5 de diciembre de 2024

El corto favorito de El minino

Esta semana, en el habitual repaso a nuestros cortometrajes favoritos, El minino habla de Ryan de Chris Landreth, a él le cedemos pues la palabra.

Dice Wikipedia que Ryan es un documental animado, y si se piensa en los mimbres de los que parte -grabaciones sonoras realizadas por el director Chris Landreth en conversaciones con el animador Ryan Larkin-, la definición es acertada. Pero Ryan es, quizás más que cualquier otra cosa, un desafío a las definiciones: narrativa con estructuras anidadas, combinación de diversas técnicas de animación, flashbacks, inmersión en animaciones del propio Ryan Larkin, intervención de personas que conocieron al retratado.

Este cortometraje es un acto promovido por el cariño, y en ciertos aspectos es tan personal que uno tiene la sensación de estar inmiscuyéndose en la vida más íntima de Larkin.

Resulta enormemente llamativo el diseño de personajes, que podría ser el trasvase por parte del autor de su apreciación -libre y abierta a toda clase de surrealismos- del estado mental y emocional de esos personajes. Al mismo tiempo, cada uno de ellos recibe un tratamiento estilístico acorde con su personalidad.

Ryan se nos presenta como una figura degradada y peripatética en una especie de hospicio poblado por otro figurines demacrados e inestables, su rostro una efímera representación de su totalidad. Existe una mirada honesta y sentida hacia este hombre, existe admiración. Descubrimos pinceladas de sus trabajos más celebrados, de finales de los 60 a principios de los 70. El mismo autor comenta irónicamente aquellos logros: «En aquella época cualquiera era nominado a los Oscars, tarde o temprano».

Y entonces el vacío creativo, la sequía, el miedo al fracaso, atenazando su psique. Landreth nos muestra a un Ryan siendo devorado por su miedo al acto creativo. «I cannot do anything!» («No puedo hacer nada»), dice Ryan en un momento dado, en una de las declaraciones más corrosivas que puede realizar un ser humano. Ryan busca razones para justificar el no volver a dibujar: el dinero, o que así nadie podrá volver a controlarle. Se ha convertido en un alcohólico, y queda la sombra, o la pincelada, de ese otro Ryan cuyo impulso creativo no conocía límites.

Hacia el final del corto, el mismo entrevistador se ve atacado por esa misma punzante ansiedad, por ese agarrotamiento intelectual. Quizás en ese momento comprende verdaderamente por lo que ha pasado su colega de profesión, desde un punto de vista psicológico.

Un final poético, hermoso, legítimo. Posee significado -aunque mi razón no quiera desentrañarlo del todo- y posee belleza. Ryan mendiga algo de suelto entre los viandantes de una calle concurrida, mientras el autor le observa desde la otra acera. Cruzan saludos y Ryan continúa buscando calderilla, mientras la gente a su alrededor se desvanece, y al poco toda la calle se desvanece. Sólo queda un eco y los restos de una presencia.

Cortometraje en HD (Inglés sin subtítulos)

 

Cortometraje en inglés con subtítulos en castellano

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