25 de abril de 2024

Críticas: Rock the Kasbah

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Hacemos esto solo por el dinero.

We-re only in it for the money se tituló el disco de Frank Zappa and the mothers of invention, editado en 1968. En su portada se parodiaba la cubierta del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles. Casi cincuenta años después podemos aplicar esta frase al estreno de Barry Levinson promocionada con un buen póster que recuerda al del L.P. Hotter than July de Stevie Wonder cruzado con alguno de Bob Marley. Con Bill Murray de protagonista en la piel de Richie Lanz, un agente musical cuyo mayor triunfo fue salir en  fotos con superestrellas del rock de los años setenta; y que ahora sobrevive timando a cantantes amateurs, buscándoles actuaciones a soñadores con buenas voces pero maneras equivocadas para triunfar en el escenario. Durante la actuación en un bar de copas de Ronnie -su secretaria y artista principal en la agencia- un proveedor le ofrece un contrato para actuar ante las tropas norteamericanas en Afganistán.

El planteamiento de Rock the kasbah prometía elementos suficientes para conseguir una comedia irreverente al estilo de M*A*S*H* o Trampa 22 con un conflicto bélico de fondo, mezclados con una mirada crítica a los programas de talentos musicales que reinan en las parrillas televisivas de medio mundo, desde hace tantos años ya. Sin embargo el ácido se queda fuera de la ecuación porque no existe oposición hacia la intervención armada de los todopoderosos USA en territorios extranjeros, al menos no demasiado patente. Tampoco parece en desacuerdo con la proliferación de cantantes preocupados antes por el triunfo que por su propia superación personal.

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Desterrada esta posible crítica o indignación hacia los medios y poderes ¿dónde queda el interés en esta comedia? Comencemos por el trabajo interpretativo de Bill Murray, protagonista total, capaz de levantar un personaje antipático sin resultar aborrecible, consciente de su imagen de marca y de haber tenido mejores diálogos. Secundado por Kate Hudson en buena forma cómica, aunque con un papel de prostituta algo deudor de Irma la Dulce. Acompañada de Zooey Deschanel en un convincente papel de mujer a la fuga. Y con Bruce Willis madurando como el buen vino, en un papel de mercenario real, no como los mercenarios que perpetró con la pandilla de Sylvester Stallone y otros forzudos.

El resultado final es una producción de unos quince millones de dólares que, por lo visto no fueron suficientes para pagar los derechos de Rock the casbah, el tema original de The Clash que planea como un auténtico mcguffin durante todo el metraje. Aunque la lista de canciones que nos presenta el film sea un buen regalo para las orejas, haciéndole un favor sobre todo a Cat Stevens, con la inclusión de hits suyos como Wild world  y Peace train, aportando también uno de los momentos más graciosos en los que se refieren a él por su personalidad actual, Yusuf Islam.

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Rock the Kasbah es un producto bien rodado e interpretado, pero escrito con poca fuerza. Con una caligrafía visual, por parte de Levinson y su segunda unidad, que funciona mejor en las secuencias de acción que en los playbacks de los temas musicales. Que tampoco saca bien partido del escenario de rodaje en Marruecos, porque aquello vemos que no se parece a Afganistán por mucho cartel explicativo que lo preceda. Pero que quizás mantenga en marcha las cuentas corrientes de varios profesionales veteranos que ya nos han proporcionado mejores diversiones en ocasiones anteriores.

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