30 de abril de 2024

Entrevistas: Georg Maas

Georg Maas

Charlamos con el director de Dos vidas.

Mañana se estrena en los cines de toda España Dos Vidas, la historia de una de las niñas noruegas criadas en las casas cuna que los nazis instauraron para perpetuar la raza aria, que acabaron siendo explotados por la Stasi por su condición de ciudadanos con doble nacionalidad. Hasta Madrid se ha desplazado su director Georg Maas, con quien hemos tenido una larga charla junto a los compañeros de Cine Maldito, La llave azul, El antepenúltimo mohicano y La noche americana, en la que no sólo nos ha hablado de su película y de la situación actual del cine alemán, sino que también se ha preocupado de conocer y de comentar nuestra opinión personal sobre la cinta.

– ¿Qué le supuso que la película fuera elegida por Alemania para la carrera para el Oscar a mejor película extranjera?

Georg Maas: Lo principal es que la gente fuera más consciente de esta película, porque cuando la terminamos nos encontramos con muchos problemas para poder presentarla a grandes festivales. Lo intentamos en Berlín, en Cannes en Venecia, y siempre era rechazada. Estuvimos temiendo que fuera una película completamente olvidada pero a raíz de ser elegida para esto, empezó a tener interés para la prensa alemana y más tarde para las distribuidoras en Estados Unidos y a nivel internacional.

Dos Vidas está basada en la novela homónima de Hannelore Hippe, ¿cuánto hay de ella en la película? ¿Es totalmente fiel a ella o ha cambiado cosas en el guión?

G. M.: En espíritu es absolutamente fiel, pero no hay ninguna escena de la película que esté en la novela. Lo cambiamos todo junto con la escritora. El cambio más grande fue el de poner como personaje principal a una espía, y alrededor de esa espía escribimos todo el tema familiar y al abogado que no existen en la novela. El libro sí menciona que el gobierno de la Alemania del Este organizaba espías entre esos niños de los nazis para infiltrarse en el oeste, y lo combinamos con la historia real de un asesinato sin resolver que se produjo en Bergen. La idea básica de la novela está en la película así como la de que los sistemas políticos que se basan en la violencia tienen consecuencias a través de las generaciones.

– Antes de realizar largometrajes, usted ya tenía experiencia con el documental, ¿se planteó hacer esta película a modo de documental histórico?

G. M.: No, pero sí pensé en hacer un documental paralelo sobre estos temas al mismo tiempo. Para esta película estaba más interesado en el viaje que hace el espectador mientras la ve. Cuando ves la película te haces preguntas porque no sabes hacia dónde va y eso no pasa con un documental.

– La película toca uno de los temas que más se han tratado en el cine alemán actual, que es la división de las dos Alemanias y la caída del muro de Berlín, ¿cree que esta tendencia es simplemente informativa o tiene una intención dogmática para no cometer los mismos errores?

G. M.: Ni una cosa ni la otra. Creo que es más porque este tipo de situaciones dio lugar a que se crearan historias muy interesantes. Alemania estuvo dividida durante 40 años y sólo lleva reunificada 20, y todavía descubrimos muchas diferencias entre la gente que se crió en el Este y la del Oeste. Incluso gente que ahora tiene 25-30 años, que pasaron sólo su primera infancia en el Este son muy diferentes y eso crea historias verdaderamente interesantes.

– ¿Da respeto enfrentarse al pasado nazi a la hora de hacer una película sobre esa temática en Alemania?

G. M.: No me interesaba tanto la parte que tiene que ver con los nazis porque la gente suele decir “ya hemos visto bastante”, aparte la película no tiene lugar en aquella época. Hablé con niños que habían formado parte de Lebensborn y también he conocido a espías de la Stasi y todo ello es muy interesante. Sí impone porque no quieres cometer errores históricos.

Dos vidas 1
Dos vidas

– Liv Ullmann interpreta a la madre de la protagonista, ¿le costó mucho conseguir que participara en la película después de tantos años sin protagonizar ninguna?

