23 de abril de 2024

Entrevistas: Hermes Paralluelo

Hermes Paralluelo

Charlamos con el director de No todo es vigilia

Se estrena en salas de Barcelona y Madrid el segundo largometraje dirigido por Hermes Paralluelo. Después de participar en numerosos festivales internacionales de cine como la 62ª edición del de San Sebastián o el de Mar del Plata, además de recibir entre otras, una mención especial en los premios al Cine Latino del PSIFF. Más allá de los galardones y de un año y medio de trabajo entre ensayos y el rodaje, lo más importante ha sido estrenar la película en cines. Una suerte para el propio director, para sus abuelos y también para Cinema ad Hoc porque pudimos conversar con Hermes, una persona generosa y que transmite paz durante nuestro encuentro.

– Felisa y Antonio son tus abuelos. En el momento de comenzar No todo es vigilia ¿la iniciativa sobre lo que iban a mostrar era toda tuya o partió también de ellos en el momento de rodar e interpretar?

Hermes Paralluelo: Sí, ellos son actores realmente. O sea, antes de hacer la película ellos no lo eran, pero después de esta primera experiencia no se puede negar que ahora sí lo son. Yo creo que han hecho un trabajo muy bueno, muy sólido, se han esforzado mucho, quizás han dado mucho. Los personajes beben totalmente, al cien por cien, de las personas que son ellos, que los interpretan. Todo se construye en base a ellos. Los diálogos ya estaban escritos antes de hacer la película. Al decir que estaban escritos me refiero a que eran parte de sus vidas y yo había escuchado muchas veces cómo me habían explicado esas mismas historias. Entonces con esos elementos fui proponiéndoles una línea dramática. Nunca hubo un guión escrito totalmente. La idea era que las particularidades y lo que les sucedía, marcara esa línea y yo tenía que encontrar la forma de relacionar todas esas imágenes.

– Pero viendo la película sí parece que exista una progresión dramática desarrollada en dos partes ¿No existía esa estructura previa?

H.P.: Estaba esa línea dramática que sí quería seguir y que fuimos descubriendo en los ensayos con lo que les iba proponiendo y lo que surgía entonces. De todas maneras yo planteo la película mucho como una película de ficción porque hemos trabajado como en una de ellas, salvo en que no tiene un guión previo. Pero en el rodaje no hay distinciones con una de ficción, pensando en una luz determinada, una puesta en escena muy cuidada y que exprese un poco los sentimientos de ellos. En base mucho también a las repeticiones y a llegar a un texto afinado.

– Tal como dices, ese tratamiento formal propio de la ficción con sus elementos audiovisuales llega incluso al uso de recursos que se escapan del naturalismo ¿Tenías pensado realizarlo de esta forma o surgió así en el rodaje?

H.P.: Yo empecé la película con una necesidad de retratarlos a ellos. Ése es el germen de la película, la necesidad de tener en imágenes un retrato que haga justicia a la belleza que yo reconozco en ellos y que se vean bien sus rostros, sus expresiones, sus voces, su manera de respirar, su manera de caminar, sus historias, todo ese retrato complejo que son ellos. Y al estar retratándolos, necesito la ficción para llegar a muchas verdades. El retrato me evoca muchas cosas para las que necesito utilizar todos los recursos expresivos de la ficción a mi alcance, a los sucesos que les pasan a mis abuelos. Por ejemplo el momento en que Antonio ve a dos «Felisas». Mi abuelo tuvo esta vivencia realmente. El me relató que le internaron, estaba en la sala de urgencias, miró hacia un lado y vio a su mujer. Miró hacia el otro y vio a su mujer. Se quedó pensando cuál de las dos era su mujer. Es una experiencia vital suya y es importante porque está vinculada con un sentimiento muy concreto de su mundo, tiene que ver con que él siente que debe cuidarla a ella aunque él se encuentre mal, pero se siente responsable, no cabe en su cabeza no poder hacerlo. El mira una pared y ve a Felisa, la tiene tan grabada en la mirada que para él siempre está en todos los sitios. Entonces yo tenía que expresarlo de alguna manera cinematográficamente.

