19 de abril de 2024

Críticas: Un método peligroso

Aprovechando el estreno de Un método peligroso, os dejamos con una doble reseña que lanza dos cuestiones: ¿psicoanálisis puro o cine cronenbergiano?

Un método peligroso: el análisis del autoanálisis (por Favio Rossini)

Tras el gran éxito de Promesas del este (2007), Cronenberg nos acerca a la mente humana en este ménage à trois que cuenta la historia de los orígenes del psicoanálisis y de cómo revolucionó los cimientos de la medicina, demostrando que los pacientes podían ser curados si se llegaba a la raíz del problema, y no hinchándoles a pastillas como hacían hasta la fecha.

Cronenberg y el guionista Hampton (Las amistades peligrosas, El americano impasible) se adentran en el terror más emocional, apartando las vísceras para dejarnos ver más allá, Un método peligroso es una exploración de la mente humana a través de la propia experiencia de los que estudiaban la psique como forma de vida. Los protagonistas se autoanalizan como harían con sus pacientes, y disfrutan desmigajando cualquier problema torturador, cualquier sueño por pequeño que sea. La clave del éxito del método radica en la charla que lleve a la raíz del asunto, sin ocultar nada (recordemos aquella escena en el barco entre Freud y Jung, y el mosqueo del segundo ante la negativa de Sigmund a contarle un sueño) puesto que lo que no se cuenta es lo que verdaderamente atormenta al ser humano. De ahí el no ponerse en frente de sus pacientes en las sesiones de terapia para no cohibirles. De ahí el análisis de todo recuerdo escabroso que pudiera ser el origen olvidado de la locura. El psicoanálisis saca toda la mierda pero no para destruirla, sino para ser capaces de convivir con ella, puesto que, como se dice varias veces a lo largo de la película, no se puede cambiar lo que somos. Freud y sus amiguetes inventaron un método del que ni ellos mismos pudieron escapar. Un método realmente peligroso.

Pero si algo te deja con el reconcome una vez ha terminado la película es la visión de que casi todo problema psíquico tiene que ver con un trastorno sexual, derivado de la forma oscura en la que la sociedad suele tratar este tema. De hecho salgo de la sala convencido, y ni siquiera me ha hecho falta leer a Freud para ello, gracias al respeto y admiración con la que el realizador cuenta las conclusiones de los estudios realizados por estos pioneros. No tengo dudas de que esta película acercará a mucha gente a la obra de los Jung, Sigmund y compañía.

La película cuenta con un reparto de altura que no cree que decepcione a nadie. Knightley, a la que le tocaba torear al miura interpretando el papel de una joven brillante, inteligente y loca de atar, sale airosa en la construcción y evolución de su personaje a pesar de los espasmos con los que nos deleita en los comienzos del metraje, más propios de un compañero de farra de Pocholo que de un enfermo mental. La cámara está demasiado cerca como para exagerar tanto esos espasmos de mandíbula, que a veces parece que más que loca lo que le pasa es que se ha metido por la nariz la pollería entera. Fassbender y Mortensen están correctos en sendos papeles de securrios doctores. Es divertido ver cómo pueden estar hablando de falos constantemente sin que aquello altere lo más mínimo su rictus facial. Y no olvidar a Vincent Cassel, que construye un papel pequeño pero de vital importancia para el desarrollo de la película, puesto que es el que introduce en la cabeza de Jung las preguntas que le atormentarán durante el filme y le hace dudar sobre su propia ética y moralidad, inquebrantables hasta ese momento.

Lo dicho, una buena película para disfrutar analizando como se autoanalizan los personajes (que lío, ¿no?) y que te hará salir de la sala preguntándote si necesitas un psiquiatra. Yo recomiendo ir al burdel directamente, por aquello de ahorrar pasta. Maldita crisis…

 

Un método peligroso: el psicoanálisis por Cronenberg (por Grandine)

Complicado era saber cómo afrontaría Cronenberg un desafío que no se había producido en su carrera hasta día de hoy: el hecho de ofrecer su propia visión sobre el ser humano y sus entresijos a través de los primeros pasos del psicoanálisis. No por ello sus trabajos han dejado de ser complejos e intrincados, y han sabido analizar la particular concepción que el autor posee sobre el ser humano, yendo desde Inseparables (la medicina en el campo de la cirugía) a Videodrome (los entes informativos), incluso pasando por cintas tan extremas como Crash (los accidentes de coche). La cuestión es que en todas ellas Cronenberg había sabido diluir a la perfección la premisa inicial con el fondo llegando a hablarnos sobre temas tan vigentes como la influencia de los medios o la búsqueda de un placer frío y carnal en las relaciones sexuales. La duda era si, a través de una temática no exenta de cierta complicación, el canadiense iba a saber trasladar su universo y texto propios a ese campo.

