25 de abril de 2024

Kiss of Death (Henry Hathaway, 1947)

“Hace una semana que no duermo. Detesto dormir. Eso es para mequetrefes”

 

A medio camino entre el noir y el cine de gangsters, Kiss of Death continúa la línea marcada por su director en anteriores títulos, The House on 92nd Street, de 1945 y 13 Rue Madeleine, de 1947, en donde el tono documentalista –composiciones y escenarios naturales, aparencia realista- se mezcla con el cinematrográfico para dar luz a una historia made in New York. El retrato que filma Hathaway adelanta la penosa situación que atravesaría la industria pocos años después con la aparición en escena del senador McCarthy y sus secuaces. Como guionista, el prolífico y genial Ben Hecht, primer Oscar a guión original con Underworld, de 1927. Su guión, narrado en off por la protagonista femenina del film, desmenuza el triángulo criminal-policía-fiscal para volver a cuestionar el ya manido “fin justifica los medios” y su uso para combatir el crimen. Un tono pesimista, con un final en la misma línea, ahoga a los protagonistas en la resignación y muestra al espectador una mirada vacía de esperanza.

 

“Nochebuena en Nueva York. Un momento feliz para algunos…los afortunados. Compras de última hora para los regalos de los niños…corriendo a casa para encender el árbol y llenar las medias… para los afortunados. Otros no tienen tanta suerte: Nick Bianco (Victor Mature) hacía un año que no trabajaba. Tenía antecedentes penales. Había estado en la cárcel. Dicen que eso no debería perjudicarle a uno pero cuando Nick trataba de encontrar trabajo…siempre le pasaba lo mismo: «Lo sentimos mucho». Sin prejuicios, claro. Pero sin empleo tampoco. Y así es como Nick fue a compra regalos de Navidad para sus hijos…”

Claro, sepamos los antecedentes: Bianco, Nick. Edad: 29 años. A los 17 años, robo de primer grado. Se declaró culpable. Sesenta días en el reformatorio municipal. Cuatro años después, robo de primer grado con agravantes. Declarado culpable de robo en segundo grado en el juicio. Condena de dos años y medio a 5 años en Sing Sing. Tercer cargo: Robo a mano armada. El testigo no se presentó. Caso sobreseído. Nick no es pez gordo. En los reportes policiales consta como un segundón, un canalla que sobrevive pasando ratos a la sombra. Ahora quería comenzar una nueva vida junto a sus hijas y su esposa pero los regalos de Navidad…el edificio Chrysler puede ser un buen lugar para conseguirlos. Sin embargo, la compañía de Mangone y Williams no deja mucho lugar a la imaginación: no van a por juguetes.

 

Atraco. Huida. Piso 23. Joder, una joyería en un rascacielos. Alarma. Salida. No; policía y ante el asistente del fiscal. Otra vez. Louis D’Angelo (Bryan Donlevy) es un charlatán en busca de una confesión. Nick, que ya ha pasado por esto, no es un soplón. Prefiero unos meses en Sing Sing a llevar la marca de un sucio bastardo para siempre. ¿Quién quiere relacionarse con un bocazas., desde luego Tom Udo (Richard Widmark) no. Tom ha sido arrestado por arrancarle las orejas a un tipo. “Un pez gordo como él” en la cárcel por esa chuiquillería; cómo está el mundo. Drogadicto, maniaco, criminal infantiloide violento y sádico. No hay más adjetivos relacionados con el diablo.  Tom trabaja como matón para Earl Howser (Taylor Holmes) un abogado con aires de boss que alterna negocios con el hampa mientras defiende a sus tentáculos ante los tribulanes. Juicio y Rick a Sing Sing, lo esperado. Allí, Rick conoce la noticia: su esposa ha muerto. El olor de Rizzo, el conductor del atraco al edificio Chrysler, apesta sobre el dramático final de Mrs. Bianco. El sucidio, con la cabeza metida en un hornillo de gas, fue la salida. Es entonces cuando Rick se ve entre la espada y la pared. La delación es la única forma de venganza: viva la venganza. Rick canta, y vuelve a cantar, y se hace informante de nómina. Mientras, Tom Udo, escenifica el horror: el ayudante del fiscal, junto a Rick, montan una farsa en donde Rizzo queda como soplón ante el el abogado Howser. Un atraco anterior sirve como envase. El matón, ávido de sangre, con su repugnante risa de hiena, busca a Rizzo para ajustarle las cuentas. Solo encuentra a la madre inválida de éste. Da igual, por la “vieja, bruja, mentirosa” mereció la pena el viaje.

