19 de abril de 2024

Críticas: Interstellar

Interestellar - PORTADA

Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

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Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

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Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

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Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

Interstellar es la mejor película de la historia del cine.

Interestellar - Christopher Nolan
El director de la mejor película de la historia del cine. Tío güeno.

Si ha llegado hasta aquí y no le ha servido de nada haber asimilado una y otra vez que «Interstellar es la mejor película de la historia del cine», tal vez se haya equivocado de agujero de gusano. Puede que si continúa leyendo, inclusive, quede sorprendido y atrapado en un agujero negro con el que no contaba; con cierto olor a rancio e irreprochable hedor que le haga gritar entre arcadas al universo «Goatse!». Usted estaba avisado, usted eligió. Interstellar es la mejor película de la historia del cine. Eso es así, aunque no sea su ‘sí’. Adentrémonos en los confines del universo que propone Interstellar, un film de ‘tercer acto’, de agricultor cinematográfico que va sembrando todos los detalles y recursos de guión a modo de semillas, que espera pacientemente que germinen y florezcan y, así, ofrecer una épica cosecha que determine el gran clímax e inolvidable fruto antes de los títulos de crédito. Christopher Nolan, por el contrario, conoce sus limitaciones, la finalidad de su recolección y no espera que los aplausos provengan de físicos de la teoría fílmica sino de esos granjeros a los que ya solamente les quedan (palomitas de) maíz… y algo refrescante para paliar su fervor y pasión digna de una saturnal. Todo ese ‘tercer acto’ condiciona, en cierta medida, la presentación y conflictos, las elecciones y dicotomías de unos personajes que en absoluto se encuentran tan perdidos como el destino de la humanidad. Interstellar es una cinta de aventuras y de exploración del universo y nueva galaxia, con planetas compuestos de escenarios tan diáfanos como complejos para la vida, donde la ansiada búsqueda del agua puede convertirse en el mayor y fatal de los peligros. Nolan va a someter su película a una exploración de lo desconocido pero, al mismo tiempo, teniendo presente el germen que origina la gran y épica historia que trata de narrar.

Interestellar - Jessica Chastain

El marketing de Interstellar ha planteado una ‘odisea espacial’ que va a desafiar las leyes del espacio-tiempo, pero la cinta de Nolan es consciente de su génesis dramática y que debe ser la pieza sobre lo que deben permutar el resto de elementos. Se trata, por lo tanto, de una película sumida en la relación de un padre y su hija, en su distanciamiento, en las relaciones humanas e incluso las miserias y temores elementales. Todo queda reducido, en resumen, a la vida, muerte y esperanza, a utilizar la propia comercialización de ese producto mainstream para otro tipo de intereses dramáticos. Olvídese de su trailer porque no estamos ante el Kubrick de 2001: Una odisea del espacio —ni ante ese supuesto plagio a Space Chimps: Misión espacial— sino ante viejos lugares comunes del género como Sunshine de Danny Boyle —la humanidad condenada a su propia extinción y su expectativa en una misión espacial y terminal—, Contact de Robert Zemeckis —el punto de vista científico se impone en la ciencia ficción con Kip Thorne como asesor/autor en esta ocasión—, Cuando los mundos chocan de Rudolph Maté —el hombre está condenado a dejar el planeta Tierra— y el espíritu de Steven Spielberg en el desenlace de A.I. Inteligencia Artificial —la superación del conflicto mediante la réplica y el dominio sobre el tiempo manteniendo al personaje principal como elemento invariable—. Nolan, no obstante, quiere realizar sus propias aportaciones, sintetizar el espacio en el silencio absoluto, marcando el contraste con esa otra humanidad que despliega en el interior de esa carcasa y a puro efecto visual. Interesa la bondad y la música de la vida, he ahí el truco y la premeditada vuelta de tuerca… pero también llegamos a la trampa: Interstellar es una película atrapada en su propia paradoja.

