8 de octubre de 2024

Críticas: Home. Hogar, dulce hogar

HOME

Invasión sin merchandising

Los boovs invaden la Tierra. Estos alienígenas viajan por el universo, esquivando a una raza guerrera que quiere exterminarlos. Los boovs, gobernados por su excéntrico dictador el Capitán Smek, se establecen en nuestro planeta pero su archienemigo los localiza rápidamente, debido a un error fatal del alegre Oh, quizás el boov más feliz e irresponsable de su raza. Debido a su fallo, Oh se convierte en un fugitivo perseguido por sus propios compañeros. Mientras escapa conoce a Tip, una adolescente que ayudará a Oh en la nueva huída. Eso sí, con la condición de buscar a la madre de la chica, desparecida junto al resto de terrícolas.

Quizás resumido de esta manera el argumento de Home: Hogar dulce hogar parezca una película más cercana a la ciencia ficción y al terror, en concreto a la fructífera temática de invasiones marcianas. Pero no hay nada terrorífico porque los invasores son unos seres de apenas medio metro de altura con cuerpos blandos, flexibles, de formas redondeadas y con una gama de colores tan cambiante como sus estados de ánimo y emociones. Los boovs son unas mascotas perfectas, sobre todo para los más pequeños. Aunque al comenzar la película la forma de hablar de los simpáticos alienígenas resulte un poco evocadora de la cháchara de Jar Jar Binks (ese ser inaguantable de Star wars: la amenaza fantasma) Por suerte todo se queda en un simple susto y da como resultado una serie de diálogos simpáticos, por el uso primario y delirante del significado y la reconstrucción del idioma que perpetra Oh, el protagonista.

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La valentía y el valor de Home: Hogar dulce hogar es que tiene un buen trabajo de guión y técnico con el cual se logra una película de hora y media entretenida y visualmente impecable, pero que jamás traiciona a los espectadores a los que va dirigido, a la infancia. Tampoco lo trata como un público de mentalidad deficiente o idiota. Y no busca desesperadamente la complicidad adulta, aunque la consiga de todas formas.

El largometraje adapta un libro ilustrado, escrito y dibujado por Adam Rex (The true meaning of Smekday) Las mayores virtudes se muestran desde el principio, con un tratamiento de comedia alocada (o screwball comedy, para ser pedantes) Comedia desquiciada desde la primera aparición de los boovs, unos alienígenas divertidos, que recorren nuestro planeta comportándose como turistas norteamericanos que buscan una hamburguesería en cada país que visitan. Tienen costumbres tan originales como deshacerse de todos los objetos que consideran inútiles cuando conquistan la Tierra, dejándolos flotar en enormes burbujas suspendidas en el aire. Algunos de esos objetos son bicicletas y acordeones, por citar solo dos ejemplos. Los boovs también están siempre pendientes de unos discos transparentes en los que leen mensajes y contemplan vídeos e imágenes, tal vez igual que nosotros, los terrícolas. Y por otra parte conocemos a ese gran personaje histriónico que compone el Capitán Smek, una mezcla exagerada de la gestualidad de personalidades como el gran dictador de Chaplin, acompañado por la verborrea descontrolada y el cinismo de los hermanos Marx. Un tono cómico sin complejos ni más coartada que buscar la risa, tan efectiva para el público más pequeño, e igual de válida para el de los mayores que los acompañan.

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En el cine de animación actual se suele tratar de conseguir un entretenimiento para toda la familia con dos niveles de lectura. El primer nivel sería el visual, más enfocado a los menores de edad, sobre todo niños y que responde a lo que se ve en pantalla, es decir, a los personajes, ritmo y colorido junto a las situaciones dinámicas, propias del cine de acción. Y el segundo nivel es el intelectual, dirigido a los adultos que acompañan a esos niños. O incluso que van ellos mismo al cine sin recurrir a ir con los infantes. Este nivel se apoya sobre todo en el subtexto de muchos diálogos y en referencias cómicas o paródicas a obras anteriores que no tienen que estar necesariamente dirigidas al público infantil. Es una estrategia que ha servido para conseguir la mayor parte de los éxitos de animación mundiales en los últimos veinte años, con los estudios Pixar (y Disney) a la cabeza y el que produce este film, Dreamworks.

Y puede ser que los referentes cinematográficos de Home: Hogar dulce hogar, en su mayoría nos hagan recordar a varias películas representativas, como pueden ser La invasión de los ladrones de cuerpos, Encuentros en la tercera fase, Regreso al futuro II y Star Trek II: La ira de Kahn. Junto a otras no tan buenas como Independence Day o Skyline. Sin embargo, todas las referencias citadas y utilizadas en esta película de dibujos animados se muestran en pantalla sin buscar la complicidad de un espectador que ya haya visto o conozca esas otras historias, sino con la necesidad de construir un guión nuevo que se apoya en esos hallazgos anteriores y los renueva con acierto. Un caso muy claro es el de la invasión extraterrestre, ya que los boovs son los personajes protagonistas de la película y la invasión se muestra contada por ellos, no por los humanos agredidos.

Tim Johnson, director del film, demuestra su buen oficio orquestando un conjunto en el que el ritmo no decae. Utiliza los diversos ángulos de cámara, movimientos y transiciones de una forma tan fluida como si estuviéramos ante una película con personajes reales. Deja que las canciones de Rhianna y otros cantantes sean un apoyo -y no un obstáculo- para el desarrollo de una road movie que alterna numerosos gags visuales y dialogados, con la ternura y amistad que crece entre el extraterrestre y la niña protagonistas.

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