18 de abril de 2024

Entrevistas: Jean-Pierre Améris

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Entrevistamos al director de La historia de Marie Heurtin.

Jean Pierre Améris nos recibió en un céntrico hotel madrileño a Cinemaadhoc y a colaboradores de Cine maldito, Farrucini, El Cine en la Sombra y Magazinema en mesa redonda, para charlar acerca de La historia de Marie Heurtin. Film visto en Festivales como el de Gijón 2014 y estrenado ahora en salas comerciales. La película narra la historia real de una joven sorda y ciega a finales del siglo XIX en Francia. El director nos explicó con mucha pasión, apoyada en respuestas amplias y generosas, cómo fue todo el proceso desde la documentación hasta las reacciones del público general, e incluso cómo la percibieron espectadores con diversas discapacidades auditivas y visuales.

– En otras entrevistas ha dicho que ha querido rescatar la historia de Marie Heurtin, pero quien lleva el peso protagonista en la película es la hermana, Margueritte, ¿qué datos tenía de esta hermana? 

Jean Pierre Ameris: Todo lo que aparece en la película está lo más cerca de la realidad posible. Me atrevo a decir que con esta película no he inventado nada. Siempre me había apasionado la historia de Hellen Keller de la película de Arthur Penn El milagro de Anna Sullivan, la cuestión de la comunicación y de cómo los sordos y los ciegos consiguen comunicarse, y en 2006 haciendo investigaciones encontré esta historia francesa que ocurre en la misma época que la de Keller, a finales del siglo XIX. Mientras la de Keller es conocida en todo el mundo, en Japón, en América del Sur, etc., nosotros teníamos a Marie Heurtin y no la conocía nadie, estaba totalmente olvidada en Francia. Como en muchas películas mías, primero quise hacer un trabajo de documentación y encontré un texto escrito por Marie Heurtin de unas 30 páginas que escribió cuando aprendió braille. El texto comienza cuando entró en el internado, en 1895, y decía “era un animal furioso”. Cuenta sus primeros años allí, que en su jardín era como un animalito que se subía a los árboles, cosa que nunca me hubiera imaginado, que una sordociega pudiera subirse a los árboles. Luego cuenta el encuentro con la hermana Margarita, la violencia de los primeros momentos y la idea de Margarita de enseñarle su primer signo con el cuchillo, que es algo que a mí como guionista nunca se me hubiera ocurrido incluir. La vida a veces es mucho más sorprendente de lo que lo pueda ser el cine. Marie cuenta también que vino desde Nantes sola, sin sus padres ni sus hermanos, y que en el internado sólo tenía esta pequeña navajita de su padre que olisqueaba todo el rato para que le recordara a su casa. Por eso la idea de Margarita de utilizar ese instrumento para enseñarle su primer signo fue genial. Lo sorprendente es que se sigue utilizando el mismo método actualmente. También fui al centro en el que ocurrió la historia, que ya no está regentado por religiosas, al que siguen llegando niños sordociegos, y estuve visitándolo desde 2007 a 2011 mientras escribía el guión. Pasé mucho tiempo con los niños y adolescentes y muchas cosas que aparecen en la película las vi y las viví allí con ellos. En francia hay aproximadamente unos 6000 sordociegos y sólo hay 3 centros para ellos. La película ha sido muy dura, muy difícil de financiar con un presupuesto muy pequeño, pero yo quería mostrar que la discapacidad no es horrible, que es alegre porque he visto mucha alegría en esos niños que tienen unas ganas de comunicar enormes. El primer día que llegué al centro yo tenía un poco de miedo incluso, la única manera que tenían de conocer a alguien nuevo era tocarle y olisquearle y yo pensé que cinematográficamente eso era interesante, era filmar otro tipo de comunicación.

No me parece que la historia de la hermana Margarita sea más importante que la de Marie Heurtin, es una historia de dos personajes, de un intercambio, de un encuentro que hace que se reconozcan con la punta de los dedos.

– ¿Cómo ha sido el trabajo con Ariana Rivoire para transmitir ese aislamiento inicial de Marie?

