Espiral de desesperanza.
«El mundo es un páramo» Páramo como lugar desabrigado, yermo; la nada absoluta. Uno de los protagonistas de An Elephant Sitting Still asegura haber leído la frase en algún libro. Comparte esta abatida mirada del mundo y desea mudarse a otro lugar. Como los otros tres protagonistas deposita sus -escasas- esperanzas en Manzhouli, una ciudad al norte de China en la que parece habitar un elefante que permanece siempre sentado ante la mirada atónita de los ciudadanos. “El mundo es lo peor” es otra pesimista consigna que es pronunciada en numerosas ocasiones a lo largo de las cuatro horas de metraje. No hay respiro ante la desolación que preside todas las imágenes, espacios y tramas de la película.
Hu Bo inició y cerró su filmografía con uno de los debuts más sorprendentes y estimulantes de los últimos años, también, por qué negarlo, con uno de los mejores y más importantes ante la magnitud de su propuesta. Una ópera prima que ha mudado en nota de suicidio tras la decisión del cineasta chino de arrebatarse la vida poco después de terminar el montaje. Las inquietudes y obsesiones que azotaban al artista y que subyacen en los personajes de la película adquieren una nueva dimensión al conocer el triste desenlace del artista. Un revelador debut que acontece ahora como un testamento fílmico, aunque su valía trasciende de estas aseveraciones extra cinematográficas, porque Bo se descubre como un cineasta superdotado tanto en la vertiente técnica (la creación de secuencias y lenguaje) como en la escritura del guion (desarrollo de las tramas y definición de los personajes.
El director presenta una China gris, decadente, apagada, en plena sintonía con el desencanto de sus protagonistas. El romanticismo del drama existencial contemporáneo. Una mirada a su país muy similar a la ofrecida por Jia Zhangke, aunque sin adentrarse en la tesitura moral de sus personajes y dejando la violencia en un segundo plano (directamente en fuera de campo). Hu Bo también deja entrever reminiscencias del cine de Béla Tarr, mentor confeso del propio cineasta. La puesta en escena se sirve de escenas desarrolladas y sistematizadas en planos secuencia que amplifican la sensación de vacío existencial de los protagonistas, presos del tremendismo que los azota y oprime. El virtuosismo formal está al servicio de la historia para otorgar espacio físico y emocional a los personajes.
El cuarteto principal está formado por un anciano que huye para no ser ingresado en una residencia por decisión de sus hijos, una joven con difícil relación maternal y que mantiene una relación clandestina con su tutor, un joven mafioso que arrastra sentimiento de culpa y un estudiante de secundaria envuelto en una espiral de acoso escolar. Hay decadencia en las tramas de todos ellos y odio a sí mismos, pero sin que sea contradictorio, An Elephant Sitting Still rezuma humanidad por los cuatro costados. La película se desarrolla en las horas previas a subir al tren que los conducirá a Manzhouli, la salvación que se han fijado como faro para iluminar su porvenir. Sus destinos los van uniendo fortuitamente a modo de clásica película de historias cruzadas, unos destinos anclados en una espiral descendiente hacia un pozo sin fondo. No obstante, y afortunadamente, Hu Bo claudica y brinda un brío de luminiscencia en uno de los desenlaces más arrebatadores de los últimos años con unos barritos a lo lejos y unas leves luces en mitad de la carretera.
La desesperanza se palpa desde el inicio de An Elephant Sitting Still con el chaval jugando con una pistola y otro de los protagonistas observando impertérrito como el novio de su ligue se lanza por el balcón al descubrir la aventura de su mujer. La desolación que impera esta magnífico debut fascinará a muchos espectadores por todo lo expuesto anteriormente, pero también será vital respirar aire y hallar felicidad en uno mismo para desprenderse de la congoja que le ha asolado durante las cuatro horas previas. El fallecimiento de Hu Bo ha catapultado su debut a la condición de película de culto y el adjetivo único también le es muy pertinente.