26 de abril de 2024

Documenta Madrid 2019: Crónica 4

Ecos de guerras.

Las guerras, sus causas, sus consecuencias, sus víctimas. Las guerras desde dentro o desde la distancia, desde el presente o desde el recuerdo. La crueldad y la irracionalidad de los conflictos armados son temas recurrentes e inabarcables en el cine de ficción pero aún más en el cine documental, en el que dichos conflictos son planteados desde infinidad de puntos de vista con los que buscar respuestas que difícilmente son encontradas.
En Documenta Madrid podemos ver cada año más de un trabajo que se adentra en estos temas, tanto que este año han sido los protagonistas del ciclo Escenarios de guerra que hubiéramos querido cubrir completo pero por desgracia no ha podido ser así.

Entre las películas que conforman este ciclo, además de la ya mencionada en estas crónicas Para la guerra, nos hemos encontrado con la interesantísima Borrado, Ascenso de lo invisible que también competía en la sección Fugas. Pocas veces podemos ver en los últimos años alguna película que hable sobre la guerra del Líbano que se desarrolló entre 1975 y 1990, quizá porque hay conflictos de los que solo se habla mientras están ocurriendo o cuando las heridas llevan tanto tiempo abiertas que vuelven a surgir con la esperanza de poderse cerrar. Ghassan Halwani encara su primer largometraje hablando sobre los desaparecidos de la guerra del Líbano, tema sobre el cual el propio Halwani está contribuyendo a crear un archivo nacional en el país. La ocultación y “olvido” de esos desaparecidos “gracias” a una ley de amnistía están tan arraigados en la población que las caras de quienes un día fueron secuestrados por las fuerzas del poder, y que una vez formaron parte de un mural con el que se pretendía denunciar su desaparición, yacen bajo capas y capas de carteles de espectáculos o de propaganda electoral. Halwani trata de rescatar del olvido a esas personas con una investigación pausada y metódica en Borrado, Ascenso de lo invisible, experimentando con las fotografías y dando “vida” con animación a aquellos que la perdieron e imaginando quiénes serían si sus rostros y sus nombres no hubieran desaparecido de la memoria tal y como sus cuerpos desaparecieron de la faz de la tierra.

Apuntes para una herencia

También sobre la memoria histórica transita el documental Apuntes para una herencia aunque, si bien el trasfondo es el de la guerra civil española, el resultado de la película de Federico Robles es el periplo emocional interno del director y la aceptación de que la memoria personal es mucho más difícil de explicar que la memoria colectiva. Robles pertenece a una familia cuyo abuelo salió de España tras la guerra y se afincó en Argentina para “hacer las Américas” cuando en este país se instalaba la miseria. En su familia, el director siempre escuchó aquello de “el abuelo luchó en la guerra civil española” sin llegar a profundizar más, como si no fuera más que una simple anécdota, pero cuando Fede comienza a interesarse por el tema se encuentra de bruces con el hermetismo de su padre al responder a la difícil pregunta de en qué bando luchó. Como para muchos de los nietos de los que lucharon en el frente, la respuesta “luchó en el bando de Franco porque llegaron al pueblo y se lo llevaron a luchar” nunca es convincente y en este caso Fede viaja hasta España para indagar en el pasado de su abuelo y comprobar in situ si lo que más teme, la implicación consciente en el levantamiento militar, fue cierto o no. Es finalmente la relación con su propio padre lo que lleva a Robles a preguntarse si la herencia recibida, tan incuestionable, es capaz por sí sola de enterrar el pasado tan profundamente que no sea capaz de dañar los recuerdos.

Midnight traveler

De guerras pretéritas a conflictos de una actualidad apabullante. La realidad de los refugiados en primera persona nos la ha traído este año a Documenta Madrid el director de cine Hassan Fazili con Midnight Traveler. Fazili tuvo que salir de su país, Afganistán, ya que su documental sobre la figura del líder talibán Mullah Tur Jan provocó la ira de éstos y él y su familia están amenazados de muerte. Con el único equipo de tres iPhones, el director afgano filmó el tortuoso viaje que realizó junto a su mujer y sus dos hijas desde su país natal hasta Alemania, durmiendo en los bosques que atraviesan o confinados en los distintos centros de refugiados en Europa a merced del hambre y de los ataques racistas de los grupos de ultraderecha. En lo que difiere Midnight traveler de otros documentales sobre las calamidades que pasan los refugiados es el tono con el que Fazili nos muestra el día a día de su familia sin incidir únicamente en lo desgraciado de su situación. Como si de videos caseros familiares se tratara, las grabaciones del cineasta compensan su falta de medios con la luz que proyectan las sonrisas de sus hijas Nargis y Zhara, la buena relación que existe entre la pareja y las niñas, y la esperanza y el optimismo de los cuatro a pesar de haber tenido que dejar toda su vida atrás sin un destino y un plazo marcado para poder rehacer sus vidas. La realidad de los refugiados vista desde una perspectiva con la que querer acercarse a la que viven las familias felices occidentales, con el firme propósito de demostrar a quienes los rechazan las falacias que desde el fascismo xenófobo y racista se cuentan para despreciarlos.

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