de los demás, consiste en repetir una y otra vez el mismo día hasta, primero recordar el acto cometido, y después sufrir por ello toda la eternidad. Tanto el planteamiento narrativo, con frecuentes saltos al mismo día en distintos momentos que ayudan a Edgar a entender los motivos por los que cometió el crimen que se le imputa, como el argumental con esa concepción del purgatorio, o quizá el mismo infierno, cual centro de rehabilitación para asesinos, aportan un nuevo prisma a las películas que tratan el tema de la muerte desde el otro lado. Es notorio que la utilización de la vuelta al mismo día una y otra vez hasta entender las causas que han llevado a una persona a la muerte, no es algo novedoso. De hecho, ayer se pudo ver la premiere española de Al filo del mañana que propone un argumento similar, y el año pasado tuvimos también otra ración con I am a ghost (cómo se echa de menos a H. P. Mendoza en este Nocturna). Sin embargo, este uso de la repetición en bucle es necesario para la historia que plantea Dervisevic y no se percibe como una vuelta a un recurso ya visto anteriormente, sino que dada la complejidad del argumento en sí, se nos antoja una propuesta notablemente original e inteligente. La mejor película con diferencia de las que llevamos vistas hasta ahora en el festival.
Poco o prácticamente nada voy a comentar sobre Circus of the dead, una de las peores películas que he podido ver en muchísimo tiempo, incluso diría que la peor de todas las que he visto en mi vida. Proyectada con una copia de una calidad infame, no menos abyecta es la película en sí. No hay nada en absoluto que pueda salvarse en esta producción que dirige un tal Billy ‘Bloody Bill’ Pon, en la cual un grupo de payasos secuestran, torturan, violan y matan por placer a todo el que se le pone por delante, sin justificación de ningún tipo y sin ninguna concesión al humor o a la coherencia de lo que se está contando. Todo es zafio, repulsivo y lamentable en esta película, desde la fotografía inexistente desde un punto de vista mínimamente profesional, un guión que no hay por donde cogerlo, unas actuaciones y unos diálogos que van más allá de la vergüenza ajena, y una intención provocadora en todas sus escenas que más que provocar repugna y mucho. Casi dos horas de sufrimiento es Circus of the dead, que además de todo eso es francamente aburrida aunque parezca mentira. Esperemos olvidarla pronto.
Las expectativas eran realmente altas con Lord of tears. Se había creado un gran interés en torno a la película británica del director Lawrie Brewster, tanto que las entradas se agotaron en un abrir y cerrar de ojos, dejando a varios compañeros de prensa sin poder verla, y llenando la sala en la que se proyectaba. Después de haber visto lo que acabábamos de ver, sólo deseábamos poder sumergirnos en una historia de terror gótico y elegante, inspirada en los mitos de Slender y Lovecraft (en serio, ¿qué os ha hecho el pobre Lovecraft?), tal y como parecía que debía ser por las fotografías y el trailer que habíamos visto. Pero el cuento de la figura humana con cabeza y garras de búho, que se le aparece al apocado profesor James Findlay cuando regresa a la casa de su infancia en las Highlands escocesas, no lo es tal. Desde el primer momento la película no parece entrarnos fácilmente, una sucesión de imágenes entre la inquietud y lo onírico mientras nos cuentan que James ha heredado la mansión de su madre al morir, y que a pesar de que ésta dejó estipulado que no volviera por allí, él se empeña en ir, no presagian nada bueno. Menos aún cuando, una vez que llega a la casa, encuentra a una chica salida de no se sabe muy bien dónde, con la que congenia enseguida manteniendo una relación, digamos especial. Aún así manteníamos la esperanza de remontar la noche, y vaya si la hemos remontado pero a base de carcajadas hasta la lágrima, no pretendidas, eso sí. No es que la historia no tenga ni pies ni cabeza (de búho), que los tiene una vez eres consciente de lo que está pasando, que por otra parte no es muy difícil, es que es todo tan, ¿cómo lo diría? ¿cursi? ¿relamido? ¿ñoño?, que es imposible no reírse de todas las situaciones que aparecen en la pantalla, hasta de las más presumiblemente terroríficas. La atmósfera gótica y siniestra de Lord of tears, contrasta con un guión repleto de escenas intensas mezcladas con otras de corte festivo-pastoril-amanerado, todas ellas acompañadas de una música totalmente discordante con lo que está sucediendo, y por supuesto con unas actuaciones que parecen sacadas de anuncios de compresas. Vaya, que salvando Cruel & Unusual, la tarde noche de hoy nos ha dejado otro día decepcionante en Nocturna, y van cuatro ya. Al menos con Lord of tears nos hemos echado unas buenas risas.
Especial Tobe Hopper: