
Acción desencriptada
Hay ciertos subgéneros que suelen ser aceptados por el cinéfilo sin cuestionar demasiado de antemano la limitación de sus reclamos, y en el caso de un servidor siempre hay espacio para una nueva ración dispensable de acción o espionaje alrededor del globo. Producciones saneadas de presupuesto controlado y adecuada regulación de expectativas, maniobras colaterales del imperio Disney en el caso que nos ocupa. El habitualmente vinculado a la realización televisiva James Hawes dirige Amateur, thriller informático y remake de Servicios secretos paralelos protagonizado por Rami Malek y con la presencia secundaria de Laurence Fishburne. Una propuesta sin pretensiones realzada por el carisma de su reparto y el juego conceptual que ofrecen los elementos de su trama, pero en última instancia trastocada por una ejecución rutinaria y desvaída.
La interconectividad global alumbrada por los avances tecnológicos y la multiplicación de pantallas y dispositivos de acceso a la información sirven al protagonista para dar representación cinética a la idea nuclear de la película: más vale maña que fuerza. Con la inteligencia y recursos suficientes, un hombre de a pie puede desenvolverse en escenas de acción con su astucia, capacidad de anticipación y un amplio arsenal de mecanismos o recursos informáticos. La articulación narrativa en la película de las interfaces llenas de números en diferentes dispositivos, así como la configuración de una escurridiza senda de etapas informáticas a traspasar sigilosamente, es uno de los aspectos más dinámicos y jugosos de una película que, y dicho sea esto como su mayor virtud, nunca se detiene.
Aventura de hombres y mujeres valientes con morales incorruptibles ante corporaciones, sí, pero ante todo un thriller global donde el suspense se dirime entre cifras y teclados. El filme se apoya en un protagonismo fuerte del personaje de Malek, pero un frente permanente de interés son sus interacciones con aliados y villanos diversos en las diferentes etapas de su viaje de venganza. Su determinación inquebrantable es el motor del filme, y pese a que las alianzas que encuentra en el camino el viaje del antihéroe vengativo es, en su núcleo dramático profundo, solitario. Sus aliados intervienen con fines mas utilitarios que afectivos.
Esta suerte de MacGyver informático lacerado por la pérdida encadenará el ajusticiamiento de cada uno de los culpables alrededor del globo, y una de las dinámicas más frescas del filme es revelar que sofisticado mecanismo tecnológico usará en cada escenario (desde rincones helados hasta piscinas aéreas madrileñas) para derrotarlo.
Maña sobre fuerza en múltiples situaciones, ingenio y cálculo como violencia más efectiva, programación al servicio de explosiones. Viaje del héroe con una moral clásica en un universo moderno que empieza con el entrenamiento canónica, instruido en este caso por un carismático Laurence Fishburne que el filme desperdicia de manera criminal.

Otro de los focos jugosos de reflexión que permite la cinta es tanto su leve realismo como su intensa vigencia y vinculación con la realidad líquida en la que vivimos. El individuo está solo frente a los intereses egoístas de gobiernos y organizaciones de inteligencia, expuesto en panoramas intangibles en transformación perpetua pero donde las fortalezas se equilibran y reparten. Tensiones políticas con Rusia reflejadas en la ficción y otro relato para apuntalar la desconfianza del hombre moderno hacia los estamentos sociales, que se toma la justicia por su mano para conseguir las respuestas que busca.
El problema capital que ahoga el largometraje, como suele ser habitual, es su indefinición tonal. La falta de intensidad en su violencia o acción, la urgencia diluida de su suspense, la farragosa inoperancia de su tragedia romántica. No hay ligereza cómica alguna, pero la brevedad de su primer acto impide la conexión emocional necesaria para que el resto de la hoja de ruta resuene. Los diálogos de la cinta, que enfatizan el aspecto solemne de la epopeya contemporánea, aletargan al espectador durante un metraje de tempo impecable pero, en su homogeneidad, monótono.

La ausencia de tonos cómicos o contrapuntos atmosféricos hace el desarrollo monocorde, del mismo modo que ninguno de los escenarios ni el diseño de los instantes de acción resultan sorprendentes, originales o arriesgados. Es un filme que jamás se desvía del sendero indicado, que convence en su primera hora pero empalidece gradualmente conforme su estructura de desarrollo con etapas transfronterizas se establece. Concluye la proyección y la experiencia no fue mucho más provechosa que la obtenida al leer su sinopsis.
Trágica, distendida y urbanita, Amateur ofrece un contrapunto tecnológico a manifestaciones superheroicas recientes del espionaje contemporáneo, siendo honesta y directa en lo que promete y garantizando un entretenimiento eficiente con algunas ideas sobre el mundo en el que vivimos. Tanto el entramado narrativo como su ejecución resultan anodinos, lo cual sume a sus endebles personajes en un discurrir frío sin elementos suficientes como para ser recordado.