Tiempo de amar, tiempo de morir.
¿Qué hace Kevin Macdonald, prestigioso realizador de El último rey de Escocia o La sombra del poder, dirigiendo la adaptación cinematográfica de Mi vida ahora, una distopía literaria escrita por Meg Rosoff? Cuestiones crematísticas aparte, quizá la respuesta la encontremos en el carácter más o menos realista del texto de la novelista norteamericana, que se adecúa relativamente bien al estilo de un cineasta formado en el campo del documental.
A diferencia de las versiones para la gran pantalla de Los juegos del hambre o Divergente, la cinta nos sitúa en un escenario reconocible para cualquier persona que viva en esta segunda década del siglo XXI. El largometraje muestra desde el principio una Gran Bretaña muy parecida a la actual, donde las medidas de seguridad se extreman ante la amenaza de una posible III Guerra Mundial.
Por otra parte, los protagonistas de la película de Macdonald distan de ser los aguerridos guerreros de las cintas basadas en los textos de Suzanne Collins o Veronica Roth. Aquí son simples menores que se ven sorprendidos por un conflicto bélico que les supera y al que tendrán que hacer frente inesperadamente. En el proceso aprenderán a marchas forzadas lo que significa madurar.
De la misma manera, la heroína encarnada por Saoirse Ronan se aleja un tanto de las abnegadas luchadoras encarnadas por Jennifer Lawrence o Shailene Woodley. La joven norteamericana que llega a Gran Bretaña para visitar a sus familiares es una adolescente antipática y llena de problemas que empezará a ser feliz cuando se enamore de uno de sus primos y pase unos días en una idílica casa en el campo. Una paz interior que se romperá con el estallido de la III Guerra Mundial.
Curiosamente, Macdonald parece moverse mejor en el campo de la película romántica juvenil que en el drama bélico en el que se convierte la cinta en su segunda parte. El escocés dota de un tono acertadamente dulzón y pastoril, acrecentado por la utilización de Which Will, el maravilloso tema de Nick Drake, al particular paraíso de los menores en el que se convierte la casa de campo donde su protagonista pasa unos días. Sin embargo, una vez que estalla la contienda, el largometraje va perdiendo poco a poco fuerza hasta convertirse en una monótona y poco ágil película de acción y aventuras.
No obstante, a pesar de la irregularidad del filme, Mi vida ahora funciona parcialmente gracias al trabajo de una estupenda Saoirse Ronan, capaz de hacer creíble la evolución de un personaje que comienza siendo frágil y acaba convirtiéndose en una chica fuerte y decidida. Igualmente destacable es el trabajo de George MacKay, que dota de la necesaria inocencia al objeto amoroso de la protagonista, y un simpático Tom Holland, que encarna a su hermano menor.
En resumidas cuentas, el trabajo de Macdonald es una cinta fallida que promete más de lo que acaba dando, aunque se agradece que el largometraje se aleje en cierta manera del pastiche distópico de algunas sagas juveniles que se han convertido en verdaderos fenómenos taquilleros.