J. P. A.: He tenido mucha suerte al encontra a Ariana, que para mí es una de las mejores actrices con las que he trabajado y que ella, sorda de nacimiento, ni siquiera se había podido imaginar ser actriz. Ella estudia en un liceo profesional y quiere trabajar como auxiliar de enfermería para personas mayores. Hice mi primera película hace más de 20 años pero siempre he rodado con sordos y con ciegos, de hecho en la primera aparece la actriz que aquí hace de la hermana Rafaela que tenía 15 años en aquella época y hoy es una actriz de teatro muy importante. En Francia hay un teatro para sordos, pero sin embargo en el cine por lo general no se acude a actores sordos o ciegos, el cine está como cerrado para ellos. Y es una pena porque nosotros como realizadores nos privamos de actores que tienen un comportamiento distinto u otro lenguaje, y el cine francés, no sé si en España también, sigue estando muy cerrado a eso porque todo el mundo cree que es muy difícil trabajar con este tipo de actores y no lo es. Yo soy muy pragmático y al principio quería trabajar con una chica sordociega, en el centro había una chica de 15 años que me gustaba mucho para el papel y además hacía danza, pero se lo propuse y lo rechazó. Como no había ninguna otra chica sordociega renuncié a ello y busqué a una sorda porque el lenguaje de signos es muy importante en la película y hubiera sido más difícil que una niña ciega tuviera que aprenderlo. Hicimos un casting entre chicas sordas y un día en Chambéry vi a Ariana en el comedor del instituto y le pregunté por qué no había ido al casting. Me dijo que se le había olvidado apuntarse, pero tenía ese algo que me decía que podía ser ella, así que le hice el casting y en cuanto lo hizo supe que tenía que ser Marie. Nuestra comunicación ha sido muy buena, a veces sin tener que recurrir a la intérprete, sólo con las miradas. En una entrevista, Ariana dijo “Jean Pierre me ha hecho lo que soy” y no estoy de acuerdo. Yo vi lo que es, no hice lo que es. Ella tenía algo de Marie Heurtin, es de origen albanés, había sido abandonada por sus padres, hasta los 7 años vivió en un orfanato y estaba enfadada con el mundo por la frustración de no poder hacerse entender con los demás. Su madre adoptiva me contó que cuando llegó a Francia era violenta, sucia, rechazaba que la limpiaran, era como Marie, y el aprendizaje del lenguaje de signos la tranquilizó. Es la comunicación la que nos da paz. También observó mucho a los niños del centro de sordociegos y aprendió a poner esa mirada de ciega.

Isabelle Carré, que interpreta a la hermana Margarita, también aprendió el lenguaje de signos en unos meses y a Ariana le encantó que esta actriz tan reconocida hiciera el mismo camino que ella, se acercaron y conectaron mucho entre ellas. Me fijé mucho en El pequeño salvaje de François Truffaut para el tema de la comunicación entre ellas.

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– Ha hablado de El pequeño salvaje de Truffaut y de El milagro de Anna Sullivan de Penn, pero a diferencia de ellas esta película tira más hacia la comedia.

J. P. A.: Sí, porque hay mucho de documentación en mis películas, paso mucho tiempo documentándome y con esta he visto un placer y un gusto por la vida que quería expresarlo en la película. Es verdad que nacer sordociego es terrible pero hay que hacer algo para que su vida sea lo más abierta posible, los niños van a la piscina como los demás, trabajan con los ordenadores en braille, hay un restaurante en Poitiers donde los camareros son sordociegos, hay algunos a los que les encanta ir al cine…y tú te preguntas “¿pero un sordociego en el cine qué hace?”. Cuando se proyectó La historia de Marie Heurtin, se hizo un pase para sordociegos y sus educadores les iban explicando la película en las manos, y en el debate que hubo después fueron muy pertinentes.

– ¿Cómo ha sido recibida la película en Francia?

J. P. A.: Hemos tenido mucha suerte porque la película ha sido muy difícil de producir y de financiar, pero ha tenido un gran éxito en Francia. No ha sido como Dios mío, ¿qué te hemos hecho? Pero ha tenido unos 300.000 espectadores que han superado el miedo que puede dar la historia de una sordociega educada por una monja, y se ha beneficiado de un excelente boca-oreja. Salían diciendo que es una película que te da ganas de vivir, muy luminosa y muy alegre, y ese era mi objetivo. Por una parte es para preguntarse qué hacemos con esos niños y por otra es una película sobre la belleza del mundo que el espectador tenía que sentir. También ha habido un apoyo importante del público sordo. Hay 4 millones de personas sordas en Francia, por desgracia no todos han ido a verla, pero a los que fueron les gustó mucho cómo está tratado el lenguaje de sordos, estaban también muy orgullosos de que la actriz principal fuera sorda, que las niñas que se ven en el internado también lo fueran, y además conseguimos que en Francia todas las sesiones se subtitularan para sordos.

– ¿Qué película le ha marcado personalmente?

J. P. A.: Para mí el maestro desde siempre ha sido Robert Bresson, y por ejemplo Pickpocket es una de mis películas preferidas y también trata sobre conectarse con el otro con la mano. Pensé mucho en Bresson al hacer esta película porque era un maestro filmando las manos. Cuando era adolescente me gustaba mucho el cine fantástico y de monstruos, porque estaba muy acomplejado por mi altura. No me siento capaz de hacer una película fantástica pero sí quise acercarme a ello haciendo El hombre que ríe sobre la novela de Victor Hugo.

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