La cinta del director de Origen quiere sorprender desde sus primeras secuencias en las que observamos cómo unos ancianos nos hablan sobre una complicada y trascendental época. Las imágenes nos remiten a una nueva y ‘Gran Depresión’ y ‘Dust Bowl’ como alegoría de un éxodo generado por una catástrofe humana y ecológica. Sabemos que hay esperanza en sus palabras y que esa anciana interpretada por Ellen Burstyn es aquella niña convencida de que hay un fantasma en su habitación, de ese mundo compuesto por libros polvorientos y una maqueta de una nave Apollo que va a quebrarse para abrir un nuevo horizonte. Mackenzie Foy, Jessica Chastain y la ya mencionada Burstyn completan un ciclo vital en el que el tiempo (y el amor) tiene la última palabra, en el que los elementos anteriores nos conducen no a un ejercicio de honestidad (al 90%) sino a un mero recurso para acometer ese climático (y apoteósico) ‘tercer acto’. Hay demasiada polvareda y furioso viento en tal concepción, exageradas y risibles trampas que al mismo tiempo tanto desacreditan como refuerzan el libreto de Jonathan y Christopher Nolan. Interstellar es, en realidad, un gran agujero de gusano, un acto heroico sobre la teoría, sobre la cita y referencia de Dylan Thomas: «No entres dócil en esa buena noche, la vejez debería arder y enfurecerse al concluir el día; enfurecerse, enfurecerse contra la muerte de la luz.», sobre la simpleza (y complejidad) de la humanidad que habita incluso más lejos que las estrellas perdidas en el horizonte. Nolan siempre ha sido un teórico del tiempo a través de su filmografía y su última cinta quiere encapsular todo el espacio como la mayor y absoluta grandilocuencia; su concepción del cine comercial como recurso y no como imposición.

Interestellar - Matthew McConaughey, Anne Hathaway

Se nos menciona la quinta dimensión y se nombran a ‘ellos’ como una inteligencia superior que nos ha facilitado el camino para poder mantener a flote la humanidad. Es parte del truco de esos fuegos de artificio. Nolan sabe que tiene que afrentarse en un territorio moral, crear antagonistas, tensiones sexuales, ironía y humor cibernético y puntualizar la acción y el suspense en su justa medida. Recordemos, su público son esos granjeros que únicamente consumen ‘polvo y maíz’, aquellos que por su fervor consumista condujeron el destino de la humanidad a un retrofuturismo que es el final de la vida en nuestro condenado planeta. Interstellar desea, consecuentemente, ser una nueva piedra angular en su visión del cine utilizando sus viejos trucos y diseños, su condena a formar parte de su propio destino y proyección, su atadura a diseñar el tiempo como elemento de entretenimiento cinematográfico, su propia paradoja. Desquitemos a la película de sus múltiples (y cansadas) carcasas. Apartemos su indudable excelencia visual junto a las partituras de Hans Zimmer y las lágrimas de Matthew McConaughey. Veamos ese gran agujero negro al que ha quedado atado Christopher Nolan y en el que se siente como único ser todopoderoso y omnipresente por aquellos que le han sacralizado y catapultado al centro del universo. Pero el director de Memento al final contradice su propio discurso, nos habla de la imposibilidad de reescribir el pasado pero el guión con el que trabaja —y con el que trata de someternos a su gravedad creativa— está claramente dibujado nuevamente una y otra vez en perspectiva, manipulado convenientemente para dosificar la emoción hasta su desenlace. Interstellar aburre cuando se le ve la trampa, cuando el estilo del cineasta trata de imponerse a la propia historia, cuando somos conscientes de que el director ha decidido contarnos otra leyenda: la del héroe (que nunca será reconocido como tal) como constante sobre el tiempo y el espacio, capaz de regresar como Lázaro de la completa muerte y oscuridad. Es hora de cumplir con el guión, aventurarse hacia lo desconocido con el fiel compañero de aventuras y conseguir, por supuesto, a la chica que nos espera y que siempre nos ha esperado y esperará. Nada cambia, es el mismo universo —y galaxia en la que ya nos encontrábamos— y del que nunca formaremos parte aquellos seres que nos alimentemos lo justo de maíz.

Interestellar - Agujero Negro, logotipo de Internet Explorer

NOTA: Lo único que no he entendido de Interstellar es por qué el agujero negro de la película es idéntico al logotipo de ‘Internet Explorer’. ¿Es product placement o una satírica broma? ¿O una metáfora del tipo «Interstellar es la mejor película de la historia del cine… para los usuarios de ‘Internet Explorer’»? Yo soy más de Chrome, Opera y Firefox. ¿Quiere decir esto algo doctor?

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