Comprometerse con el sacrificio.
Los gustos de los niños de hoy y de, sobre todo, los niños grandes de los ochenta marcan el rumbo industrial de la esfera cinematográfica. A pocos días de que concluya el 2021, tenemos entre manos el título llamado a invocar al público a las salas y salvar el ejercicio anual con un estreno de números cercanos a los que barajábamos en 2019. Nos hallamos ante el título de cine comercial norteamericano mas anticipado de todo el año, que carga sobre los hombros con la responsabilidad de satisfacer a los fans y dar desarrollo dramático a varias franquicias en paralelo. Se trata de Spider-Man: No way home, película de Jon Watts que cierra una supuesta primera trilogía con Tom Holland como el hombre araña dentro del Universo Cinematográfico de Marvel (si bien es cierto que el personaje se mantendrá en la saga, tanto en entregas ajenas como películas propias).
Un largometraje de producción complicada que finalmente verá la luz en navidades capeando dudas ante posibles nuevas olas víricas, y que propone una premisa narrativa que ha incitado a que los espectadores pierdan la mesura, entrando en un vasto juego de especulaciones desde que vio la luz su prometedor material promocional. Un desafío del que, una vez vista la película, Watts y el equipo creativo y técnico salen bastante ilesos. Como tributo arácnido, nos hallamos ante un trabajo sumamente satisfactorio que hará perder la cabeza a los fanáticos. Bien es cierto que tal vez no nos encontremos ante la mejor versión fílmica de lo que esta ambiciosa historia podría haber recibido, pero el expediente ha quedado mas que cumplido.
Nos encontramos ante una aventura centrada en continuar con el desarrollo del arco dramático del Peter Parker de Tom Holland y su relación con la identidad ya no tan secreta de Spider-Man y las obligaciones y riesgos que esta conlleva. Es ante todo una secuela, continúa directamente con el bombazo lanzado en el epílogo de Spider-Man: Lejos de Casa y da un desarrollo satisfactorio a las incógnitas abiertas en aquella película. Tras dos películas con un niño araña, en esta ocasión, y de la mano de la mas trágica de las tres, Peter se hará hombre. Su poder implica responsabilidad, y con tal de hacer lo correcto y ser un héroe con un compás moral incorruptible deberá asumir sacrificios y andar su camino intentado no destruir a sus seres queridos.
Un filme que abre discursos en varias direcciones genéricas: su música refuerza un inicio con mucho de cine de instituto, y funciona en este registro por la química y energía que desprende su grupo de amigos de confianza; como romance su desarrollo es mas reducido pero eficaz, con escenas interpretadas con sensibilidad por Holland y Zendaya; como filme fantástico es visualmente llamativo gracias a la integración del Doctor Extraño y sus habilidades visuales, así como por el juego que ofrece el sugerente concepto narrativo en el que esta película se sumerge; y como película de acción cumple su cometido, con pocas batallas pero grandes en escala, debido a la cantidad de personajes implicados en ellas. Cine de superhéroes que cuida a sus personajes y reflexiona sobre sus dilemas morales (de héroes y villanos por igual) sin descuidar su intención de entretener a toda velocidad. Que logra la difícil misión de cuadrar sus ambiciones con un guion coherente con pocas inconsistencias, y que funciona especialmente en un apartado humorístico mucho menos irritante de lo que acostumbra la franquicia de Feige.
El principal problema del filme es su tono. Pese a su gran naturaleza de espectáculo superheroico, gran parte de su metraje se centra en la tragedia. Es tal vez excesivamente dramática, afectada desde un entendimiento romántico del término, con una insistencia en el dolor tan melodramática que agota, pues no en vano se buscan esas emociones a través del recordatorio verbal continuo, la lágrima y la música opulenta. Es un filme muy verbal, y si bien hay una mejoría en la puesta en escena (sorprende un inicio menos fragmentado, con largas tomas de seguimiento cámara en mano en el piso de Peter) la personalidad como cineasta de Watts es inexistente, con una nueva demostración de oficio con muy poca creatividad cinematográfica en su planificación. Pese a la inmensa carga de sucesos ajetreados, sorprende la impresión de ligereza al acabar la proyección. Y ahora más que nunca, nos hallamos ante una película que es servicio para el fan, centrada prioritariamente en pulsar la tecla exacta para que el geek o el muchacho lector de cómics vitoree como un hooligan en la sala. Para el resto de la humanidad, la propuesta no tiene tanto que ofrecer.
Spider-Man: No way Home cierra esta primera fase introductoria del nuevo Peter Parker con el que es el título superheroico mas logrado desde Vengadores: Endgame. Ahora bien, que el lector tenga muy presente una cosa: a veces hablamos de grandes películas de superhéroes, y a veces hablamos tan sólo de grandes películas. La nueva aventura arácnida es una de las primeras.