Las risas llegan a Nocturna.
Y parecía que no iban a llegar nunca a pesar de algún que otro corto que una sonrisilla nos había sacado ya. Los dos que hemos visto en esta jornada, Un loft au paradise y Baghead, nos adelantaban ya que las dos películas de las que vamos a hablar en esta crónica (hemos visto la mitad de otra de la que preferimos olvidarnos) nos iban a dar una buena sesión de risas aún cuando éstas nos hicieran sentir culpables por el humor tan negrísimo que las provocara.
Comenzábamos la tarde con la norteamericana Deadtectives, rodada casi en su totalidad en la localidad de Villahermosa en el estado de Tabasco, México, dirigida por Tony West. En esta suerte de Cazafantasmas 2.0, los protagonistas son un grupo de amigos que se dedican a realizar una serie de televisión en la que supuestamente van en busca de fantasmas, algo que, obviamente, solo consiguen a base de engañar a quienes les contratan con mucha observación y efectos especiales de andar por casa, lo que hace que la cadena para la que trabajan les de una última oportunidad para hacer un programa que sea, o al menos parezca, real. Para ello los protagonistas recalan en una vieja mansión mexicana en la que aparentemente sucedieron unos crímenes que la han maldecido.
Deadtectives es una comedia loquísima a lo Abbot y Costello contra los fantasmas (contra Frankenstein, el hombre invisible, etc…) que funciona como lo hacían aquellas en cuanto a parodia de las películas de terror e incluso como screwball plagada de enredos y situaciones delirantes. No exenta, por supuesto, de un humor estúpido y desmesurado, con interpretaciones descaradamente histriónicas, la película de West no se toma en serio a sí misma como se espera de un film de estas características y supone un entretenimiento y un soplo de aire fresco dentro de la “intensidad” que estamos encontrando en esta edición de Nocturna.
Pero para humor negro e intensidad bien entendida, una de las películas que esperábamos con más ganas de este festival, Piercing de Nicolas Pesce. Adaptación de la novela homónima de Ryū Murakami, Piercing entra por méritos propios en el baúl de las sorpresas positivas que cada año vamos acumulando en Nocturna.
¿Qué ocurre cuando una mente perturbada se encuentra con otra mente más perturbada y desquiciada aún? Es lo que le ocurre al protagonista de Piercing, quien se propone matar a una prostituta y prepara minuciosamente su trabajo mientras la espera en una habitación de hotel. La cuestión es que su tan meditado objetivo no logra llevarse a cabo de la manera en que lo ha organizado porque la mujer que acude a su llamada no va a ponérselo nada fácil. Con un comienzo potentísimo (la escena del “ensayo” del asesinato es oro puro), la película de Pesce propone un juego de poder entre los dos protagonistas sin explicaciones, sin cuestionar las acciones de los mismos, solo siendo testigo de los movimientos (a cual más imprevisible y sorprendente) que realiza cada uno de ellos. El caos que impera en las mentes de Reed y Jackie son el contrapunto al trabajo formal con el que Pesce fundamenta la historia, tan armónico y calculado como la estructura que dispone el protagonista para llevar a cabo el asesinato que pretende. Todo ello regado extradiegéticamente por una selección de temas nostálgicos de épocas pasadas del terror italiano que conforman su magnífica banda sonora.