No todo es vigilia
No todo es vigilia

– ¿Tiene que ver también por el estado en que se encuentra Antonio, por un estado de somnolencia o de encontrarse medicado?

H.P.: Sí. Y es esta inquietud también de que la película se centre en expresar la subjetividad de ellos, la de mi abuelo, su manera de percibir el mundo. Y su subjetividad es el estado de vigilia, estar despierto, pero también son otros estados como el del sueño, los deseos o los delirios. Todo eso tiene que ver, para mí, con lo esencial de su manera de ver el mundo, de sentir. Y en la película debe encontrar un equilibrio, de convivir sin que algo esté por encima de lo otro.

– Cuando vemos el plano con la fotografía que retrata a tus abuelos cuando eran jóvenes, es la única vez que ninguno de ellos aparece en pantalla directamente, se quedan en off hablando.

H.P.: Sí yo veo ese plano y a veces pienso que es la escena del baile, porque mi abuelo, a veces bromeando en el rodaje me decía ¿cuándo vamos a hacer la escena del baile?

Veo ese plano y les veo que están bailando, que ese momento pasado está muy vivo en ellos y les da cierta seguridad revivir ese pasado. Una seguridad que encuentran en el pasado y no en el presente, es su manera de vincularse ahora y en lo que les está pasando y les hace unirse, les da fuerza.

– ¿De dónde viene el título de tu película, de esa sensación que has comentado o viene de una cita literaria?

H.P.: Sí, viene de ahí y es la mitad del título de un poema y libro de Macedonio Fernández, un escritor argentino. Se titula No todo es vigilia la de los ojos abiertos que trata de los distintos estados perceptivos que hay, y que muchos pueden ser más lúcidos para interpretar el mundo que el estado de estar despierto, el de la vigilia.

– Tu nueva película, Errantes, que preparas junto a Camila Rodríguez ¿también es un documental? ¿Tienes otros proyectos en marcha?

H.P.: Sí, es un documental que se rueda en Cali, sobre una habitación de un hotel y distintos huéspedes que pasan por allí. También estoy pensando en hacer algo aquí en España. Hay muchas cosas de la situación de ahora, de mis abuelos, que también me inquietan. Vamos a ver si se puede. Lo que pasa es que ya se han hecho muy mayores y dos años para ellos es una infinidad de tiempo. Es complicado y como dice mi abuelo están en el canto del pozo siempre, a punto de caerse. Nosotros a veces pensamos que vamos a vivir para siempre.

No todo es vigilia 2
No todo es vigilia

– ¿Cuáles son tus referencias cinematográficas o artísticas?

H.P.: Supongo que muchas. Hay grandes creadores que han configurado mi sensibilidad. Uno puede ser el poeta Macedonio Fernández, el escritor del título que decía antes. Otro es el músico Atahualpa Yupanqui que creo que tiene una manera de ver el arte y el lugar que el arte debe ocupa. Y cómo se debe disolver en los seres humanos y debe llegar hasta el anonimato para llegar a ser el más enorme.

Y cineastas como Ozu por ejemplo, que se ha metido en mi sensibilidad desde hace mucho tiempo. O ahora Pedro Costa me interesa mucho también, todos los trabajos de él. Cómo retrata una comunidad y cómo permanece con esa comunidad. No hace algo fugaz y se va, sino que se queda allí y explica la historia de ellos. Eso no me parece menor porque normalmente la historia es para los victoriosos, para los ricos, los poderosos, los grandes militares. Pero no para los humildes. Él está escribiendo esa historia de los humildes como se debe hacer, con todos los honores.

– ¿Qué te ha parecido la acogida de No todo es vigilia en los festivales a los que se ha presentado?

H.P.: Sí, estoy muy contento. He podido viajar a varios países y he visto cómo la gente se ha emocionado con la película. En América del Norte y del Sur, por Europa. Ahora se pasará también en Taiwan. Me gusta que mis abuelos vayan viajando por ahí y los vayan conociendo. Todo el mundo me manda saludos para dárselo a ellos cuando los vea.

Por Pablo Vázquez Pérez y Sergio de Benito

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