28 de marzo de 2024

D’A Film Festival 2018: Crónica 2

2ª crónica desde el D’A.

Es difícil añadir algo más a todo lo que ya se ha dicho sobre Good Time, sin duda una de las grandes películas que nos dejó 2017. Los hermanos Benny y Josh Safdie mantienen el nivel tras la notable Heaven Knows What y terminan de consolidar su estilo caracterizado por una estética muy personal, un buen trabajo de guión (en los que siempre interviene Joshua), unas interpretaciones muy naturales y unas cuidadas bandas sonoras. Si en el acompañamiento musical de Heaven Knows What nos encontrábamos con nombres como Ariel Pink, Tangerine Dream, Burzum o el pionero de la música electrónica Isao Tomita, es esta ocasión ha sido Daniel Lopatin (AKA Oneohtrix Point Never) el que ha realizado una banda sonora que encaja a la perfección con la película y que recuerda tanto a Isao Tomita como a grandes de las bandas sonoras realizadas con sintetizadores como Vangelis o John Carpenter.

Dejando a un lado la música, Good Time destaca por su espectacular ritmo que hila inteligentemente escenas de acción, robos y persecuciones, dejando al espectador en tensión durante la mayor parte del metraje. Entre carreras y planes fallidos, la película también cuenta con unos diálogos muy bien escritos junto a unas magníficas interpretaciones, especialmente Robert Pattinson en el papel de un rufián descarado y con gran ingenio, capaz de engañar a cualquiera se ponga por delante. Ben Safdie, que en la película interpreta a su hermano mentalmente discapacitado, tampoco se queda atrás y ofrece una brillante interpretación.

Para más INRI, la película también sobresale en el plano formal, jugando con colores y luces y ofreciendo grandes momentos como el plano cenital de la persecución final o la conmovedora escena que acompaña los créditos. En definitiva, toda una experiencia que merece la pena vivir en un cine.

Grain

Grain es, quizás, unas de las pocas películas de la presente edición del festival que realmente justifica su utilización del blanco y negro, aprovechando las posibilidades de las luces y las sombras y creando imágenes bastante potentes durante el primer tercio del film. Sin embargo, conforme la película avanza se hace más difícil recrearse en lo estético y no queda más remedio que prestarle algo de atención a una historia de ciencia ficción poco inspirada, con un ritmo nefasto y, en general, muy mal escrita.

En esta película, el director turco Semih Kaplanoglu nos sitúa en un futuro post apocalíptico en el que el cambio climático ha extinguido la vida en gran parte de la Tierra. Una crisis agrícola obliga a un especialista en semillas a traspasar la barrera magnética que protege la ciudad del desolado mundo exterior con el objetivo de encontrar a un investigador que podría conocer la solución al problema. No sólo se trata de una propuesta algo trillada, si no que además los diálogos son mediocres, los personajes son clichés andantes y el mensaje central de la película es un batiburrillo de ideas new age sin pies ni cabeza.

Cuando el protagonista abandona la ciudad, parece que vayamos a asistir un travesía enigmática e introspectiva, remitiendo durante las primeras escenas a la mítica Stalker, pero esto no dura demasiado tiempo y durante el tramo final ya no hay nada a lo que agarrarse para intentar salvar la película.

The green fog

Contra todo pronóstico, la película experimental The Green Fog abarrotó la sala en su única proyección y encabeza a día de hoy el premio del público del festival, que se conocerá el próximo lunes. Este nuevo trabajo de Guy Maddin junto a Evan Johnson y Galen Johnson está construido con material de películas y series de televisión producidas en San Francisco, que en conjunto crean una hipnótica reinterpretación de Vértigo de Hitchcock.

Pese a que The Green Fog ofrece grandes momentos y unas conexiones muy interesantes entre fragmentos aislados, la película queda eclipsada por propuestas de reapropiación semejantes como sería el caso de la recientemente estrenada ★ de Johann Lurf o trabajos de genios como Peter Tscherkassky o Martin Arnold.

Mrs. Fang

Mientras que en documentales como el reciente Wild Wild Country se utiliza un tono y un montaje más propio de una película de ficción, el director chino Wang Bing está revolucionando el formato haciendo exactamente lo contrario, a través de una realización casi amateur consigue invisibilizarse por completo, convirtiendo así al espectador en un testigo directo de lo que está sucediendo.

En Mrs. Fang, premiada con el Leopardo de Oro en Locarno, Wang Bing captura los últimos días de la señora Fang, una anciana con alzheimer en fase terminal que espera la muerte en su casa rodeada por su familia. El documentalista chino explora en profundidad el rostro de esta anciana y su mirada perdida a través de largos primeros planos, intercalados con los diálogos y actividades que realiza su familia mientras velan por ella.

A diferencia de Ta’ang, su anterior documental, en esta ocasión nos encontramos con tomas más largas y apenas un par de localizaciones, principalmente la pequeña casa de la señora Fang y un río cercano en el que algunos de los familiares pescan por las noches usando cañas electrificadas. En una entrevista para Cinema Scope, Wang Bing aclara que durante el rodaje del documental se dio cuenta de que debía describir también la aldea donde la señora Fang había vivido tantos años, su ambiente, así que por ello decidió incluir las escenas de la pesca nocturna.

Podría abrirse un pequeño debate moral en torno a esta película, ya que la señora Fang había perdido ya sus facultades cuando el director comenzó a rodar. Sin embargo, el trabajo Wang Bing transmite tal respeto por esta anciana en sus últimos días y por su familia, que es complicado juzgarle por mostrar un momento tan íntimo como este.

Si bien no logra superar el nivel de la sobresaliente Ta’ang, Mrs. Fang ha sido una de las propuestas más arriesgadas e interesantes del festival.

Hannah

Como le pasaba a Nobuhiro Suwa con Jean-Pierre Léaud en El león duerme esta noche, Andrea Pallaoro ideó Hannah para ser protagonizada únicamente por Charlotte Rampling, actriz a la que hemos podido ver en películas de Luchino Visconti, Woody Allen o Lars Von Trier. Lo cierto es que el papel de esta veterana actriz le viene como anillo al dedo, pero su notable actuación no es suficiente para levantar la película.

Se puede apreciar en Hannah la influencia de cineastas como Haneke, grandes retatradores de la miseria humana, la desesperación y el dolor. Sin embargo, la película de Andrea Pallaoro no consigue alcanzar la profundidad de sus referentes y a la mitad del metraje queda ya claro que la película es una encadenación de escenas que funcionan de forma autónoma y cuyo único fin es que nos compadezcamos de la protagonista.

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