18 de abril de 2024

Críticas: Holy Spider

Grotesco espectáculo.

Ali Abbasi, director iraní residente en Dinamarca, ganó renombre en 2018 con su cinta Border, y se consolidó el año pasado con su último trabajo, Holy Spider, un thriller ambientado en su país de origen (aunque, ante la prohibición de rodar allí, fue filmado en Jordania) basado en un caso real sucedido en la ciudad santa de Mashdad: a principio de siglo, un asesino siembra el temor en la ciudad matando prostitutas en nombre de la defensa de la moral; ante esta situación, una periodista llegada de Teherán tratará de investigar lo ocurrido y desvelar la identidad del criminal, encontrándose a su paso con multitud de obstáculos y prejuicios. Y es que la película nos enfrenta a una sociedad dominada por la religión y el machismo en la que, como siempre, son las mujeres las que son vistas como culpables, realizando una crítica desde una mirada interna pero a la vez europeísta, pensada para denunciar pero también para provocar y remover conciencias de jurados de festivales y académicos. Lo cual vemos que está consiguiendo tras su paso por Cannes, donde obtuvo el galardón a la mejor actriz para Zar Amir-Ebrahimi, sus nominaciones a los Premios del Cine Europeo, o su más que presumible presencia en la categoría de mejor película de habla no inglesa en los próximos premios Oscar.

En términos generales, Holy Spider parece estar transmitiendo y repercutiendo en el panorama audiovisual más por lo que cuenta que por sus cualidades puramente cinematográficas. La evidencia clara de ello es el renombre que está recibiendo la interpretación de Amir-Ebrahimi, la cual, sin ser desdeñable, tampoco ofrece nada especialmente destacable más allá de lo que significa su personaje: una mujer independiente en Irán, sin pareja y con trabajo, que lucha contra un sistema que precisamente anula a las personas como ella. Una figura que funciona más como títere a través del cual el director manifiesta sus ideas, cuya trascendencia en la película queda eclipsada por el protagonismo que se da al asesino y a sus vicisitudes, tanto interiores como en relación a los crímenes que comete, intentando a la vez llevar una vida normal (dentro de lo que la sociedad corrupta y arcaica le permite) como marido y padre de familia. En este sentido, la descripción de personajes queda descompensada, aunque tampoco en este segundo caso llega a ser completamente satisfactoria debido a estereotipar los comportamientos (eso sin entrar en los secundarios, que quedan simplemente esbozados a través de tópicos).

Si el ambiente violento y desagradable de la cinta sí que puede resultar acorde con el relato que cuenta, a nivel narrativo, especialmente durante la primera parte, el conjunto adolece de una tendencia efectista, buscando una tensión de brocha gorda que muchas veces no llega precisamente por la falta de sutileza. Cuando la obra se acerca al terreno del drama judicial, podemos decir que nos encontramos sus mejores momentos gracias un costumbrismo que, salvando todas las distancias, puede recordar al de Asghar Farhadi en su manera de retratar tanto a la familia del asesino como a un pueblo que defiende unas acciones tan terribles basándose en sus creencias. Sin embargo, el tramo final vuelve a los mismos vicios vistos anteriormente, recordándonos el motivo por el que a uno le es tan difícil entrar en la película.

Sin duda Abbasi ha compuesto un filme que no deja indiferente, aunque eso no sea siempre en un buen sentido. En este caso, Holy Spider falla como thriller a la hora de transmitir cierta angustia debido a lo forzado de los encuentros que desarrollan la intriga; como tragedia ya que su tono irónico incomoda y desconcierta; y como filme de denuncia por que su tremendismo y sequedad anulan cualquier sentimiento de implicación o empatía con lo que sucede. Un fallido ejercicio de rebeldía que rebasa la mayoría de las veces hacia la línea de lo grotesco, convirtiendo su visionado en una experiencia cargante.

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