Raúl de la Fuente: «Echo de menos a Kapuściński porque me inspiraba, guiaba e interpretaba el mundo a través de su literatura».
– ¿Por qué decidiste adaptar un ensayo de Ryszard Kapuściński? (podéis leer la reseña de Un día más con vida en nuestra crónica de San Sebastián)
Raúl de la Fuente: Porque desde muy joven ha marcado mucho vida, me gusta su literatura y me inspiró a viajar a África. Ahí se creó una especie simbiosis entre los dos, porque contra más viajaba por toda África, más entendía sus textos. Llegó un momento en el cual cuando le leía y releía, sus textos son muy visuales y poéticos, empezaba a ver películas en esos párrafos. Por ello decidí hacer una película sobre Kapuściński y escogí Un día más con vida porque es su obra favorita, pero la razón principal es porque la estructura del libro es cercana al guion cinematográfico con un planteamiento en tres actos. Es una historia apasionante, en plena Guerra Fría con Estados Unidos y la URSS luchando por el control del mundo y, en este caso, con un tablero de ajedrez que es Angola. La historia además es una mina de oro, porque tiene muchos elementos: espías, agentes cubanos, la CIA, Fidel, Kissinger, mercenarios, niños soldados…
– ¿Por qué decidiste contar esta historia desde la animación?
R. d. l. F.: No hay una razón concreta, simplemente fue un flechazo. Releyendo Un día más con vida, junto a la productora y co guionista Amaia Ramírez, de repente nos la imaginamos en animación. Todo vino porque hay una escena en el libro, La ciudad de madera, en la cual Kapuściński describe como los portugueses, ya en su última acción colonizadora, deciden empaquetar todos sus bienes y salir de un país que ya no les pertenece y en el que no son bienvenidos. Esta escena narra una ciudad de madera que se crea en el puerto de Luanda cuando empiezan a apilarse contendores de madera con todos los bienes de los portugueses. Una gran ciudad de madera se erige mientras que la de hormigón es destruida por la guerra. Es una escena muy poética y la animación me parecía la herramienta adecuada.
– La animación es hiperrealista…
R. d. l. F.: Buscábamos que la animación, usando la técnica de la motion-capture, tuviera movimientos muy reales y humanos para que el espectador pudiera empatizar con los protagonistas y, a su vez, buscábamos un look cercano a la novela gráfica que apela a nuestra infancia y adolescencia con todo el romanticismo que esto conlleva.
– ¿Tú te ocupaste más de la parte narrativa de la película y Damian Nenow, el co director y miembro del estudio polaco de animación Platige Image, de la parte animada?
R. d. l. F.: El proyecto nace en mí, pero con Damian siempre decimos que hemos dirigido la película al 50%. Todas las ideas principales y narrativas las hemos tomado juntos. Siempre estuve muy encima del proceso de animación, pero Damian sí es cierto trabajaba mucho más esa parte con todo el equipo de animación porque es su profesión, pero, por ejemplo, yo viajé a Angola y él no. Durante las jornadas de motion-capture trabajé con los actores el acting. De la parte técnica me encargué más de la música y el sonido.
– La mayoría de tus cortos y documentales anteriores también son historias focalizadas en África. De ahí se desprende una gran pasión por el continente y también deja entrever una documentación e investigación mucho mayor que el libro de Kapuściński. ¿Es así?
R. d. l. F.: ¡Muchísimo! Un día más con vida nos ha llevado 10 años de vida. Nació la idea en 2008 y ahí empezaron cuatro años y medio de búsqueda de financiación y, sobre todo, de investigación. Por ejemplo, viajamos a Angola para seguir las huellas de Kapuściński, 40 años después rehicimos el mismo viaje y acompañados de las mismas personas con las que compartió el horror de la guerra. Fue un viaje de prospección muy interesante que nos permitió conocer mucho mejor la visión del autor y la guerra, pero también incorporar la visión de los supervivientes. Uno de los objetivos de la película es responder a las cuestiones que Kapuściński se planteó años después de la publicación de Un día más con vida cuando escribió un epílogo preguntándose qué será de «su querida Angola» y de todos sus conocidos (Arthur, Farrusco…). Decidí dar las respuestas y añadir otro ángulo de narrativa a la historia original.
– ¿Por qué estos testimonios reales no son en animación?
R. d. l. F.: Porque decidimos desde buen principio que iban a aparecer en pantalla sin animación solo personajes muy vinculados a Kapuściński. Así pues aparecen Arthur, Farrusco y Luis Alberto, tipos increíbles que encontramos y seguían vivos. No obstante, otros ya habían muerto como Carlota o no los encontramos como los agentes cubanos que buscamos y viajamos a Cuba para dar con ellos y, pese a las facilidades del gobierno cubano, resultó imposible al estar solo documentados con apodos en tiempos de guerra.
– La búsqueda para dar con todos ellos sería muy ardua…
R. d. l. F.: No te creas, Arthur es descrito por Kapuściński como «un tipo siempre bien informado». Llamamos al periódico donde escribía 40 años atrás y Arthur seguía trabajando de periodista. Le hizo ilusión revivir todos esos años a partir del interés de unos extranjeros. Farrusco tenía un gran recuerdo de Kapuściński y le apeteció revivir una historia olvidada a la que dedicaron buena parte de su vida. Disfrutaron mucho. Nosotros también porque fue un viaje lleno de facilidades gracias a los contactos de ellos dos y tuvimos acceso a una logística fascinante: helicópteros, camiones, armas, soldados…
– Empezasteis con la pre-producción en 2008, año del estreno de Vals con Bashir. ¿La tuvisteis presente o huisteis de ese referente?
