20 de abril de 2024

Críticas: Anacleto. Agente secreto

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Los agentes secretos no tienen hijos.

James Bond no tiene hijos, Jason Bourne no tiene hijos, le reprocha Adolfo a su padre tras saber que sus vidas siempre han estado en peligro por la condición de aquel de agente secreto. Tras la fachada de payés productor de fuets en su masía, cual protagonista de idílico anuncio de embutidos y pizzas, se encuentra el mítico agente secreto Anacleto (el de los tebeos, sí). Un Anacleto distinto al que Vázquez dibujara a mediados de los años 60: ya no es un joven atolondrado que resuelve siempre por casualidad las misiones que el Jefe le encarga, sigue teniendo el pelazo que le caracterizaba pero ha pasado del negro más absoluto al blanco ceniciento propio de un hombre que se acerca a su jubilación. Hace 30 años que Anacleto encerró, por fin, a su archienemigo El malvado Vázquez en una prisión súper segura y súper secreta en mitad del desierto, ¿qué ha sido de su vida durante todos estos años?

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Anacleto: Agente secreto responde a esa pregunta con un guión que dibuja una parodia de la parodia que ya eran las historietas de este espía patrio ideado por Manuel Vázquez. Entradas secretas con contraseñas absurdas, gadgets pasados de moda y una estética totalmente anacrónica que invade los despachos del cuartel general, son parte de la mucha esencia que conserva la película con respecto al cómic. Pero más allá de estos detalles, no se trata como se puede suponer de una adaptación al uso del cómic clásico, ni recupera el testigo de Fesser o de Miguel Bardem en sus respectivos Mortadelos tan fieles, al menos en apariencia, a los tebeos de Ibáñez. Javier Ruiz Caldera se acerca al personaje de Anacleto desde una perspectiva muy alejada del original pero al mismo tiempo sin perder su carácter, y eso se consigue a través del guión de Pablo Alén y Breixo Corral, con quienes ya trabajara en Tres bodas de más, junto con Fernando Navarro.

Entre los tres imaginan lo que pudo haber sido la vida del agente secreto tras su última misión publicada, entre guiños a la saga Bourne, a El superagente 86, a La jungla de cristal o al mismísimo Superlópez que pronto tendrá su versión cinematográfica también de la mano de Ruiz Caldera, y nos presentan a un Anacleto que poco tiene que ver con el original, pero que sin embargo tiene en su hijo la viva imagen del personaje de los tebeos. El Anacleto de Imanol Arias es elegante, discreto, astuto, minucioso, implacable y ante todo riguroso con su trabajo. Adolfo por el contrario es ingenuo, torpe e irresponsable pero sale bien parado de los ataques que sufre por parte de los secuaces de Vázquez, tal como recordamos de las viñetas. Sin duda lo más novedoso de esta revisitación de Anacleto es la posibilidad abierta que dejan los guionistas de que el personaje sea, cual James Bond, una leyenda al margen de la identidad real de quienes le dan vida en un momento u otro.

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A pesar de ciertos descuidos técnicos y un humor irregular, en ocasiones demasiado negro, en otras demasiado repetitivo y pendiente de buscar la risa fácil pero en general más que efectivo cuando las escenas tienen un desarrollo lógico y no se trata de gags aislados, Anacleto: Agente secreto sale airosa gracias en buena parte al trabajo de un elenco de secundarios que aporta el punto disparatado del cómic al dúo protagonista, y entre los que cabe destacar a Berto Romero y Rossy de Palma. Al igual que Schwarzenegger apuntaba en Terminator: Génesis que su personaje estaba viejo, pero no obsoleto, este Anacleto repite en varias ocasiones que está demasiado viejo para esto, pero en su caso ha encontrado al sustituto perfecto. Veremos si el personaje vuelve a renacer en el cine con las facciones de Quim Gutiérrez.

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