 

Es entonces cuando el ayudante del fiscal pide lo imposible a Rick: la cabeza de Tom. Rick finge un encuentro con Tom y claro, se van a celebrar. Champagne, un poco de machismo y a fardar: es Tom Udo, un pez gordo.  Por fin, D´Angelo tiene su causa contra el sociópata y quien sabe si también contra Howser. Para este momento, Rick ha rehecho su vida con sus hijas y con Netty (Coleen Gray), una muchachita de bien que le está ayudando a arreglar su vida a base de besos y caricias. Sin embargo, la causa se le va de las manos a D´Angelo. Necesita el testimonio de Rick. Mal trago: nadie querría tener a Udo en frente. A todo esto, la causa, a pesar del testimonio de Rick, se cae. Udo en la calle y una soga llamada Tom apretando el gaznate de Rick. Solo le queda enfrentarlo hasta las últimas consecuencias. Para ver a Tom tirado en una acera, Rick tendrá que apretarse el nudo de la soga.

 

El sacrificio debido a la incapacidad del sistema. La delación como única vía para atrapar a los canallas. El chantaje como arma anticriminal. Y todo esto lleno de violencia, violencia extrema. El personaje que dibuja Widmark es brutal. Nunca pudo quitarse ese traje después de este debut inolvidable, de los que llenan páginas en la historia. Luego, lo repetiría hasta la extenuación durante los años siguientes dejando una serie de películas que le destapan como uno de los mejores debutantes jamás vistos. Hasta Manos Peligrosas de Fuller, pasando por Noche en la Ciudad de Dassin o Pánico en las Calles de Kazan, Widmark cogió el testigo de los gangsters de los 30 para ser el icono del criminal de finales de los 40 y principio de los 50. Es cierto que, en un primer visionado, la figura capital de Udo oscurece un poco la intención final del film y su enfoque didáctico dirigido al esclarecimiento de los procesos que relacionan los bajos fondos y las herramientas de la sociedad para defenderse de los ellos. Podemos decir que Kiss of Death pone en clara cuestión los mecanismos de defensa ante el crimen y augura problemas para aquellos que confíen en la justicia como salida a esta situación.

 

Es curioso como incluso el mundo del hampa es movido por miembros de pleno de esta justicia. La figura que emerge por encima de los matones, y que utilizan a estos en su bien, es un abogado que mantiene relaciones más o menos habituales con el ayudante del fiscal. Éste, por otra parte, es el otro gran damnificado. Solo pidiendo un sacrificio total a su informante es capaz de cazar a la bestia. La resignación, la cara compungida y un retrato de Washignton al fondo escenifican el momento en el que D´Angelo pide a Rick su cuello a cambio del de Udo. Hay también momentos para la redención de Rick que parece venir de un intento de reinserción en el que todas las puertas se le cierran al revisar su historial. Esto no es sino otra herramienta más para mostrar como la sociedad tampoco ayuda a acabar con un problema del que exige solución. Todos culpables. Pesimismo y depresión. Los bajos fondos existen, dominan y viven plácidamente en nuestras ciudades. Y qué podemos hacer para acabar con él. Nada. La respuesta es clara, la violencia explícita y la esperanza ninguna. Kiss of Death nos muestra la incapacidad para acabar con el mundo criminal debido a la inhibición de los poderes públicos y como solo mediante sacrificios personales se puede acabar con una peste que entra por nuestros patios traseros.

 

Los Protagonistas

El malo: Earl Howser

El bueno: Rick Bianco

El criminal: Tom Udo

 

Frases para la historia

Tom Udo: “Por cinco centavos, lo agarraría, le metería mis dos pulgares en sus ojos y no lo soltaría hasta que cayera muerto”

Tom Udo: “Hace una semana que no duermo. Detesto dormir. Eso es para mequetrefes”

 

Ficha en FA

Ficha en IMDB

Fuentes: El Cine Negro en Cien Películas, de Antonio Santamaría. Henry Hathaway: A Director´s Guild of America of Oral History (Scarecrow Filmmakers), de Rudy Behlmer

Un pensamiento en “Kiss of Death (Henry Hathaway, 1947)

  1. Cómo te curras los análisis, Andrés. Con su bibliografía, sus vídeos y todo (a ver cuándo aprendemos a centrar estos últimos). Estás haciendo una labor cojonuda en la web, yo mientras voy apuntando estas recomendaciones. La imagen esa de la madre inválida de Rizzo a punto de ser tirada por las escaleras tiene un punto muy hard, tengo que ver la película aunque solo sea por esa escena en cuestión 😛

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