28 de marzo de 2024

Críticas: El otro

Con el estreno de Tenemos que hablar de Kevin, película sobre niño-jo-puta, es momento de hacer más historia y repasar El otro de Robert Mulligan (1972).

[La siguiente crítica puede tener destripes y desmembramientos. Mejor no la lea si no ha visto la película, aunque no ver esta cinta de culto debería estar castigado con la visita a domicilio de Holland Perry]

Algunos hablan de El Otro como una película maldita, que genera culto debido a su tema y la manera de abordarlo. Se pierde esa moralidad absurda de La mala semilla y su componente de dedo divino lanzando rayos asesinos teledirigidos. Su potencial psicológico no nos ubica como jueces sino como simples e inmóviles espectadores. No es un retrato descriptivo repleto de sangre ni de violencia y, pese a ese aire de fábula, no hay efectos especiales que realcen tal efecto. El filme de Mulligan sigue siendo una pesadilla en un campo de sueños indómito que nadie ha conseguido superar. Nos hallamos ante ‘El otro’ terror. Un terror en off, apreciable pero no visible del todo… como si la mismísima muerte se encontrase a nuestra espalda y fuéramos conscientes del reflejo de su afilada guadaña por el rabillo de nuestros ojos. Robert Mulligan adaptó la novela homónima de Tom Tryon con apenas un año de vida en papel y le otorgó imágenes alejadas de cualquier imposición preconcebida. Es cierto que el único precedente previo era La mala semilla (1956) de Mervyn LeRoy y quedaban años para que llegara el evil-baby crecidito de Rosemary en La Profecía. Pero los recursos que utiliza el director de Matar a un ruiseñor son psicológicos, nunca fantásticos.

El Otro nos remite a 1935 donde dos hermanos gemelos, de unos 10 años, deambulan libremente por una granja en EEUU. Desde la presentación Mulligan nos enseña prácticamente todas las cartas de la baraja argumental que va a utilizar e intensificar convenientemente. Avanzamos y nos acercamos en la tranquilidad de un plano secuencia a la figura de Niles y de ese anillo que simboliza tantas cosas. El aire es espectral, como si el personaje estuviera atrapado en una fábula. De repente, llega una amenaza que surge del fuera del campo y que cobra presencia corpórea y clónica (y de vestuario, remarcando el futuro punto de giro) a la de Niles… Es su hermano gemelo Holland. Entra ‘armado’ en escena y saca a su hermano de su escondite y protección. Se presentan a todos los personajes y víctimas, incluso neonatas. Surgen los conflictos, los flashbacks de un trauma e incluso los perfiles de esos hermanos. También, inmediatamente, comprendemos que nos falta algo respecto a uno de los gemelos. Holland no tiene plato en la mesa… como si fuera un fantasma que jugara con su hermano. En la siguiente secuencia vemos a la frágil madre y nos muestran ese pozo donde quedaron enterrados los recuerdos pero salió a flote la tragedia.

La película se formula sobre dos premisas: ese ‘Gran Juego’ que propone la abuela a Niles para ser los ojos de otro ser y el truco de magia para escapar de un encierro utilizado por el mago ‘chino’. Sobre esos dos elementos se genera una cinta de terror psicológica donde también el horror es escondido en ese personaje malicioso y asesino. Tal vez con el ‘accidente’ que provoca el infarto de esa solitaria vecina rompa el punto de vista preestablecido, aunque genera una secuencia atrevida y remarcable.

Es cierto que para un espectador actual que se quiera asomar a El Otro estará marcado por el pasajero oscuro de Dexter Morgan y numerosas cintas que utilizan la esquizofrenia para un giro final similar al de la película de Mulligan. Verá todo claro desde su primera secuencia y nada de lo que ocurra le llamará narrativamente la atención. El juego, no obstante, que nos propone el filme es diferente al efectismo de dar giros argumentales. Nos habla de fantasmas en vida proyectados por la imaginación de un niño incentivada por su abuela. Realmente Holland es mostrado, desde un par de flashbacks que le dan una vida auténtica, como un ser sádico y asesino. Su gemelo continúa, a través de ese ‘Gran Juego’, la sombra corpórea de lo que fue. Y es ahí, como si recordásemos ese final imposible condenado a la desaparición conjunta sin uno de los gemelos de Inseparables de Cronenberg, donde se inicia la supervivencia. Una supervivencia claramente psicológica y mental donde se marca una maldición y desasosiego en el espectador. Los personajes acaban convirtiéndose en fantasmas de su tragedia. Perdidos y atrapados al otro lado del cristal del que ya nunca podrán escapar.

2 comentario en “Críticas: El otro

  1. Buena crítica (para variar) de una gran película. Pero oye, ¡lo de "el otro terror" es mío, maldito! Bah, supongo que somos muchos los bastardos a los que se nos ocurrió el juego de palabras.

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