Candy hero Annie.
Annie vive en Nueva York junto a cuatro niñas huérfanas en un piso de acogida que mantiene la señora Hannigan. Annie tiene la ilusión de volver a encontrar a sus padres, que la abandonaron en un restaurante cuando era solo un bebé. Por suerte la chica se encuentra accidentalmente con el señor Stack, un empresario que posee una multinacional telefónica, que además intenta ser candidato a la alcaldía de la ciudad. A partir de ese momento sus vidas, y las de las personas que rodean a los dos, cambiarán para siempre.
Bonito argumento ¿verdad? Es una estructura propia de un cuento de hadas, igual que lo fue la primera adaptación cinematográfica en el año 1982 del musical original representado en Broadway y dirigida por John Huston para la gran pantalla. Un espectáculo que ya era la adaptación de los personajes de un comic, publicado por tiras y planchas dominicales en la prensa estadounidense, hasta el año 2010. Este breve repaso histórico puede aclarar que nos encontramos ante un producto cuyo inicio se remonta hasta el origen de sus caricaturas, en el año 1924. Así que Annie es una “abuelita” con más de noventa años a sus joviales espaldas. Entre los productores, destaca el matrimonio de Will y Jada Pinket Smith, quizás nostálgicos de su infancia y un buen puñado de canciones, dispuestos a producir esta película con una solución en sus mentes: resetear Annie (2014).
Al comenzar Annie vemos a una niña pelirroja en un colegio. Con rizos y la piel muy blanca. Está sonriente, cantarina y, con cierto aire repelente, explica la época del New Deal apuntes en mano. A continuación la maestra le da las gracias a esta Annie y llama a otra compañera con el mismo nombre, aunque en este caso sea una niña negra, simpática y cautivadora, que arenga al resto de alumnos para que entiendan mediante el ritmo de sus palmas y pisotones lo que supuso el ascenso de la clase media en Estados Unidos durante los años treinta. Así que Annie renace en pleno siglo veintiuno. Lo que ocurre es que esta vez, aunque haya una docena de estrofas en común con el musical que inspira la película, más que de remake o nueva versión podríamos hablar de actualización. O tal vez de una app. en toda regla.
Las primeras secuencias de Annie son esperanzadoras porque usan aciertos narrativos de clásicos musicales como Ámame esta noche (1932, dirigida por Rouben Mamoulian) Vemos y escuchamos el caos habitual de una gran ciudad, con sus obras y atascos callejeros que generan una melodía de claxons, gritos y estruendos armónicos, acompañando a la pequeña protagonista en bicicleta y metro por varios escenarios de Nueva York. Un gran comienzo que no se mantiene por temor a saltarse un contrato, porque ya se ha comentado antes que es una producción con el sello de los Smith. Analicemos todas las cláusulas.
El reparto está encabezado por Quvenzhané Wallis, nominada por Bestias del sur salvaje. También Jamie Foxx, ganador del premio por Ray. Secundados por Rose Byrne y Cameron Diaz, ambas sin estatuillas, ni opciones por este film. Los aciertos son que la famosa pareja de origen afroamericano, al menos esta vez no ha enchufado a su hijo Jaden Smith y ha contado con actores y actrices solventes. El error de casting, quizás sea Cameron Diaz que no parece borracha ni pasada de vueltas por mucho desarreglo en el vestuario, maquillaje, peluquería… ni tampoco por su esfuerzo dramático. Las niñas cumplen en sus papeles de huérfanas que resultan entrañables y graciosas. Lo curioso es que los adultos aparecen como los más cursis y apocados en la historia que se desarrolla.
Los temas musicales interrumpen la mayoría de las secuencias en los que se escuchan. Siguen siendo unas buenas composiciones que sirven para lanzar, en el caso español, a la popular María Parrado, la niña prodigio que dobla a la protagonista cuando canta. Sí, la misma niña que ganó un famoso concurso televisivo de voces infantiles. Yo me enteré cuando vi la película.
La coreografía no debe ser un apartado muy importante en la partida presupuestaria del largometraje, tal como demuestran las secuencias de baile, más cercanas a los flashmob y similares que vemos a diario en redes, televisiones y publicidad. Y hablando de publicidad, en el marketing sí se destinó gran parte del trabajo de la dirección artística, atrezzo y localizaciones, como podemos ver gracias a la inclusión del servicio de bicicletas callejeras de NY. Los dulces de chocolate y frutos secos, tanto en barritas como en bolas de envoltorio dorado. Por no mencionar marcas de coches de al menos tres continentes y varias bebidas refrescantes. Tal vez lo más curioso es que siendo la telefonía móvil uno de los elementos clave del guión de Annie, la marca elegida, Stack Mobile, sea ficticia.
El director, Will Gluck, es un director especializado en comedia. Hasta la fecha ha realizado Rumores y mentiras (una comedia escolar) Guerra de cheerladers (una comedia adolescente) Con derecho a roce (una comedia romántica) y con Annie se apunta una comedia musical.
Localizados los responsables del film, a ellos se les puede achacar que no hayan tenido más valentía para conseguir un musical que funcione con más ritmo, sin repetir ni aclarar algunos gags innecesarios, confiando en una docena de buenas canciones que no caducan. Usando con más fuerza la crítica velada que hacen al poder manipulador y de vigilancia de las omnipresentes multinacionales telefónicas, a la rivalidad comercial con China y la estupidez de las sagas románticas del estilo de Crepúsculo, para el consumo adolescente e incluso del público adulto que los acompaña. Todas estas cuestiones se lanzan pero no se saca más provecho de ellas, porque Annie es una comedia amable, a la que no se puede machacar del todo, gracias a su visión de la protagonista y las otras huérfanas como unas niñas capaces de afrontar la adversidad. Amigas con mala suerte, a las que les gustaría tener una familia pero no un príncipe azul. Quizás esa sea la mejor baza de la película al retratar la infancia.
Con más garra y dinamismo Annie hubiera llegado a ser esa buena película que se propone pero que, finalmente, no aparece en la sala de cine. Como apenas aparece esa dificultad de Annie, el personaje, para leer, porque todavía no ha aprendido y no importa que se destripe esta incógnita ¿dramática? ¡Qué más da! Es capaz de escribir mensajes en el móvil y ver los emoticonos. Y si no, que use el corrector automático.