R. d. l. F.: No es un referente, pero es una película que me encanta. He bebido de otras fuentes como Apocalypse Now que me inspiró mucho a nivel de escritura del guion con el viaje de búsqueda de Kurtz para el tono narrativo y el arranque de la película. Por otro lado, también me inspiró todo el cine de Sam Peckinpah; desde adolescente compartía el amor literario por Kapuściński y el amor cinematográfico por Peckinpah. De hecho, he incluido una especie de homenaje al inicio de Grupo salvaje con la escena de quema de saltamontes por parte de los niños. El formato de Un día más con vida es muy distinto al de Vals con Bashir, usamos otro tipo de lenguaje.
– ¿El proceso de montaje es distinto al tratarse de una producción de animación?
R. d. l. F.: El montaje es un proceso que me apasiona y en esta película todavía más. Es una parte muy importante para la película de la que me encargué personalmente. Fue un proceso creativo muy chulo porque había que entremezclar la imagen real con la animada; todo era posible.
– La música también es un ámbito que me comentabas que te encargaste más tú que Damian. ¿Cuál fue tu decisión para usar qué música y no abusar de ella?
R. d. l. F.: Con mi músico de referencia, Mikel Salas, no queríamos llenar la banda sonora llena de hits de los años 70. Nos costó mucho arrancar y llegar al primer tema con el que nos sintiéramos cómodos. También nos gustaba mucho el grupo portugués Mardedeus y decidimos incluir un par de canciones suyas con funciones narrativas. La ex vocalista Teresa Salgueiro incluso interpreta una canción original para la película y fue un placer colaborar con ella. Con los temas musicales de Mikel intentamos que fueran funcionales, pero sin abusar de ellos.
– Centrándonos ahora en Kapuściński. ¿Puede haber hoy alguien tan entregado a la causa periodística como él, teniendo en cuenta el estado actual de la profesión?
R. d. l. F.: En 40 años ha cambiado mucho el mundo, no existe una figura como Kapuściński a pesar de que hay autores jóvenes como Xavier Aldekoa y todo el equipo de la revista 5W (Agus Morales, Mikel Ayestaran) que hacen un periodismo que tiene mucho que ver con lo que hacía Kapuściński. Ahora ya no es fácil perderse por África sin tener contactos ni la libertad de movimientos que tenía él 40 años atrás. El romanticismo de la época, destinada a no repetirse, me atrajo bastante. Ahora el editor jefe en la redacción de Europa podría tener más información que el reportero en África. Es difícil comparar la capacidad de implicación de Kapuściński en la guerra de Angola en la cual rompió las reglas y códigos deontológicos de la profesión para no abandonar su objetividad periodística y, a su vez, entregarse a una causa mayor: salvar vidas al no enviar esa noticia sobre Cuba. Son historias de otra época. Echo de menos a Kapuściński porque me inspiraba, guiaba e interpretaba el mundo a través de su literatura. El equipo de 5W tiene un nivel literario y periodístico muy alto en el que abogan por el entendimiento entre razas, culturas y religiones y dar voz a los desfavorecidos como hacía Kapuściński.
– En Un día más con vida se plantean muchas reflexiones sobre la figura del corresponsal de guerra y la ética del periodista. ¿Hay límites en la profesión para dar con la noticia?
R. d. l. F.: El periodismo tiene un código deontológico como cualquier profesión, pero luego está el propio de cada uno que siempre debe estar por encima. Nos miramos al espejo como personas no como profesionales, entonces Kapuściński conscientemente rompió códigos deontológicos básicos (objetivo, no tomar partido) y lo hizo por una causa superior. La persona, su moral, pudo por sobre de su profesión. No seré yo quien diga lo que se tiene que hacer, pero si hubiese estado en su lugar, hubiese hecho algo similar.
– ¿Dónde estaría escribiendo libros y crónicas Kapuściński hoy?
R. d. l. F.: En muchos sitios: Síria, Sudan, Yemen, China…
– 10 años ha conllevado estrenar Un día más con vida en Cannes y luego habéis ganado el Premio del Público en San Sebastián. ¿Cómo habéis vivido este recorrido por los festivales?
R. d. l. F.: ¡Ha sido increíble, no podría haber ido mejor! Cannes es el mejor estreno posible y las críticas fueron muy buenas. El Premio del Público en Donostia también es histórico porque nunca antes una producción española o de animación lo había ganado. Ese fin de semana en San Sebastián y en otros pases posteriores lo que me ha gustado es descubrir el recibimiento en todo tipo de públicos, desde jóvenes a mujeres mayores de 70 años. Se me acercan muchos y me dicen que nunca se habían emocionando tanto con la animación. Esto para mí es muy grande: Kapuściński decía que tenía «miedo atroz de aburrir al lector», pues tengo el mismo miedo de aburrir al espectador. No hay mayor felicidad para un director que el público conecte y se emocione con la película.
– ¿Hay otras historias de Kapuściński que quiera contar?
R. d. l. F.: ¡Diez años de mi vida creo que han sido suficientes, jajajaja! Mi visión de Kapuściński está en Un día más con vida. Me encantaría, pero la vida es corta y no puedes quedarte anclado en la misma temática. Hay otras historias que quiero abordar, algunas con África y otro con temática infantil.