Volver a la tierra
Floriane decide junto a su pareja trasladarse a una pequeña aldea asturiana a unos 30 kilómetros de Villaviciosa, para vivir de lo que la tierra les pueda ofrecer y educar a sus hijos en los valores que la naturaleza les transmite. Mientras él sigue manteniendo su trabajo en Oviedo y tratan de encontrar un colegio para su hijo más cerca de su nueva residencia, ella se dedica a recopilar información entre quienes se dedican a la agricultura orgánica para poder poner en marcha su propia empresa agrícola.
Andrea cambió su Alemania natal para desarrollar su arte textil en Madrid pero, tras una búsqueda exhaustiva de un espacio natural en el que poder dar rienda suelta a sus proyectos creativos, ella y su familia decidieron instalarse en Foldada, una pedanía palentina perteneciente a la administración de Aguilar de Campoo. Creadora de la iniciativa artística multidisciplinar Kukuproject con la que pretende dar a conocer nuevas formas de expresión artística por medio de los recursos naturales, Andrea no sólo expone sus tapices y las fotografías de su pareja en su espacio sino que también fomenta la participación y la enseñanza de las distintas disciplinas que domina para todo aquel que lo desee.
Fran es periodista y hace varios años sintió la necesidad de ofrecer a los habitantes de los pueblos de la sierra norte de Madrid, una información real y a tiempo sobre los temas que les tocan de cerca y de los que ni siquiera los medios provinciales se ocupan. Él y su familia se encuentran totalmente integrados en la vida y costumbres del campo, aun con las dificultades que encuentran a la hora de acceder a una atención sanitaria inmediata o a los altos impuestos que se ve obligado a pagar por prestar sus servicios como profesor de una escuela de música tradicional, a pesar de no cobrar nada por ellos.
Los tres son los protagonistas del documental que la directora Carmen Comadrán ha dirigido bajo el nombre de La extraña elección que, tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Gijón, la Seminci de Valladolid y el Festival de Guadalajara en México, tiene un estreno limitado en Madrid a partir de esta misma tarde. La extraña elección hace alusión precisamente a la decisión de muchas personas, ejemplificadas en Floriane, Andrea y Fran, de volver de las ciudades al campo para aprovechar y beneficiarse de todos los recursos naturales que ofrece, en contraposición a la masificación urbana y a la pérdida de las raíces que ellos quieren recuperar.
Comadrán va intercalando las vidas de los tres, dejando que la cámara recoja su cotidianeidad sin entrometerse con entrevistas directas o su propia presencia en el film. Al mismo tiempo realiza una metáfora pictórica del laberinto que para ellos supone la relación entre la ciudad y el campo, la mutua dependencia entre ambos y la necesaria coexistencia para alcanzar el equilibrio y la sostenibilidad necesarias para la supervivencia de la naturaleza, y por extensión el ser humano. Así mismo, pone sobre la mesa los distintos problemas a los que se enfrentan las personas que todavía sobreviven en estas zonas rurales y las que han decidido volver a ellas. Además de las múltiples trabas burocráticas para poder ejercer las actividades agrícolas, ganaderas o artísticas que se les presentan, existen amenazas externas que hacen peligrar la vida en el campo como puede ser el procedimiento del fracking que, según sus detractores, supondría un impacto medioambiental muy perjudicial.
Quizá en algunos momentos el documental pierde parte de su esencia espontánea y de mero testigo de las rutinas de los protagonistas, al intentar que cuenten parte de su vida en diálogos con sus parejas o sus vecinos que se notan guionizados y por extensión algo forzados. Aunque se echa en falta un mayor contraste entre la vida urbana y la rural, y algo más de objetividad en cuanto a los beneficios de esta última, La extraña elección tiene la virtud de dirigir la mirada hacia la recuperación de una forma de vida que se vio relegada y olvidada por el éxodo que sufrió a mediados del siglo pasado.
