Críticas: Ninotchka

Ninotchka es una película en la que Greta Garbo comienza haciendo una interpretación a lo Toshirô Mifune y termina siendo la protagonista de Happy: un cuento sobre la felicidad. Solo a ella se lo perdonamos.

Película protagonizada por una guapísima Greta Garbo y dirigida por uno de los maestros de la comedia sofisticada como Ernst Lubitsch. A mí es una película que me gusta bastante aunque probablemente no esté considerada como una de las cimas del director como si lo pueden estar otras películas como Un ladrón en la alcoba, El bazar de las sorpresas o Ser o no ser. Y quizá no lo sea porque Ninotchka puede ser vista simplemente como un vehículo para el lucimiento de Greta Garbo aunque pienso que, más allá de la actriz y el personaje que interpreta, la película funciona y a ratos muy bien.

De hecho durante el principio de la película ella no aparece y la película resulta muy graciosa, tiene gancho –ni de izquierdas ni de derechas, para hablar de eso ya tenemos a nuestros adorados políticos y sus debates- y Lubitsch despliega su arsenal. Aparecen tres rusos -ninguno es Sokurov, Boyero quédate tranquilo-, con cierto aire a los hermanos Marx en la forma de hablar y de actuar -aunque reconozco que a mí me han resultado mucho más graciosos que los hermanos a los que les tengo algo de manía. Y por suerte estos rusos no tienen número musical- y la película pronto me resulta seductora. Por no hablar de cuando estos tres piltrafas se juntan con el personaje de Melvyn Douglas y empiezan a llamar a su suite a doncellas para correrse -no seáis malpensados, dejad que acabe la frase- una buena fiesta. Cuando le toca aparecer a Greta Garbo, con su personaje estricto, de esos capaces de meterte en vereda solo con la cara de perro que gasta durante su inicio, pero aún así ella seduce al espectador con su mirada.

Y cuando empieza Greta Garbo a tener a su lado al personaje de Melvyn Douglas, actuando cual mandril en celo, esperando a ser seducida por este elemento, vemos cuanto ha perdido la comedia romántica actual respecto a la clásica. Lo que antes era elegante y sobrio -no en todas las películas, para algo Ninotchka la dirige quien la dirige, uno de los grandes del género y maestro de Billy Wilder, por cierto, uno de los guionistas de la película- ahora es grotesco y estúpido, tan solo algunos directores privilegiados son capaces de recordar a los clásicos o de hacer buenas películas con las nuevas inquietudes del público moderno.

Pero Greta clava ese paso de persona estricta, que no mueve ni un músculo de la cara a lo action-hero -si esto va de citar a rusos ahora toca Dolph Lundgren… vale es sueco pero su personaje en Rocky IV era ruso-, a persona risueña, que comienza a ser amable con todo el mundo con el que se encuentra. Vemos en el personaje de Greta Garbo como éste, además del trabajo de la actriz, está tratado con gran firmeza por el director alemán. Solo la escena en que él intenta hacer reír a ella en un restaurante a base de chistes, con todo el bar riéndose, es muy divertida. Claro que hay que estar muy mamao para reírse de los chistes que Melvyn cuenta, así que la panda de borrachos que tienen como clientela en ese bar debe ser estupenda. Pero todo resulta muy gracioso igual que la resolución, con él cayéndose de la silla y consiguiendo involuntariamente su propósito y, al fin, seducir a la chica.

Algo tan sencillo y tan repetido hoy en día, funciona a la perfección en Ninotchka y nunca da la sensación de vulgar. Ninotchka no es el culmen de la originalidad, todo resulta previsible y es trabajo de Lubitsch hacer que el espectador no se aburra con la película pese a saber lo que te está contando. Lo consigue. Es una pena que un género tan atractivo como la comedia (o la comedia romántica) hoy se haya ido al traste. Pese a que en la actualidad tengamos a uno de mis cómicos favoritos (sí, Jim Carrey, que pasa) y haga películas geniales como Dos tontos muy tontos.