26 de abril de 2024

Críticas: El buen hijo

Con el estreno de Tenemos que hablar de Kevin, película sobre niño-jo-puta, es momento de finalizar el repaso de filmes similares con El buen hijo de Joseph Ruben (1993).

El buen hijo hay que entenderlo como un blockbuster funcional que llegó sobre numerosas incursiones previas referentes a niños perversos y evil-babies. Algunos entenderán el filme como un previo al fin de la carrera (infantil) de Macaulay Culkin donde intentaba… ¿buscar papeles más adultos al haber agotado los infantiles posibles? Otros, los más frikis, disfrutarán con el intento de homicidio sobre Frodo Bolson (a tamaño real)… Y el resto, la enésima revisión de un thriller sobre un psicópata pero en versión reducida (que no infantil). El punto de vista y protagonismo lo realiza el héroe (Elijah Wood) sobre el villano (Macaulay Culkin), protegiendo a la familia de este último, pese a que nadie le cree y piensen que esté loco. Si extrapolamos el argumento tendremos esos cientos de thrillers que sacudieron los 80 y principios de los 90 con vecinos, cirujanos, policías y marujas entre un infinito etcétera de posibilidades.

Pero lo interesante de la cinta de Joseph Ruben es el enfrentamiento por la posesión absoluta de una madre. La película comienza con la tragedia de un niño que tiene que despedirse en un hospital de su madre gravemente enferma y, pese a prometer que viviría, finalmente muere. El arranque funesto con un niño (Mark) rompe ya el sentido de la infancia y nos orienta al drama. El choque de la puesta en escena mediante los paisajes secos y desérticos que componen la vida de Mark Evans frente a los de su primo, Henry Evans. Choque y cambio. La reencarnación es establece en esa promesa inicial póstuma como vía de escape y no aceptación de la muerte de su madre. Su padre tiene que dejarle con su hermano y su familia por negocios en el extranjero. Y allí aparece la figura de ese ‘buen hijo’ encarnado en la figura de Culkin.

¿Es su tía esa reencarnación? Las entidades se establecen rápidamente pero también el juego de poder y amistad mientras se dota de forma más a un thriller protagonizado por niños que a un filme de terror. Desde ese «Si te suelto, ¿crees que podrás volar?» observamos la maldad e inteligencia de ese niño modélico que esconde un terrible secreto. Henry se enfrenta a ladridos con un perro asesino y comprendemos que se iniciarán los mecanismos para poner en marcha su venganza. Puede, como en la película, que los tiros sean perfectos pero sin ajustes del punto de mira no se consiga dar al objetivo. Tal vez la psicología y lucha sobre esa entidad, física para uno y espiritual para otro, de la ‘madre’ en ambos niños debería trazarse y definirse como punto de mira. Pero El buen hijo parece abocada a garantizar unos mínimos de entretenimiento por el suspense que le proporciona la historia.

Los juegos de ese evil-baby van en aumento de violencia y brutalidad. Primero con animales y después con personas, incluyendo familiares. Seguramente todo el que vea esta película recuerde al Sr. Autopista, aunque más que explosionar las razones de esa maldad innata se dedica darlas forma. Obviamente el trauma que asola a la madre es el motor de esa perversidad y su rudimento. Afrontar la perdida de una madre por su hijo pequeño y de un hijo por su madre muerta son los designios de una película de corto alcance.

La tensión dramática se bifurca entre la defensa familiar de Mark sobre su prima para evitar que su diabólico primo le haga daño y, por otro, lado el del drama generado por las pérdidas en esa familia.  Su parte de manipulación psicológica, tal y como marca el cliché de enfrentamientos similares y por supuesto un clímax que marca una elección dramática y vital. Esa voz en off final y retome del inicio sobre las dudas de la elección… ¿era necesaria? ¿O esa pregunta que jamás preguntará Mark correspondía al propio espectador?

Un pensamiento en “Críticas: El buen hijo

  1. Tremenda película, a mí por lo menos me resultó muy sorprendente no sólo por la aparición del mal en forma de niño (con pelo tazón, rubio y ojos azules) sino por su contrario en la película representado por otro niño (con pelo tazón, pero castaño y ojazos azules). Por un lado le preocupa lo que ese diablo puede provocar en los miembros de su propia familia, pero lo que más le mueve a actuar es que se le ha antojado quitarle a la madre, lo quiere pa él.
    Realmente, es una película muy curiosa… «Si te suelto, ¿crees que podrás volar?» hay que cretino, no se puede decir otro nombre… (bueno sí, hay uno que empieza por ca y acaba por nazo).
    Somos testigos de la historia de Henry y de Mark a su misma altura (posición de la cámara), como si fuéramos niños, como si así los entendíeramos mejor.
    Sorprendente también esos tazones de pelos que formarían el propio ying yang si se juntaran entre sí las melenas 😀

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *