23 de abril de 2024

Críticas: Zombieland: Mata y remata

Otra vez la misma diversión, pero menos ingenio.

De 2009 a 2019, la década que separa el estreno de Bienvenidos a Zombieland y de esta secuela, ha estado copada en parte por la moda de ficción zombi, sobre todo, respaldada por la exitosa serie de televisión The Walking Dead. Aunque hubo precedentes como Zombies Party o 28 semanas después, los muertos vivientes están gozando de una segunda juventud tras su eclosión a finales de los años 60. La película de Ruben Fleischer llegó con un elenco semi desconocido, con torrente de humor e ingenio y una clara convicción de celebrar la fraternidad y el amor ante la destrucción de una sociedad podrida. Como todo buen film de género apunta un discurso político, aunque muy en segundo plano, lo primordial es la diversión a raudales. Objetivo cumplido, el cual no es nada fácil.

Un objetivo que resulta más complicado revalidar en una secuela. Afortunadamente, Zombieland: mata y remata logra este cometido repitiendo la fórmula, sorteando los obstáculos y los altibajos para que no muestre síntomas de agotamiento. En la ficción también han transcurrido diez años desde el inicio del apocalipsis zombi; el cuarteto formado por Tallahassee, Columbus, Whichita y Little Rock convive desde entonces en unos E.E.U.U. desolados y, en los últimos meses, se han instalado en la mismísima Casa Blanca. Si en la primera aventura, cada uno huía por su cuenta y finalmente formaban una extravagante familia en tiempos oscuros; en esta segunda aventura, los cuatro emprenden un nuevo camino repleto de peligros por la tozudez de la pequeña, ya una joven en edad universitaria, que quiere dejar el nido y descubrir mundo. Un mundo inseguro con una nueva amenaza mucho más temible: una especie de zombi mutante mucho más letal.

La química entre los cuatro protagonistas es la gran baza de esta segunda entrega, una de las principales fortalezas del filme original. Es curioso comprobar como diez años después todos ellos gozan de un estatus mucho más elevado, empezando por Emma Stone, convertida ahora en una de las reinas de Hollywood y con el Oscar bajo el brazo. Es de justicia señalar que ella es la mejor en Zombieland: mata y remata, demostrando una vez más sus grandes dotes en comedia. Por otra parte, Woody Harrelson se dio a conocer a las nuevas generaciones y la industria empezó a proponerle proyectos interesantes (con dos nominaciones al Oscar incluidas); la sorna de su personaje continua siendo la principal fuente de carcajadas. En cambio, la carrera de Jesse Eisenberg despegó a partir de ahí y ahora regresa con su comicidad física para interpretar al personaje más tierno. Ahora bien, si el cuarteto protagonista en muchos momentos es solo un perfecto trío es por lo desaprovechada que está Abigail Breslin y su personaje, reducida a mera excusa para desarrollar la trama del resto. De hecho, sus secuencias junto a un hippie despreocupado por los zombis son las más flojas de la cinta y carentes de gracia.

Si bien es cierto que la fórmula funciona en Zombieland: mata y remata y resulta ser una comedia divertida y gamberra en todo momento, también lo es que las sucesivas escenas se antojan más como cortometrajes inspirados y más o menos hilvanados que no en una historia con una entidad robusta. Por ejemplo, las set-pieces en la Casa Blanca o en el Museo de Elvis son estupendas, pero en el engranaje son adornos grandilocuentes y el guion se resiente (y mucho) por la tan poco interesante trama central. De hecho, pocos dudan de que lo mejor de esta secuela es su escena post créditos que, por si sola, justifica el visionado de la película, pero a su vez dice más bien poco de la misma.

El reencuentro con estas cuatro almas perdidas en la América post apocalíptica es muy divertido, pero gratificante a medias, también en las incorporaciones, no todos los nuevos personajes funcionan con la misma intensidad. En conjunto, Zombieland: mata y remata es un buen entretenimiento con un cuarteto protagonista excepcional.

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