#Sequence
Como si de una película de terror de serie B, o incluso un telefilm de sobremesa se tratara, unos rótulos al comienzo de Fish & Cat nos informan del caso de un restaurante iraní en el que se descubrió que sus responsables cocinaban carne humana de personas que habían desaparecido misteriosamente. Tras esta explicación, una secuencia cargada de intensidad somete a un joven perdido en su camino hacia un campamento al inquietante interrogatorio del dueño de un destartalado restaurante en mitad de la nada. Todo indica que nos disponemos a ver un slasher, el primer slasher iraní que además está rodado en un único plano secuencia tal como se publicita en esta edición del Atlantida Film Fest. Sin embargo, sería un error caer en el condicionamiento previo de esperar encontrarse una historia de terror convencional, y aun más el pensar que la utilización de un plano secuencia de 134 minutos de duración responde a un intento de experimentar con el lenguaje narrativo sin más finalidad que la de epatar técnicamente. El director Shahram Mokri, responsable también del guión de la película, se vale esta herramienta para introducirnos en un laberinto argumental del que no parece haber forma de salir.
Mokri se introduce en el bosque tras los dueños del restaurante del prólogo en lo que parece el seguimiento del cazador en busca de su presa. Sin abandonar el mismo plano, la cámara se desvía para centrarse en dos nuevos personajes que son introducidos en la película a través de un cambio en la forma de narrar. Mediante una voz en off conocemos a un hijo que se siente preso de un padre que no comprende sus ansias de libertad, y a un padre que vive anclado en un amor del pasado al que venera por encima de todas las demas cosas que le rodean. De nuevo la cámara se mueve para seguir al hijo que, sin mirar atrás, abandona a su padre para adentrarse en el bosque y emprender rumbo hacia el mismo campamento al que se dirigían los primeros jóvenes que se cruzaron con los dueños del restaurante.
A partir de ese momento, el mecanismo del plano secuencia cobra todo su significado y su razón de ser al replegarse una y otra vez sobre sí mismo dentro de un bucle espacio-temporal en el que va narrando una misma secuencia bajo distintas perspectivas. Como un déjà vu constante, los personajes forman parte de un trayecto que se repite una y otra vez en un mismo lapso de tiempo, además de realidades alternativas fruto de sus propios deseos, en el que cada vez se añaden más detalles que terminan por completar la historia de una manera insólita. Y todo sucede en un entorno en el que la atmósfera plomiza que lo inunda se mezcla con la inquietud que Mokri sabe imprimir con un inteligente uso del fuera de campo, además de con la utilización del sonido con el que consigue aumentar la sensación de que algo terrorífico está siempre a punto de suceder.
Fish & Cat es una película que fascina por el juego de realidades que propone, por un guión que no pretende llevarnos por un camino fácil de descifrar. ¿Es una ensoñación? ¿Es una leyenda? ¿Lo que vemos es una realidad en sí misma o varias realidades mezcladas entre sí según la persona a la que vemos en pantalla en ese momento? Puede quizá que todo forme parte de un suceso que aconteció en otro tiempo y que se repite en un intento de introducir un elemento sobrenatural, o que simplemente estemos ante una metáfora de una juventud que intenta inútilmente escapar de la sociedad arcaica en la que vive. Sea cual sea la teoría elegida, es indudable que el experimento que la película de Mokri plantea perdura durante días después de su visionado, aumentando aun más si cabe el poso que deja una vez que acaba.