25 de abril de 2024

El corto favorito de Ghibliano

Si tuviera que elegir un cortometraje de animación favorito de entre todos los que he tenido la oportunidad de disfrutar, éste sería sin duda El viejo molino, el más hermoso, el más sencillo y a su vez el más completo de cuantos he visto. Teniendo en cuenta la variedad de autores que he ido conociendo, resulta siempre curioso que mi elección recaiga en un corto de Disney, que representa para muchos lo básico en la animación, la primera toma de contacto a partir de la cual, en teoría, se van descubriendo nuevos estilos que casan mejor con las preferencias personales de cada uno.

Hay que decir, eso sí, que El viejo molino es una rareza en Disney. Incluso en la primera etapa experimental del estudio se cumplían las normas de personificación de seres no humanos o incluso inanimados, y la historia se presentaba como una lucha de buenos contra malos, algo común en la mayoría de obras de las llamadas «Silly symphonies». Sin embargo, el planteamiento de este corto es radicalmente distinto. Para empezar, los seres que aparecen no están en absoluto humanizados, no dialogan entre ellos ni emiten sonidos comprensibles, simplemente coexisten en un mismo entorno. Otra cuestión es que no hay historia tal y como la solemos concebir. Es decir, más que un cuento parece una situación: distintos animales viven en un molino abandonado que un día es azotado por un viento huracanado. Pero no hay nada de héroes ni de luchas entre buenos y malos, sólo los problemas de estos seres para hacer frente a la tremenda fuerza de la naturaleza.

Es mucho más difícil explicar por qué me gusta tanto que entenderlo una vez visto. Esto es debido a que en la mayoría de ocasiones se suele aludir a cuestiones como la historia o la imaginación de sus diseños y formas. El problema en este caso es que la historia es sencillísima y muy básica, como ya he comentado, y los diseños no dejan de ser bastante fieles a la realidad para lo que es la norma del estudio. Así que en este caso esos argumentos no tienen demasiado sentido, y desde luego no llegarían a explicar del todo lo que se ofrece en él.

Creo que la clave está en la unión entre música y dibujo. Y es que, si por algo destaca este cortometraje, es por ser una hermosísima sinfonía ilustrada sobre la naturaleza. Es una obra puramente sensorial, sin alardes ni complicaciones argumentales, pero que en su sencillez logra remover los cimientos en los que se basan todas las formas de expresión artística: la transmisión de emociones. Tal vez sea ésta la razón de mi adoración por ella, su fuerza esencialmente poética y la intensidad que resulta de la unión de cada uno de los elementos que conforman este singular y poderoso canto a la continuidad de la vida.

Texto de Javier Abarca.

El viejo molino (Wilfred Jackson & Graham Heid, 1937):

6 comentario en “El corto favorito de Ghibliano

  1. Es una reseña magnífica; coincido en resaltar las mismas virtudes que ha señalado Ghibli (sencillez, fuerza poética, fantástica fusión de lo audiovisual). El broche que das a la crítica, por cierto, es muy lúcido. Me has hecho revisar el corto y ciertamente ha sido un redescrubrimiento por mi parte 🙂

  2. Buscaba en la red información sobre cortos Disney de 1937 y me he topado con esta página. Les felicito, es magnífica y además esta sección está muy bien. El comentario de Ghibliano me parece destacable no sólo porque "El viejo molino" también es una de mis animaciones favoritas sino porque transmite con rotundidad el secreto de su atemporalidad: la poderosa ilustración de un sencillo trayecto emocional. Un saludo.

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