El remake de la mítica cinta de Paul Verhoeven con Arnold Schwarzenegger llega a nuestras carteleras de la mano de Len Wiseman y con Colin Farrell en el papel de Douglas Quaid / Hauser.
¿Se imaginan un remake de Titanic en el que no salga un transatlántico? ¿Una revisión actual de E.T., el extraterrestre sin alienígena y ni un mísero «teléfono, mi casa»? ¿Vería alguien un remake de Regreso al futuro sin Delorean y con un Smart tuneado en su lugar? Los responsables de este remake de Desafío total y basada en el relato de Philip K. Dick ‘Podemos recordarlo por usted al por mayor’ se han pasado el planeta rojo por la bandera de Japón que forma el interior del orificio de su ‘pompis’. Pero, inconsecuentemente (y por marketing), no la titularon con su verdadero nombre: ‘Desafío Rectal’. El remake de Len Wiseman es todo un ‘desafío rectal’ para los espectadores, que podrán comprobar horrorizados lo mismo que pasó en la reciente y también intolerable revisión de Perros de paja: a los pezones ya no los dejan ni respirar. Ni siquiera aunque sean tres tetas de látex. ¡Nada! ¡El cine comercial actual norteamericano no quiere pezones femeninos! Sin pezones… pero, al parecer y en su lugar, mucha estupidez.
El cambio que se convierte en clara metáfora de este remake es una gota de sudor por una lágrima. Antes, los clásicos populares se ganaban su condición a base de trabajo y secreción, pero ahora se llora por tiempos pasados y el sufrimiento de la profanación de esos pilares que formaron las infancias de muchos. Len Wiseman únicamente tiene vultuosidad de pose estética (y estática), pura aparatosidad narrativa. Aquí ha pasado por la piedra a Philip K. Dick bajo el precepto y casquillos (y chascarrillos) de Underworld. Los efectos visuales no son de uso narrativo sino simplemente estético y de apabullante formalidad para seducir al espectador y justificar su abultado presupuesto. Puede que en su revisión de La jungla 4.0 tuviera la suerte de contar con el John McClane (Bruce Willis) y atenuar los defectos risibles con el sentido visible del homenaje. Pero entre el Douglas Quaid / Hauser que proponía Arnold Schwarzenegger y el que recupera Colin Farrell incurre en la parodia. A Farrell no le han explicado, al parecer, en la escuela de interpretación, que hay una ‘sutil’ diferencia entre querer interpretar a una persona que descubre ser otra y queda obviamente sorprendido… y ser Forrest Gump.
¿Qué es real? ¿Qué es recuerdo? ¿Desear que esta película nunca hubiera existido y olvidarla en menos de cinco minutos? Ni Marte ni mutantes… ni un mísero póster de las Tortugas Ninja ¡Nada! Antes, el cine era más plástico, ahora… forma paraísos digitales que lo acercan peligrosamente al mundo del videojuego. La construcción de personajes tampoco ayuda: simples carcasas huecas de mentes huecas y frases huecas. Brillos, luces y reflejos-reflectantes a lo Abrams, millonada en empaque de efectos digitales y mucho homenaje… ¿a los Gusiluz? El guión de Desafío total parece sacado de una consola con sus partes de acción y aventura gráfica… Para que no se líe la audiencia y enchufar a la parienta de Wiseman han fusionado el papel de Sharon Stone con el de Michael Ironside. No es que Kate Beckinsale sea lo peor (¡para nada!), aunque al final acaba siendo una pesada… como el resto del reparto incluido el protagonista. Todo queda en un conglomerado-popurrí-digital de Minority Report, El quinto elemento, Blade Runner, Yo, Robot, El caso Bourne y, sobre todo, La guerra de los Rose. 22 años antes y con un rating R por su extremada violencia el original rompía moldes y recaudó el doble que este bodrio infantil llamado remake. ¿A alguien en Hollywood no le ha quedado claro que tocar ahora es sinónimo de deshonrar?
Efectivamente parece que durante lo que dura la película se hace ‘realidad’ una frase de la misma: «No puedes huir de tu cabeza, pero puedes escapar de esta pesadilla…». Corran y escapen de esta película, pues. ¡Huyan a Marte! Porque está claro que este Desafío total con metrobús no les encontrará allí…