12 de noviembre de 2024

Críticas: Viaje al centro de la Tierra 2

La secuela de Viaje al centro de la Tierra se traga y engulle a Brendan Fraser y nos trae a Michael Caine y The Rock.

Atlántida, la ciudad perdida, era el punto de partida fijado ya desde Viaje al centro de la Tierra de Eric Brevig siguiendo la estela de los viajes extraordinarios narrados por Julio Verne. La traducción española del título, tal vez al no existir viaje al centro de la Tierra sino a una isla secreta, sea la mayor de las equivocaciones al desligarse del título original que origina la secuela (Journey 2: The Mysterious Island). Esta vez se trata de una adaptación libre y pretendidamente familiar de La isla misteriosa de Julio Verne, añadiendo el misticismo literario sobre islas perdidas como La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson y Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift, El encargado del proyecto ha sido Brad Peyton, director de Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore —una de las peores películas para público y crítica de dicho año y nominada al Razzie por el uso del 3D más dañino para los ojos. No hay que desesperanzarse porque Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa ofrece un popurrí de Verne devorado por el cine de entretenimiento familiar entre saltos de palomitas y empapado de la camiseta sudorosa de Dwayne «The Rock» Johnson.

Precisamente el libro sobre la Atlántida entregado al final de Viaje al centro de la Tierra por Brendan Fraser a Josh Hutcherson deja también claro el relevo de esta secuela con vocación de spin-off e incluso tentativas de reboot. La prácticamente desconocida para el gran público, Jane Wheeler, ha sido sustituida por la popular Kristin Davis mundialmente conocida por interpretar a Charlotte de Sexo en Nueva York. También aparecen secundarios de ‘mayor categoría’ como Luis Guzmán o Michael Caine. Esta vez la chica y consorte para potenciar la tensión sexual del protagonista menor de edad es Vanessa Hudgens, conocida por las versiones en formato largometraje de High School Musical. Con todo lo anterior, un aumento de presupuesto y el cambio de Dwayne Johnson por Fraser el resultado busca descaradamente un funcional entretenimiento en tres dimensiones partiendo del exotismo digital y las cintas de aventuras tradicionales. Desde Veinte mil leguas de viaje submarino hasta La isla misteriosa las referencias y espíritu ‘verniano’ parece un simple elemento adjunto,  accesorio y rocoso al servicio del cine de entretenimiento. Los conflictos recurrentes de los personajes sobre el abandono del progenitor y la búsqueda la figura paterna o filial simulan ser simple un escueto humo disuasorio de un volcán netamente comercial.  Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa pretende ser un espectáculo para toda familia en 3D, a modo de parque temático, donde los seres aparentemente menos peligrosos (lagartos o bellos pájaros) se convierten en las mayores y letales amenazas. Sin contar con el absurdo de la historia: al parecer la Isla se hunde cada 140 años pero su ecosistema de bichos que varían entre elefantes y tiburones bonsáis y lagartonas-hueveras gigantes asesinas se reproducen a una velocidad ininteligible. Por no hablar de ciudades desintegradas que al parecer se regeneran desde el fondo del mar…

Buscar referentes en los pixelizados paisajes y aventuras cercanas al mundo del videojuego y parque de atracciones pasa desde su primera parte hasta las sombras que ha dejado Avatar de James Cameron. En Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa las abejas se convierten en las motos herederas de El retorno del Jedi y no hace falta ninguna clase de aprendizaje: todo en esta película funciona desde lo instantáneo pero sin capacidad de sorprender, aunque actúe mediante la constante sorpresa. La película también parece desarrollar su acción por el grado de sudor en la camiseta de The Rock. Aunque que más me ha sorprendido han sido las protuberancias que asomaban desde el interior de la camiseta del popular actor y luchador. Sus pezones, inicialmente borrados en las fotos promocionales (espero que no se haya usado Photoshop al detectar los agresivos pitones), aparecen constantemente marcados y en lugares diferentes en cada secuencia. Es imposible no fijarse en ellos porque además el actor se marca un ‘pecto-pop del amor’ como curso de ligue y funcionamiento a golpe de lanzamiento de  baya a nuestra cara. Yo le hubiera puesto un sujetador porque realmente, y en 3D, esos pezones provocan bastante terror. ¡Más que todas las terribles criaturas que desfilan durante todo el metraje! Las tetillas de The Rock me han hecho añorar a Brendan Fraser… Un momento, ¿añorar a Brendan Fraser? ¿¡Era eso posible!? De la Tierra a la Luna parece ser el nuevo viaje… si el boxoffice acompaña, claro. Esperemos que The Rock no se quede atorado con sus pezones en un cráter… Aunque también me preocupa el sentido de la moda del personaje de Michael Caine: aparece inicialmente con un look de explorador africano y acaba convertido en uno de los integrantes de los Village People. Al parecer el comadreo que tuvo durante todo el metraje con The Rock y sus pezones le pasó factura…

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