8 de octubre de 2024

Sesión DOCMA: José Luis Guerín

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Sesión triple de José Luis Guerín.

En la semana del 13 al 17 de junio, la Asociación de Cine Documental (DOCMA) ha programado un seminario impartido por el director José Luis Guerín. “Percepciones de lo real” es el título de este curso, que ha escogido la sala Borau de la Cineteca como lugar de encuentro. En la jornada del jueves, el propio director mostrará una selección de su obra. Se trata de una sesión inédita hasta la fecha, compuesta por Dos cartas a Ana (2011), El zafiro de San Luis (2015) y  Carta #3 de José Luis Guerín a Jonas Mekas, este último un fragmento de la película epistolar Correspondencia Jonas Mekas – J. L. Guerín (2011). Dos cortos y un mediometraje que versan sobre los orígenes del cine, sus antepasados artísticos y las maneras de encararlo.

Dos cartas a Ana
Dos cartas a Ana

El español es un director interesado por el punto de partida de su arte. En la carta a Jonas Mekas se establece un juego en la introducción del relato: la propuesta consiste en recordar las películas de principios del siglo XX, esas que las personas que construyeron los viejos edificios que ve desde su ventana habrían visto en tal época. Mediante el juego de luces y de efectos visuales, el director viaja a los albores del cine mudo para imitar las texturas e incluso evocar la tenebrosa mano de Nosferatu, dibujada como sombra en la pared. El juego con las sombras es a su vez un punto de anclaje en los antecesores del cinematógrafo –las sombras chinescas– y un puente que conecta a esta obra con Dos cartas a Ana, un díptico que prescinde del sonido y se construye de manera exclusiva a partir de la potencia de sus imágenes y de unos intertítulos que desglosan línea a línea las misivas a las que alude el título.

La primera de ellas recorre la vida de Plinio el Viejo, un estrepitoso adelantado a su tiempo, quien juraba, en el siglo I, que el arte de la pintura estaba a punto de morir. La segunda evoca los parajes de la Corinto clásica para narrar una historia de amor entre el trazo y la sombra. En ambas, el gusto por el blanco y negro viaja hacia las texturas impresas en la sutileza visual del mejor cine mudo y se vale del juego de sombras para evocar ideas, trazar imágenes y dibujar sentimientos. El peso de la Historia del Arte es notorio, ya sea desde la propia pintura, que hace bien en tomar como referente constante para el arte cinematográfico, o desde el relato de mitos clásicos. Una idea que construye otro puente, esta vez con El zafiro de San Luis.

El zafiro de San Luis
El zafiro de San Luis

En este mediometraje el estilo se contiene, pero las temáticas se mantienen. Con un acabado técnico que podría asociarlo al documental televisivo del estilo Canal Historia, la sencillez de medios no debe despistar a la mirada, pues el enfoque dista del lugar común. El autor se sitúa en la Isla de Ré, en Francia, para trazar una revisión histórica acerca del esclavismo, en clave de aventura marítima. Partiendo de la Catedral de San Luis, en La Rochelle, Guerín se adentra en una de las capillas de la misma e inspecciona uno de los cuadros que la decoran. Entre realidad y ficción, el director reconstruye los sucesos que desembocaron en lo que en este lienzo se representa. Nuevamente, el arte pictórico se sitúa en el centro del relato.

El tercero de los films del realizador, la citada carta a Jonas Mekas, parte del juego referencial anteriormente comentado para profundizar en la cinefilia y acercarse al oficio de la crítica de cine. Sin abandonar en ningún momento el blanco y negro, el español teje un retrato forzosamente fragmentario de una persona a la que conoció por poco tiempo y en circunstancias muy especiales, pero que le marcó. Esta persona es una joven crítica de cine, programadora y editora eslovena a la que conoció en el festival de cine de Lisboa. Si en un principio la relación se establecía entre una periodista y un cineasta, este último terminó por ser el interesado en captar la esencia de la persona a la que en principio le tocaba tal función. La joven se instala en el centro del encuadre y, entre sonrisas tímidas, dolorosas confesiones de la turbulenta situación en su país y mirada melancólica, atrapa el fotograma y lo modula a su antojo. Hay magnetismo en su presencia, y Guerín era consciente de ello. Su trágico asesinato en Manila, poco tiempo después de haberla conocido, provocó que el autor español ordenara el metraje y le diera forma para convertirlo en una suerte de homenaje agridulce sobre la figura de una cinéfila que escapó de su país ante la incapacidad para encontrar respuestas a sus inquietudes y encontró la muerte, inesperada, repentina y violenta. Guerín empalma un primer plano de la mujer con los árboles primaverales que al principio del corto asomaban por la ventana, y con ello reflexiona acerca de la fugacidad de la vida, de la belleza de la naturaleza y su condición caduca.

Carta 3 a Jonás Mekas
Carta 3 a Jonás Mekas

Tres fragmentos de una ya extensa filmografía, tres arrebatos de amor al arte, al cine y a la vida por parte de un documentalista consagrado en el circuito de festivales internacionales pero todavía desconocido para el gran público español, incluso para buena parte del pequeño. Esta es, pues, una manera de descubrir su mirada personal, su aproximación al audiovisual. Un viaje en el que el propio autor hará de guía, al participar en el coloquio posterior a la proyección, junto a Samuel Alarcón, director del programa El cine que viene. Una oportunidad para descubrir los diálogos entre el documental y la ficción, para alejarse de los lugares comunes de este tipo de realización y para acercarse a la figura del artista que lo ha hecho posible.

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