El cine regresa a Antonio del Real con algo muy serio.
Ubicar hoy en día una película como Ni pies ni cabeza resulta tan complicado como, seguramente, a todas luces inútil. En primera instancia podría decirse que cultiva un tipo de humor que hace años dejó de vender y funcionar, pero la realidad es que algo así difícilmente lo habría hecho en cualquier otro tiempo. Y, como soy consciente de que estáis esperando que cualquier crítica empiece por decir que el título la define perfectamente, no os voy a defraudar.
En lo que se entiende como un chiste malo más que como un alarde de sinceridad, el cartel la presenta como “una atropellada comedia”. No creo que haga falta explicar a los responsables del mismo que eso no es una virtud, pero el adjetivo se corresponde perfectamente con lo que vemos en pantalla. Antonio del Real, de cuyo debut en el largo han pasado ya 32 años, adapta la novela de Juan Carlos Córdoba para entregar una obra digna de un principiante, rodada con un desatino alarmante y que parece compuesta de retales. Si bien el resto de su filmografía reciente no se distingue precisamente por lo contrario, aquí se enfrenta por primera vez a la clandestinidad, a una película que tiene todas las papeletas para pasar inadvertida y que no volvamos a tener noticias de ella.
Aunque podría continuar destrozándola, sería tan obvio que me parece preferible enumerar las claves para hacer algo parecido a disfrutarla:
1. El reparto. Basta con echar un primer vistazo al cartel para comprobar que Ni pies ni cabeza promete risas. La pareja protagonista está compuesta por dos pretendidos reclamos tan ajenos al mundo del cine como el presentador Christian Gálvez y la modelo Jaydy Michel, que en ningún momento desentonan con el resto. Claro, que «el resto» son Alejandro Tous (de la gran serie Yo soy Bea), Blanca Jara (hija del director y habitual de su cine), Juanjo Puigcorbé, el muy puto amo Jorge Sanz y un puñado de actores más o menos desconocidos. Y sobra decir que ninguno tiene personaje que defender.
2. Los cameos. Javivi, Antonio Resines, Santi Rodríguez, Ángel Nieto, Raúl Cimas, Ernesto Sevilla o Joaquín Reyes aparecen en alguna escena de Ni pies ni cabeza. Cameos anunciados en el caso de los tres primeros, cuyos nombres se incluyen en la promoción, y sorprendentes en los demás. El de Ángel Nieto (su “vais como motos” a los protagonistas es sin duda el momentazo de la película) es el único que tiene una pretensión meramente humorística, mientras que el resto rellenan huecos en el metraje interpretando papeles anecdóticos que no cuentan con más función que la de lucir su rostro. Las intervenciones de los chanantes descolocan, y no tanto por lo lejano de este proyecto al humor que han cultivado a lo largo de su carrera como por lo totalmente inocuo de sus líneas de guión. El propio director interviene en la escena del garaje, completando un juego referencial que supongo que vendrá a reinventar el concepto. Algo así como el Torrente de los pobres.
3. La música. La banda sonora, a cargo de Got Music (nombraco), marca diferencias. Desde el temazo junto al que desfilan unos créditos iniciales hechos con el Movie Maker ya se intuye que va a ser así. A partir de entonces no solo disfrutamos de varias canciones que nos describen las situaciones en pantalla, sino de un uso de la música difícilmente igualable. Ya sea con fines pretendidamente dramáticos, cómicos, románticos o subrayando las persecuciones, lo que escuchamos aquí no puede equipararse a nada. Y ojo, porque tras las investigaciones pertinentes hemos podido comprobar que detrás del proyecto Got Music se hallan nombres como los de Luisber Santiago (Disney Channel) o Víctor Elías (¡¡¡Guille de Santa Justa Klan!!!). Esperamos que tenga continuidad y también que el disco llegue a Spotify con la inmediatez que lo hace al corazón del respetable.
4. La denuncia. Después de todo lo comentado, parece obvio que Ni pies ni cabeza es una comedia que no encierra más pretensión que la de entretener. Pero no, se trata también de toda una denuncia del mal funcionamiento y la corrupción en las altas esferas de la Guardia Civil, que incluye escenas de suicidios y acción mierder de mucho nivel. Todo ello revestido, por supuesto, de un tono presuntamente paródico del cuerpo que no sabe cuajar y causa un tremendo desconcierto en la batahola. Guardias corruptos, sindicalistas perseguidos, yonquis rehabilitados, hijos de víctimas de ETA y demás desfilan por el metraje de un producto inclasificable que, por si fuera poco, se va hasta casi dos horas de duración sin despertar otro interés distinto al de qué puede ser lo siguiente que aparezca en pantalla. Un interés más que loable, claro está.
Por cierto, para los que nunca se lo preguntan, no se toca la Guerra Civil pero sí está subvencionada. Y me parece muy correcto que el dinero del contribuyente vaya a cosas así.
HALMENOS DA LA CARA COVARDE
Me siento tope de lleno después de ver la película y leer la crítica. HOVRA MAHESTRA.
¡Ké vuena krítika!
Pues hay mucho que contar de este proyecto. Al caer en manos de esa productoras y con tantos despropositos y egoismos y un largo etc. no era para más. Su productora está demandada y la sentencia recurrida en la audiencia provincial de Madrid, lo mismo le ocurre al autor y al guionista.