Entrevistamos al director de Red Army.
La guerra fría vuelve a los cines, pero esta vez contada desde una perspectiva diferente al mero documento histórico-político. Estrenado nada menos que en el pasado festival de Cannes, Red Army es el primer documental dirigido por Gabe Polsky con el que, partiendo de la base de adentrarse en la que fue la mejor selección del mundo de hockey sobre hielo, la que se formó en la extinta Unión Soviética en la década de los 80, traza una línea paralela entre el destino de estos jugadores y el del bloque comunista con una mezcla de deporte, historia, política y emociones humanas. El director ha pasado estos días por España para presentar su película, y de paso concedernos unos minutos para charlar con él acerca de ella, de sus raíces y de su colaboración con Werner Herzog, en esta entrevista que hicimos junto a los compañeros de La aventura de la historia.
– Red Army incide en la época de la Guerra Fría y en los enfrentamientos diplomáticos entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Aunque nació en los Estados Unidos, sus orígenes son rusos, ¿cuánto de lo que se vivió en la Guerra Fría conoció por sus raíces?
Gabe Polsky: Crecer en los Estados Unidos como hijo de emigrantes soviéticos me hacía sentir como si fuera un poco diferente. Mis amigos en la escuela me llamaban “rojo”, “comunista”, ese tipo de cosas, pero en general, el sentimiento de mis padres era el de que en la Unión Soviética no tenían oportunidades y no era un buen lugar para vivir. Mi abuela sobrevivió a la segunda guerra mundial en Ucrania y mis abuelos lucharon también en ella, y ellos me contaron más historias sobre la Unión Soviética, he oído muchísimas cosas, y en 1987 tuve la oportunidad de ir a Ucrania y ver que era un lugar totalmente diferente a lo que yo conocía. No tenían supermercados, no tenían muchos productos en las tiendas y esa fue mi percepción allí. En la escuela, obviamente estudiábamos el punto de vista americano sobre la guerra fría. Pero lo importante es que la gente de mi entorno al margen de mi familia, mis amigos, otras personas americanas…no tenían ni idea sobre la cultura o la gente de Rusia, ellos no entendían nada en absoluto ni siquiera en cuanto a la comida. Mis amigos venían a veces a casa y miraban la comida rusa como si fuera algo extraño. Esta película en cierto modo le pone cara a las experiencias que se vivían en Rusia para que la gente lo pueda entender mejor.
– Su primera película, The motel life, era completamente de ficción, ¿por qué se planteó hacer después un documental y concretamente uno que aunara el hockey con la guerra fría?
G. P.: Cuando tenía 15 años vi una cinta de VHS de un partido de hockey, y cuando vi a los jugadores soviéticos me abrió los ojos a una nueva forma de entender el deporte. Fue como una revolución, como cuando se escuchó a los Beatles la primera vez. Ellos revolucionaron el hockey haciendo de ello una experiencia casi artística. Fue algo que me impactó y empecé a estudiar quiénes eran, de dónde había salido ese equipo La historia de este equipo es la historia del país, lo que pasaron ellos fue muy similar a lo que estaba pasando la gente allí, y cuando el sistema del equipo colapsó fue casi al mismo tiempo que la propia Unión Soviética lo hizo. El deporte fue una ventana para asomarse a la historia épica del país, fue un reflejo de la sociedad, de la cultura, de la política…todo eso era un microcósmos. Mi verdadera motivación para hacerlo fue para mostrar el desagrado que tenía hacia el planteamiento americano hacia el hockey soviético, me pareció una manera muy limitada y errónea de enfocarlo.
– Cuando empezó a rodar el documental, ¿ya tenía previsto mostrar la parte emocional que aparece o fue apareciendo a medida que lo iba rodando?
G. P.: Empecé con una historia de hockey, pero sabía que el éxito de una película se basa en el carácter emocional de los personajes que aparecen. De alguna manera intenté provocar a estas personas a las que estaba entrevistando para que sacaran aspectos que llevaban más dentro. Todo el mundo tiene algún componente emocional en sus vidas e intenté buscarlo en ellos. Estos hombres son huraños, secos, son jugadores de hockey, no expresan sus emociones. Pero al mismo tiempo, esas emociones están creciendo en su interior porque han sufrido mucho dolor y sabiá que tenía que escarbar para encontrarlas.
– ¿Es por eso por lo que dejó escenas tan espontáneas que en cualquier otro documental se hubieran quedado en la sala de montaje?
G. P.: Sí, claro. Cualquier cosa que me pudiera ayudar a conseguir sacar una expresión de estos hombres. Las mejores escenas son aquellas que se rodaron cuando ellos se sentían más cómodos, ¿sabes? La mayoría de las veces pensaban que ni siquiera estaba rodando.
– Creo que la película es tanto un retrato de la Unión Soviética como lo es de los Estados Unidos en aquella época, y también de cómo el deporte de élite puede destrozar a la gente y a sus familias, ¿es así?
G. P.: (Piensa la respuesta durante varios segundos) Bueno…la historia siempre ha mostrado a los buenos y a los malos, existe este sistema consolidado y existe este otro sistema. La razón por la que todo está tan definido es porque son cosas totalmente contrarias. Vemos estas dos clases de sistema ideológico luchando sobre el hielo, y eso hace a esta historia tan interesante. También se ve la clásica lucha de ideologías entre políticos, filósofos, se trata de desacuerdos muy complejos. Es esa diferencia tan fundamental de filosofías y de planteamientos colocados en oposición en una pista de hielo.
– Red Army está producida entre otros por Werner Herzog, ¿cómo se interesó por ella y cómo ha sido su relación en este proyecto?
G. P.: Yo produje su película Teniente corrupto y desde entonces tenemos una gran amistad. Su trabajo ha sido siempre muy inspirador para mí, su filosofía para dirigir películas. Es un tipo de persona con el que nunca tienes un problema, todas sus películas son únicas porque muestra el alma humana con su propia voz y es algo fascinante. Cuando le enseñé la película para que me diera su opinión sobre mi trabajo con ella, inmediatamente quiso formar parte y me dijo que en la película se hablaba de cosas de las que nadie hablaba, que era muy especial y muy profunda en cuanto a las relaciones entre estos hombres, su amistad, su rivalidad. Aquello me dio mucha confianza y fue muy esperanzador para mí.