El Olimpo de los espectros.
Se suele decir que en el amor y en la guerra todo vale, parece que en Hollywood también. David Cronenberg aterriza en EEUU (es la primera vez que rueda allí) con Maps to the stars, donde se muestra un micromundo hollywoodiense superficial y destructivo. El guión es del novelista Bruce Wagner quien conoce muy bien el mundillo ya que creció en el centro del huracán.
Los protagonistas de esta tragedia griega aspiran a ser dioses en un mundo de inmortales y, claro, eso no se consigue a base de clonazepam, de gastarte 18.000 dólares en unos trapitos o haciendo una terapia extraña con un semidios de la autoayuda que, con estilos diferentes, en ocasiones recuerda a aquel Tom Cruise de la película Magnolia de Paul Thomas Anderson.
Julianne Moore hace una brillante interpretación de una actriz venida a menos, considerada viejísima a sus más de cuarenta, perseguida por la sombra de su madre (Sarah Gadon) quien fue una gran estrella en su momento. Por su parte, John Cusack interpreta a una deidad de la autoayuda con todo el kit a sus espaldas, es decir, best seller, programa de televisión y terapias individualizadas que nada tienen que envidiar a cualquier performance que se precie. Dan miedo él y su frialdad. Todo es falso, hasta su cigarro, que es electrónico. Continuando con el recorrido de estrellas, Olivia Williams es Cristina, su mujer y también agente del hijo que tienen en común, un jovencísimo Evan Bird que interpreta a Benjie, un niño prodigio al que la fama y el dinero prematuros se le han ido de las manos. Impresiona la estampa familiar en una secuencia en la que madre e hijo están en la mesa, hablando de cifras multimillonarias y la desintoxicación del chaval como si hablaran del nuevo peinado de la vecina del quinto (la de la mansión más cercana en este caso).
La película arranca con una misteriosa Mia Wasikowska que llega en autobús desde Florida para, nada más pisar “tierra santa”, dirigirse a la limusina que tiene reservada. Allí le espera el chofer, otra vez el actor Robert Pattinson ligado a una limusina, al igual que en la anterior película de Cronenberg, Cosmopolis.
Siendo esta la fauna, pronto se irán descubriendo los vínculos que les unen. El pasado, la envidia, la traición, el ego y el egoísmo (des)orientaran a estos personajes que están bastante perdidos entre billetes y pastillas.
IMAGO, REFLEJOS, LOCURA.
En un momento de la terapia, el doctor Stafford Weiss (John Cusack) menciona a su paciente Havana Segrand (Julianne Moore), totalmente traumatizada con su madre y la infancia que esta le dio, a Imago (imagen, representación), concepto con el que trabajó el psiquiatra y colaborador de Freud, Carl Gustav Jung. Esto nos recuerda a otro film de Cronenberg, Un método peligroso, película anterior a Cosmopolis y donde se trata la difícil relación entre Jung y Freud.
La imagen, por tanto, sobrevuela durante toda la película. Por un lado la externa, es decir, la importancia de la imagen en Hollywood, la juventud como algo esencial para sobrevivir. De importancia simbólica además de narrativa son las cicatrices de la joven Agatha (Mia Wasikowska) que nos crean preguntas sobre su pasado y que poco a poco se irán aclarando. Pero también la imago, el verse reflejado en otros, persigue a estos personajes. Para muchos, la imagen de algunos familiares (o no) están en sus vidas tan presente que no les deja vivir en paz. La locura se apodera en modo de visiones fantasmagóricas que les atormentan.
Maps to the stars es un drama donde no hay héroes ni dioses, lo que hay son personas destruidas a las que no les importa destruir al de al lado en aras de su beneficio. Una historia contada con toques de humor que no por ello convierte al film en una sátira. Maps to the stars bien puede ser un espejo de la vida moderna (obviamente exagerando todo) donde muchas veces no se diferencia la realidad de su propio reflejo, lo superficial de lo fundamental.