11 de octubre de 2024

The Walking Dead: 2ª Temporada

Con el cierre de la segunda temporada de una de las series actuales más populares del planeta llega el momento de hincar el diente y destripar a Rick Grimes, compañeros de viaje y familia.

~ El siguiente texto contiene vísceras y destripamientos a discreción. No lo lea si no ha visto la segunda temporada al completo ~

El caso de la popular serie de la AMC es uno de los más extraños y perturbadores que se han vivido desde el otro lado de la pantalla. Tan milagroso y anti natura como el revivir de un cadáver para devorar las entrañas del ser vivo más cercano. La serie se ha convertido en un caminante, en un zombi capaz de andar perdido y a la deriva para cazar nuestros cerebros en el momento más inoportuno. Precisamente cuando bajamos la defensa y pensamos que una serie así, como un caminante lento, feo y putrefacto, va a ser incapaz de cogernos del pescuezo para arrancarlo con sus mugrosas uñas y dientes.

Si se analiza una serie tan mutante como The Walking Dead, y en especial esta segunda temporada que nos acaba de dejar (para volver a la vida próximamente), lo justo sería ubicarla en un microscopio con todas las muestras que abarca el virus que retrata. Su infección fue engendrada en el episodio piloto dirigido por Frank Darabont que contagió a millones de personas. Muchos de esos infectados quedaron decepcionados con esos 6 episodios que formaban una primera temporada irregular, mal guionizada y con numerosas heridas mortales. El hecho clave fue el despido (según las fuentes de la productora) o el abandono (por diferencias irreconciliables sobre recortes de presupuesto) de su propio creador. ¿Muerto el perro se acabó la rabia? Es cierto que hasta el tiro en la sien (contractual) sobre Darabont gran parte de esos infectados supervivientes quedaron anestesiados con el motor de narración de esa primera parte de la temporada. La interminable y angustiosa (en ambos sentidos) búsqueda de la pequeña Sophia, el conflicto sobre la fe y el destripe (sentimental) de personajes sin muchas aristas provocó que gran parte de las cabezas de los sobrevivientes y fieles espectadores se llenaran de dudas. ¿Realmente la ficción había asimilado su condición de serie o aquellos que la destriparon y desgarraron tras su primera temporada tenían razón? ¿Era The Walking Dead una serie muerta más allá de su piloto?

Pretty Much Dead Already, séptimo capítulo de la segunda temporada, marcó la ruptura tanto a nivel de producción como de fondo y forma de la serie. Emitido a finales de noviembre cosía los desgarres narrativos anteriores y dibujaba un punto y aparte, que se retomaría a principios de febrero con Nebraska, para lanzar un disparo entre ceja y ceja, tanto a esos espectadores adormilados como al propio Darabont. Comenzaba una nueva serie, una nueva The Walking Dead bajo la batuta y control absoluto de Glen Mazzara y el creador de los cómics, Robert Kirkman. Atrás quedaron los conflictos sobre la fe, la esperanza, salvación y redención que proporcionaba esa calmada granja propiedad de Hershel Greene y sus hijas. Lo importante en ese punto fue volver al conato de western apocalíptico con zombis que se apercibía en el piloto y a desarrollar vías de tensión propiciadas por seres vivos sobre los muertos revividos. El cambio de la serie fue así tan significativo que la crítica norteamericana se vio obligada a revaluarla (positivamente) y apreciar los méritos de una recta final repleta de acción, tensión, supervivencia extrema, duelos y enfrentamientos por el poder, traiciones mortales y explosiva emoción con gore y caminantes a discreción. Es cierto que no tiene competencia actual (¿hay alguna otra serie de zombis en el horizonte salvo un remake americano de Las chicas de oro?) y que esa futurible tercera temporada precede a lo que podría definirse como un prólogo. Se ha convertido precisamente en la más esperada con los fichajes que encarnaran a dos personajes primordiales en el cómic de Kirkman: el gobernador (tal vez el ocupante de ese helicóptero con el que se formó una gran horda con la que tuvieron que verse las caras Rick y su grupo para cerrar la temporada), pero sobre todo Michonne, que salva a Andrea en el último capítulo, Beside the Dying Fire, y que será una de los protagonistas indiscutibles de la adaptación a la pequeña (pero grande de miras) pantalla.

Los terrenos en los que pretende moverse la serie son claramente morales pero también políticos con esa frase demoledora final de Rick Grimes: «Esto no es ya una democracia». El grupo tuvo que huir de la granja que ha sido el escenario de la práctica totalidad de esta segunda temporada por la invasión de una gran horda de caminantes. En principio esa granja quería ser una base de acción para misiones en la onda Lost o Terranova pero acabó convirtiéndose en asfixiante y claustrofóbica para muchos espectadores.

Las víctimas de personajes principales también se han sucedido y dos pesos pesados como Dale y Shane han caído víctimas de diferentes manos. El anciano de la tribu y foco moral fue ejecutado por su propio grupo a modo de eutanasia. Lo de Shane se venía venir e incluso Kirkman confirmó que debería haber sucedido durante la primera temporada pero los escasos episodios no lo permitieron. El juego, no obstante, que ha alcanzado ese duelo de pode entre Rick y Shane (no sólo por el control del grupo sino por el familiar que propiciaban Carl, Lori y el hijo que lleva en sus entrañas) ha generado numerosos picos de tensión y satisfactorios clímax. Con su muerte (anunciada antes de emitirse en una pifia sobre el lanzamiento del DVD de la productora) el destino de los nuevos antagonistas pasa por ese nuevo escenario en que se desarrollará la tercera y parte de la cuarta temporada. Pero el gran e interesante mérito es que el propio Rick ve que su mayor enemigo puede llegar a ser su propia mujer. Lori (Carl en un grado menor) se ha convertido en uno de esos personajes detestables para la audiencia contraponiéndose al almíbar familiar inicial con el que parecía estar destinada.

Con el finiquito existencial de dos secundarios de la granja en el último ataque (Jimmy y Patricia) el grupo ha quedado unificado en 10 personajes… con Andrea dada por muerta y salvada por la misteriosa Michonne. Hershel y sus dos hijas, Maggie y Beth, forma una nueva unidad familiar junto a Rick, Lori y Carl. Glenn como novio y pareja de Maggie, además, añade nuevos componentes emocionales. T-Dog parece destinado a ser carne de exterminio en la próxima temporada porque Daryl y Carol es una extraña pareja que merece la pena retener. El Dr. Edwin Jenner en el Centro de Control y Prevención de Enfermedades desveló a Rick uno de los secretos revelados ahora de la serie. Los vivos y muertos están infectados y unidos por el virus. Se le olvidó decir que también los espectadores.

Un pensamiento en “The Walking Dead: 2ª Temporada

  1. Los primeros 20 minutos del último episodio son, sencillamente, brillantes. Ese inicio sin diálogos de los caminantes, la forma en que van desarrollándose los hechos en la granja hasta la caída del granero, pasto de las llamas. Impresionante. El viaje ha merecido la pena, sin duda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *