Una de los premisas más utilizadas en el género western es el viaje de caravana, una suerte de ampliación de otro clásico como es el viaje en diligencia, ya estudiado por John Ford en profundidad y con espectaculares resultados en La diligencia, el film que colocó al género en primera línea de la industria hollywoodiense. El viaje de caravana como enfoque argumental se presta al estudio psicológico de los personajes y a una trama repleta de obstáculos y sobresaltos y Caravana de paz lo aprovecha de forma notable. La dispersión de protagonistas que provoca la obligación de contar con exceso de personajes por exigencias del propio viaje de caravana es una traba que el viaje en diligencia se ahorra, si bien Wellman demostró en la fabulosa Caravana de mujeres que este supuesto hándicap puede tornar en ventaja con los métodos apropiados. Sin embargo, aunque Ford también saca partido de ello en Caravana de paz, la cinta tiene una debilidad manifiesta: el tópico y rutinario guión, sobre el que el cineasta, no obstante, consigue erigir una buena película.
Esta road movie posee todo el aroma del lejano oeste ya desde el prólogo, donde es presentada la familia de bandidos que posteriormente será el enemigo a batir por parte de los componentes de la caravana, todos ellos de condición modesta y pacífica. Esa esfera mítica que imprime en muchas de sus películas el maestro está presente aquí, y gracias a ella, el espectador se introduce sin ningún tipo de dificultad en esa mitología moderna que es el western. Lograda, ya desde el principio y aparentemente sin esfuerzo, de forma natural, la traslación a ese mundo histórico a la par que simbólico, nos mantiene en él la efectiva puesta en escena y la magnífica composición de planos que dota de expresividad un relato convencional y liso, no obstante poblado por personajes sólidos fruto del trabajo de Ford en la dirección de actores y de su habilidad para humanizar y otorgar especificidad a los rasgos arquetípicos.
Sin grandes alardes, deteniéndose, principalmente, en los pequeños gestos, el cineasta nos transmite la calidad de las relaciones humanas en ese microcosmos que es la caravana hacia una vida mejor, así como la lucha por la supervivencia contra la naturaleza y contra el propio hombre en un ejercicio de épica cotidiana marca de la casa. La habitual sutileza de Ford no alcanza la precisión y exquisitez de otras de sus piezas western como Pasión de los fuertes o El hombre que mató a Liberty Valance, entre otras, pero sí cristaliza en una sesión de cine sobrio y artesanal totalmente disfrutable.
Decía Truffaut que sólo Hitchcock, Hawks y Ford habían conservado los más importantes secretos de Griffith. La afirmación es demasiado radical: no sólo éstos tres, pero sí sobre todo éstos tres (aunque personalmente sustituiría a Hawks por Wilder) o, siendo más precisos y severos, sobre todo Hitchcock y Ford. Es, digamos, más central, además, éste último, es el centro del cine clásico, el artista que mejor representa esa etiqueta, el más valioso sucesor de los tiempos de Griffith, el hombre que depuró y sublimó los hallazgos de los cineastas que lo precedieron. Se nota en todas sus películas y Caravana de paz no es, ni mucho menos, una excepción.
Wagon Master….la podría ver mil veces seguidas. Ya me fijé los otros días que la viste. Sí, lo sabías: un par de apuntes. Hablas de dispersión de personajes y la comparas con Caravana de Mujeres. Recuerda que esta última tiene media hora más de metraje. Y luego sobre el guión: tópico y rutinario. Solo diré una cosa. Me he hecho hace poco con un documental de estos raro, rarísimo, presentado por Wayne y hablando del oeste de Ford. Es curioso porque prácticamente las tres cuartas partes del metraje son tomas falsas, del equipo cuando estaba rodando y tal. Una de ellas: Ford le dice a uno que se tiene que caer de esta manera del caballo y hacer lo otro y le responden "pero eso no está en el guión". La respuesta del Jefe clara: "¡olvídate del guión!". Esto con un parche en el ojo y un puro. ¿Hacer cine sin necesitar seguir un guión?. Por lo tanto, el tema del guión, detalle con cero importancia.
Desde luego, por eso consigue hacer una buena película con un guión tan simplón. Cualquier otro (o casi) habría hecho con él una película mediocre. Se nota que esa base rutinaria está muy mejorada con los toques continuos de Ford.
O la anécdota cuando iban retrasados en el plan de rodaje en La diligencia, cogió el guión, arranco 20 páginas y soltó: "ya volvemos a estar bien de tiempo". Genio y figura.
¡Qué jefe!
Yo también amo "Caravana de paz", probablemente entre en mi Top 10 de Ford. A mí el guión no me parece malo, creo que es exactamente lo que necesitaba Ford para hacer una película casi sin argumento, construida de viñetas y personajes, no de trama e historia. Se parece más en ese sentido a "El juez Priest" que a sus otros Westerns. A ver si la vuelvo a ver. Gran artículo, Cristian.
Gracias, buen hombre.
Pensaba que iba a estar escrito por Alfie, pero me llevo la grata sorpresa de que lo ha hecho Cristian. Estoy de acuerdo cuando dices: si esta peli la hace otro, sería mediocre.