No se puede decir que finalmente haya fallado porque las secuencias de sexo se antojen mucho más dúctiles que en su mejor etapa, ni por el hecho de querer afrontar todo ese análisis de un modo tan denso que, en ocasiones, ni siquiera parece el propio Cronenberg quien nos esté hablando a través de sus imágenes y su texto, y no se puede considerar así principalmente porque en su conclusión el autor de Una historia de violencia termina llevándolo todo a su terreno y nos habla, en esta ocasión, sobre la contrariedad y ambiciones reflejadas en el rostro de un Carl Jung que, queriendo escapar de los métodos impuestos por su colega Freud, termina más cautivo de ellos de lo que podría haber imaginado.

Cierto es que resulta complicado trazar nexos con sus anteriores obras, pero el reflejo de Inseparables está presente en ella en más de un momento, y la turbiedad de esa relación entre los personajes interpretados por Fassbender y Knightley recuerda en ocasiones a la viciada atmósfera del film protagonizado por Irons: sí, con unas características que no la asemejan a esa atmósfera, pero que en un componente más psicológico nos acerca a aquel relato donde la descomposición del ser terminaba siendo una de las claves de aquella película. Aquí la clave no es tanto esa, aunque uno termine dándose cuenta de que el error en el que cayó Jung terminó condenándolo a ser poco más que un alma en pena el resto de sus días.

No podría terminar sin hacer hincapié en uno de esos personajes que Cronenberg suele emplear en sus películas como mecanismos de activación: fue Elias Koteas en Crash, Ed Harris en Una historia de violencia, y aquí ese pequeño papel recae en un Vincent Cassel que termina derribando las barreras del personaje interpretado por Fassbender para dar rienda suelta a aquello que Freud deseaba no dejar germinar y tener bajo control. Por suerte (o no), el control siempre escapó de las manos de los personajes del canadiense, y Un método peligroso no es una excepción.

4 comentario en “Críticas: Un método peligroso

  1. A mí me ha decepcionado algo. Quizá por el hecho de esperar más. No es que sea mala pero lo mejor que puedo decir de ella es que simplemente es correcta. Y sobre todo me ha decepcionado en el terreno de las actuaciones. Con decir que lo mejor es el francesito que normalmente suele estar lamentable todo queda dicho. Mojigato o no, es una película más de Cronenberg en el contenido que en la forma con pequeños arrebatos, pero muy pequeños.

  2. Decepcionante. Y es una pena, porque la peripecia de los dos psicoanalistas daría para un peliculón enorme, para un peliculón enorme al más puro estilo Cronenberg, pero finalmente todo se queda en una cosa entre documental y teatral en el peor sentido: parrafadas interminables, ausencia de acción o de tensión dramática, personajes excesivamente acartonados,… Uno tiene la sensación de vérselas con un Cronenberg, efectivamente, ultrarreprimido, que no se atreve a sacar todo el jugo (su propio jugo) a una historia que se prestaba a ello.

    ((( Por cierto, hoy se sabe que uno de los errores de Freud, uno de los gordos, fue el haber sobredimensionado los aspectos sexuales. Es innegable que en una sociedad eminentemente castrante como la victoriana, con su temible apisonadora pedagógica: castigo físico, prejuicios religiosos, demonización del placer (sobre todo femenino), abusos en el ámbito familiar,…, la sexualidad, sepultada bajo toneladas de miedo y culpa, podía ser determinante. Lo fue, de hecho, y el cuadro histérico muchas veces enmascaraba una sexualidad, digamos, envenenada (a menudo por algún familiar cercano). Sin embargo lo que era determinante bajo esas circunstancias y en ese momento histórico concreto, no tenía por qué ser necesariamente universalizable, como el pretendió, en una teoría de las motivaciones y de la naturaleza humanas.)))

  3. Tuve que abandonarn la sala a la media hora. He leido los comentarios anteriores que describen la película lo que es: rollera, teatrillo, reprimida y lo que no pude aguantar mas es cuando los siquiatras empiezan a hablar de pollas y rabos, parecía que tenían 11 años. Ella lo hace fatal interpretando a una loca. Me parece irreal la situación planteada: una mujer en periodo de locura haciendo de doctora y desvios sexsuales de abuso a las locas que estan buenas.

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