G. M.: Sí y no. Le gustó mucho el guión pero con el original que le mandamos no quiso el papel porque se desarrollaba en 2005 y su personaje debía tener unos 80 años, estar enferma del corazón, etc, y dijo que no quería hacer de una moribunda. Para acomodarla reescribimos el guión y trasladamos la acción a los años 90 para que pudiera hacer un personaje más joven y más acorde con su edad. Aceptó además porque le pareció muy importante la historia que se contaba, ella es noruega y vivió de cerca estas historias.

– ¿Fue a raíz de la película cuando se planteó hacer un documental sobre Liv Ullmann o ya lo tenía previsto antes?

G. M.: También sí y no (risas). Había hecho un documental sobre Peter Gabriel y quería hacer otro sobre Brian Eno, pero la televisión para la que lo iba a hacer vio que estaba trabajando con Liv Ullmann y me animaron a hacerlo sobre ella. Yo pensé hacer un documental sobre ella en su faceta de directora, pero por desgracia su rodaje se pospuso y tuve que hacer primero mi película. Al final tuve que empezar el documental después de finalizarla. Cuando le hice la entrevista para el documental me decía “tú has dirigido tu película de esta manera pero yo creo que es mejor dirigir a mi manera” (risas).

– ¿Fue muy duro el trabajo de documentación para la película? ¿Cuánto tiempo duró el rodaje?

G. M.: Me llevó diez años desde el comienzo, cinco para afinar el guión y otros cinco para conseguir la financiación. La documentación no fue un gran problema, era más bien cuestión de encontrar a gente que hubiera vivido en Lebensborn y a los espías, pero una vez que sabíamos quiénes eran o dónde estaban eran muy asequibles.

– La co-directora y co-guionista de Dos Vidas, Judith Kaufmann, es una directora de fotografía muy importante, ¿cómo surgió la colaboración entre los dos?

G. M.: Me gusta mucho su trabajo, cuando veo algo que ella ha hecho me conmueve sólo por las imágenes que son tan buenas que me pregunto “¿cómo sabe ella cómo poner la cámara en ese sitio?”, y es porque ella pregunta incesantemente “¿por qué hacen esto aquí? ¿Por qué está esta escena en el guión?…” siempre está cuestionando todo, nunca mueve la cámara para que quede bonito. Cuando estábamos juntos filmando de repente se me acercaba y me decía “oye, esto no es lo que estuvimos hablando”, y por eso decidimos darle crédito como co-directora por todo lo que aportó a la película. Tuve mucha suerte porque además tenemos gustos similares y nos afectan las mismas cosas. Para ella es muy importante también esta película.

– La decisión de realizar la película con dos texturas, dos fotografías tan diferentes para cada época que refleja, ¿fue entonces decisión de Judith Kaufmann o ya era algo que tenía en mente antes de rodar?

G. M.: Fue idea mía, quería que los flashbacks se hicieran con Super 8 y a ella le gustó tanto la idea que incluso intentó utilizar el estilo de cámara en mano que se utilizaba en los años 60 para realizarlos. No se hizo con ninguna cámara digital esta parte, la otra sí. Ella además trabajó mucho con los colores, es muy hábil para eso.

– ¿Cómo fue el trabajo con los actores?

G. M.: Con Juliane Köhler hablamos muchísimo, ya había decidido que iba a ser ella la protagonista cinco años antes de empezar a rodar. Cada cuatro o cinco meses le mandaba una revisión del guión, a veces me decía “esto es una mierda” y a veces “esto es mejor que lo de antes”. Cuando por fin empezamos a rodar, los dos conocíamos muy bien al personaje y nos conocíamos nosotros muy bien también lo que hizo que el proceso fuera muy intuitivo, no tenía que explicarle nada. Con el resto fue diferente con cada uno.

