28 de marzo de 2024

Críticas: Estafadoras de Wall Street

La gran apuesta son ellas.

Esta ciudad, el país entero es un club de striptease. Hay gente arrojando el dinero y gente bailando” Esta frase lapidaria acuñada por un personaje resume a la perfección el cinismo y la denuncia social que impregna todas y cada una de las escenas de Estafadoras de Wall Street, el divertimento de la temporada. Ahora bien, es un divertimento con personalidad, sello autoral, referencias cinéfilas y alma, sobre todo, mucha alma en todas las protagonistas. Al fin y al cabo, puro espectáculo cinematográfico, en el sentido estricto del término, no como sinónimo de obra cumbre del séptimo arte. Una notabilísima comedia comandada por un grupo de mujeres inflexibles ante un sistema patriarcal y capitalista que las quiere invisibilizar para adorarlas en privado.

Destiny, Ramona, Mercedes y Annabelle son las cuatro estafadoras del título, unas bailarinas en clubs de striptease que optaron por asemejarse al hampa y crear una red para timar a magnates y trabajadores de Wall Street. Una historia real abordada desde la perspectiva actual y la mirada femenina de una autora (Lorene Scafaria), probablemente por ello, la película emerja como un tratado de la sororidad por encima de la áurea de película de mafia. De hecho, todo estalla cuando una periodista del New York Magazine inicia una investigación en torno a estos sucesos y la lealtad entre ellas es puesta a prueba. El poder del dinero corrompe el sistema, el capitalista y el patriarcal, pero la amistad entre estas mujeres es tan o más inquebrantable que la confrontación persistente de ellas hacia ese sistema.

Scafaria, directora de corta trayectoria con la olvidada Buscando un amigo para el fin del mundo y la muy irregular Una madre imperfecta, sorprende con un giro radical en Estafadoras de Wall Street y por poner mucho énfasis en la puesta en escena, aspecto muy plano en sus anteriores películas. Auspiciada por el propio Adam McKay, su nuevo trabajo se advierte como un cruce entre La gran apuesta y Uno de los nuestros: todo en las vicisitudes de este cuarteto femenino es muy scorsesiano, desde el montaje, a la definición y desarrollo de los personajes y la mirada ácida hacia la sociedad norteamericana desde la perspectiva del clan mafioso. La película no es tan comparable con la fantástica El lobo de Wall Street, muy obvia referencia, sino con la citada obra maestra de Martin Scorsese protagonizada por Ray Liotta y Robert De Niro. Virtuosismo formal, narración sincopada de uno(a)s ambicoso(a)s que pretenden neutralizar el orden establecido para enriquecerse y superar los obstáculos de su condición social. Quizás Estafadoras de Wall Street peque de tener unos referentes tan claros y distinguibles, pero posee suficiente entidad propia para erigirse como una obra personal y con mucha más miga y sofisticación de la que su apariencia de entretenimiento liviano parece arrojar.

Es una película juguetona, nunca esconde su socarronería, al contario se sirve en todo momento de ella para reírse de un mundo putrefacto y corrompido por el dinero, las drogas y el sexo. Por otra parte, el guion también acierta en no juzgar al cuarteto protagonista, sino en anteponer sus inquietudes y su perseverancia al dilema moral de sus acciones; en realidad, la columna vertebral del filme no es condenar el delito, ni por el contrario mitificar a estas mujeres, pero sí evocar cierto poder en su historia más íntima, en la emotividad que transmite la hermandad y amistad entre ellas. El cóctel de diversión, empoderamiento y crítica al sistema es muy molón, pero sorprende ver el reverso más dramático y crudo, como su acercamiento a la maternidad.

Mucho se ha hablado de Estafadoras de Wall Street antes de su estreno desde su presentación en Toronto, sobre todo por la interpretación de Jennifer Lopez y sus posibilidades de estar nominada (e incluso ganar) el Oscar. Su Ramona es un personaje icónico y su interpretación es portentosa, aunque, eso sí, lejos de ser merecedora de un premio a la mejor interpretación del año. Y realzar tanto el trabajo de Lopez desmerece un poco la labor del resto de miembros del elenco, todas francamente a su nivel, especialmente Constance Wu, la verdadera protagonista de esta historia, y Lili Reinhart, una de las jóvenes revelaciones de la serie Riverdale y que puede ser una futura gran estrella. “Somos una familia ahora. Una familia con dinero”, otro diálogo para serigrafiar en una camiseta que resume a la perfección el carácter y la fuerza de la historia que quiere narrar Scafaria. Una divertidísima comedia despreocupada de todo convencionalismo que se eleva por su crítica social bien armada y una aproximación a los hechos reales desde la emotividad que desprende la batalla-estafa conjunta de estas cuatro supervivientes.

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