Se hace camino al andar.
El director canadiense Jean-Marc Vallée parece especialmente interesado en contarnos las historias de personajes que han pasado por el lado salvaje de la vida y han conseguido de una manera u otra redimirse. Un tema recurrente en su filmografía que ya aparecía en C.R.A.Z.Y., la película que le puso en el mapa de la cinefilia, donde seguíamos los pasos de un joven que, antes de encontrar su lugar en el mundo, vivía su particular época de excesos con las drogas y el sexo. Algo similar le ocurría al cowboy seropositivo que daba vida Matthew McConaughey en Dallas Buyers Club, un hombre individualista adicto a todo tipo de sustancias y bastante promiscuo que se convertía en un adalid de la lucha de los enfermos de SIDA contra las grandes farmacéuticas. Como aquella, Alma salvaje se basa en una historia real, aunque opte por un tono más espiritual que el anterior trabajo del realizador.
El largometraje sigue los pasos de Cheryl Strayed, una mujer que se propuso recorrer en solitario la ruta de las Cumbres del Pacífico, una peligrosa senda que cruza el desierto de Mojave, después de pasar por una mala etapa personal y sentimental.
Vallée y su guionista Nick Hornby, famoso por su labor como novelista, aciertan al mostrarnos la aventura de la protagonista de una manera no lineal. El viaje en busca de sí misma que emprende la joven está salpicado de flashbacks que explican cuáles fueron las razones por las que decidió emprender su particular periplo. Temas musicales, tatuajes, poemas, conversaciones o experiencias sensoriales son las que disparan los recuerdos de la montañera y completan poco a poco el puzle de su agitada existencia.
Como ya ocurriera en C.R.A.Z.Y. o Café de Flore, Vallée vuelve a destacar por su habilidad para utilizar el pop y el rock de una manera dramática. En algunos casos, las canciones se convierten en las particulares magdalenas de Proust, evocando sensaciones y momentos concretos vividos en el pasado. En otros, sin embargo, parecen reforzar algunos aspectos de la cinta, como en el caso de Toughest Than The Rest de Bruce Springsteen, que subraya la fortaleza moral de Cheryl, o El condor pasa, que otorga un cierto aire espiritual al conjunto.
No obstante, quizá el gran acierto del filme se encuentra en las estupendas interpretaciones de sus dos actrices principales. Reese Witherspoon, alejada de las insoportables comedias que le han dado fama, logra encarnar sin histrionismos a esa mujer que intenta retomar las riendas de su vida durante un camino donde reflexionará sobre su pasado. Por su parte, Laura Dern inyecta fuerza a la madre que se ha convertido en el particular referente de su hija gracias a su optimismo y fortaleza.
Pese a sus indudables aciertos, Alma salvaje dista mucho de ser una obra redonda. Vallée y Hornby caen por momentos en el sentimentalismo más marrullero para arrancar la lágrima del espectador y no logran huir del todo de cierto tono new age, especialmente marcado en el último tramo. A ello hay que sumar algunos baches en el ritmo de la cinta y reiteraciones que restan interés a un trabajo que va más allá del típico largometraje estadounidense con historia bigger than life.