Cine británico producido en serie.
La segunda edición del BCN Film Fest arrancó el pasado mes de abril por todo lo alto con la visita de Mike Newell para presentar su último trabajo, La sociedad literaria y el pastel de piel de patata, una película tan británica que es ideal para acompañar el té de las cinco. No hay nada revelador en ella, ningún riesgo, nada destacable, solo un mero entretenimiento para el público más adulto (las señoras o les tietes como gusta llamarlas en la ciudad condal), un guion complaciente con los buenos sentimientos y, en última instancia, una oda a esas pequeñas historias que engrandecen a los personajes y a los espectadores.
La película narra el viaje y las vivencias de Juliet, una joven y prometedora autora londinense, en la Isla de Guernsey tras la II Guerra Mundial que estuvo controlada por los nazis. La protagonista pretende escribir una novela que recoja las experiencias de sus habitantes durante los años del conflicto y en el proceso de documentación descubre las vidas de unas personas singulares y un entorno social particular, muy arraigado en sus habitantes y diametralmente opuesto a su rutina londinense. La inspiración artística surgida por el conocimiento absoluto de la realidad a la que apela el relato literario y un homenaje a las nuevas amistades que han aportado las vivencias personales.
El principal problema de La sociedad literaria y el pastel de piel de patata es que nunca se aleja del molde del denominado cine de tacitas, eso sí siempre desde la corrección de las producciones históricas del cine británico, pero sin la suficiente entereza como para insuflar de emoción un relato tan trillado como este. Sin ir más lejos, La librería de Isabel Coixet plantea los mismos temas con más enjundia. También es cierto que el gran número de personajes principales ocasiona un desarrollo algo atropellado y que la película abrace las dos horas de metraje cuando tampoco tiene nada relevante por contar más allá de su sinopsis y conclusión.
La corrección británica a la que se aludía en párrafos anteriores suele traducirse, más allá del impecable diseño de producción y vestuario, en una buena música (en este caso, sin ser muy destacable) y en un elenco en estado de gracia. Así es, sobre todo, su protagonista Lily James que ofrece uno de sus mejores trabajos hasta la fecha en un papel ideal para ella: risueño, luminoso y repleto de matices. A su lado, Matthew Goode, Penelope Wilton y Michiel Huisman completan un reparto principal notable, aunque cabe destacar a Katherine Parkinson, actriz que se prodiga en la TV británica y ha resultado ser un gran descubrimiento.
La sociedad literaria y el pastel de piel de patata es una película inofensiva: no despertará grandes pasiones, pero tampoco puede ser diana de grandes críticas. Un film impersonal (la carrera de Mike Newell está lleno de ellos) con mucho amor hacia la literatura y su poder curativo en situaciones adversas.