Vuelve la Navidad y con ella el cine navideño: Aardman, tras la decepcionante Ratónpolis, nos trae esta vez Arthur Christmas: Operación regalo.
Por desgracia, antes de la aparición de los propios créditos, parece que se hace inevitable el choque con el ídolo de masas Justin Bieber, que además de dar nueva voz y ritmo al mítico tema Santa Claus is Coming to Town, finge inútilmente saber tocar la batería y tantas otras cosas que no nos interesan, pero a las que debemos atender porque el crío de marras ¿compuso? uno de los temas principales de la película.
Tras un videoclip que no le hace precisamente un favor al cine de Aardman, un cine que nunca se ha conformado con poco y cuyo sentido del humor sabe lucir como ninguno, arranca una fábula en la que se impone el interesantísimo debate de tradición vs. modernidad, y en el que se logra hacer a un lado ligeramente el típico mensaje sobre la importancia de la Navidad y sus valores, por mucho que el film trate sobre la carrera por el reparto de un último juguete.
En esta ocasión, Aardman decide pasar del Claymation que tan buenos frutos dio en el pasado con el film ganador del Oscar Wallace & Gromit: la maldición de las verduras o Chicken Run: evasión en la granja, y emplean por segunda vez tras la decepcionante Ratónpolis el 3D en largo. No les sale mal la cosa al conservar algunos de los rasgos más personales de su animación, y además dibujan con imaginación a unos personajes que en ocasiones poseen detalles de lo más curiosos.
Quizá el principal handicap de la cinta es el de tener temas realmente atractivos entre manos y no saber ahondar en ellos como sí acostumbran a hacer otras compañías como Pixar, y es que ese enfrentamiento ya mencionado sólo se sugiere levemente y en pocos momentos obtenemos aportaciones que lograrían que Arthur Christmas llegase más lejos de lo que lo hace, aunque en otras facetas sí resulte del todo satisfactoria. Una de esas facetas es el ya mentado humor, que aquí sabe jugar a la perfección con los marcos fijados para desarrollar esta historia en la que Papá Noel ya no va tirado de sus renos, sino al cargo de una enorme nave, y que deja entrever algunos destellos de mala leche que siempre se suelen echar de menos en un film de estas características.
Los directores saben componer una galería de personajes que le ofrecen un dinamismo que se echaba en falta en otros trabajos en largo de la compañía más allá de Wallace & Gromit o Chicken Run, y que además de darle un aire distinto sin que el espectador tenga la necesidad de pensar en estereotipos, hacen que ese humor se adhiera mejor a las situaciones propuestas y, en consecuencia, todo adquiera un ritmo distinto. No hay que obviar en este aspecto la elección de unas voces realmente idóneas como las de Bill Nighy (participó anteriormente en Ratónpolis y Rango) o Hugh Laurie (que había trabajado en Monstruos contra alienígenas y Valiant), entre otros, que dan la tonalidad adecuada a cada uno de los personajes que interpretan.
En definitiva, aprovechando la época y su estreno a día de hoy, Arthur Christmas es una opción de lo más interesante si uno se quiere alejar de las típicas películas navideñas y disfrutar del talento de una factoría que, aunque últimamente no anda en su mejor momento (en cuanto a resultados se refiere), siempre asegura entretenimiento y una buena dosis de diversión, que ya es más de lo que tantos otros pueden prometer.
Será decepcionante Ratónpolis para tí, yo me lo pasé bomba con ella.