– ¿Cómo fue el proceso de financiación de la película y qué papel juega el Estado alemán en este sentido?

G. M.: La financiación fue muy difícil de conseguir. Para hacer este tipo de películas hace falta el apoyo de alguna televisión, y en este caso ninguna televisión quería a una espía como protagonista porque el proceso de identificación con el espectador es muy complicado. Tuvimos que esperar muchos años para que por fin una televisión aceptara financiarla con un 10% del presupuesto. El gobierno alemán aportó dos terceras partes y Noruega la tercera.

– La situación del cine en España es actualmente muy difícil a nivel de financiación, ¿lo es también en Alemania?

G. M.: Sí. A ver, la economía está en una situación difícil pero comparados con otros países estamos genial porque hay mucha diferencia entre ellas. Quizá el único país que también esté en la misma situación sea Francia. El tema de las subvenciones es un proceso más democrático, porque la decisión de quién va a recibirlas la toma un jurado que cambia cada año. La mayor parte del presupuesto viene del gobierno y sólo un 20% es de financiación privada.

– ¿Conoció a algún familiar de la protagonista?

G. M.: No pude conocerles, sólo tuve conversaciones telefónicas con ellos. Siempre había algo que lo impedía pero tuve una larga conversación con un chico de Lebensborn que pertenecía a una familia noruega en la que había una espía. Él estuvo viviendo en la RDA antes de los 90 y dos periodistas alemanes le llevaron a conocer a su familia noruega y me contó mucho sobre la situación.

– ¿Cuáles son sus referentes cinematográficos?

G. M.: Es difícil, me gusta mucho Iñárritu que hizo Biutiful en España. Veía sus películas con Judith para ver cómo las hacía porque ella también es muy fan. También Nicolas Roeg que tiene una película llamada Don’t look now, es un gran director. Muy interesante. Hizo una película con Mick Jagger, otra con David Bowie y otra con Art Garfunkel. Es un director a seguir. Y por supuesto Stanley Kubrick y tantos otros.

Don't look now
Don’t look now

– ¿Qué proyectos tiene en mente?

G. M.: Trabajo muy lentamente (risas). Tengo ahora un proyecto con un par de productores americanos sobre la historia de una chica americana de 16 años que viaja en el tiempo y se encuentra en el Amsterdam de la época nazi siendo además judía, por lo que tendrá que pasar por todas las penalidades que una chica en aquella situación sufría. Estoy leyendo también guiones de otras personas porque si tengo que esperar a terminar el mío puedo esperar otros diez años.

– Hace unas semanas hubo en Madrid un festival de cine alemán y nos llamaba la atención que entre los directores invitados había una opinión generalizada de que en su país hay muy poca calidad en su cine, opinión que quienes estuvimos allí no compartíamos, ¿le parece también a usted que hay poca calidad en el cine alemán?

G. M.: ¿Si? ¿Qué visteis?

Exit Marrakech, Western, Wolfskinder

G. M.: Me gusta mucho Western. Son películas muy duras y buenas. No es que haya 20 o 30 de este nivel pero siempre hay bastantes que lo son. Las que habéis dicho son mis favoritas, la verdad. También otra que es una coproducción con Austria que es una especie de western en los Alpes franceses… Hace 30 años que yo empecé en la escuela de cine y llevo oyendo lo mismo desde entonces (risas).

– Hay mucha gente que compara Dos Vidas con La vida de los otros, ¿está de acuerdo con la comparación?

G. M.: A primera vista lo entiendo porque las dos películas tratan sobre la Stasi, pero la Stasi estaba dividida en dos partes. Una parte se dedicaba al espionaje doméstico, que de eso trata La vida de los otros, y la otra parte era la Agencia de Inteligencia que es la que se muestra aquí. La forma de narrar es muy diferente, en la mía el personaje principal tiene un secreto y el público tiene que descubrir cuál es. Pero creo que a la gente a la que le gustó La vida de los otros le pueda gustar Dos Vidas.

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