25 de abril de 2024

Estudio James Cameron (III): Aliens

Siguiendo con su estudio sobre James Cameron, Sito nos trae una nueva incursión en la filmografía del afamado director, Aliens (1986).

Seguimos el repaso a la carrera cinematográfica de este hombre, que esta semana nos ha desanimado un poco más aún a los admiradores de su trayectoria pre-Titanic, y es que el hombre ha anunciado que solo está interesado en lo que a cine se refiere a expandir aún más el universo de Avatar. Pues allí se quede él, oiga. Prefiero mil veces los entornos angustiosos, casi claustrofóbicos, con una puesta en escena casi artesanal, de las Terminators o de la que analizo aquí, Aliens, a la espectacular, (demasiado) colorista y no demasiado original Pandora. Y pensar que el tío prefiere llevar a la pantalla a los puñeteros pitufitos ecologistas, un hombre que nos ha mostrado en pantalla el mismísimo horror en el contexto de la ciencia ficción, y en esta película con uno de los bichos más emblemáticos de la historia del cine.

Lo tenía todo para fracasar Cameron con esta película, secuela de una verdadera obra maestra del terror y la ciencia ficción, con un Ridley Scott del que decir que estuvo entonado es poco, estuvo realmente perfecto en lo que a dirección se refiere, y esto es como unos tres cuartos de la peli, pues aquella no constaba con un guión que favoreciera el drama entre personajes o un argumento demasiado elaborado. Aquello era el terror puro, por lo que la labor del director era lo más importante, y Scott lo bordó con una puesta en escena colosal, con una recreación del Nostromo riquísima en detalles, y con un saber hacer manejando los momentos de tensión, manejando el ritmo con una naturalidad impropia de lo que ha demostrado posteriormente el británico.

El giro que le da Cameron a la saga es notable. Lo más importante es que mantiene el tono de la película de Scott, por otra parte bastante adecuado al cine del canadiense, con unos ambientes irrespirables, dónde prácticamente se palpa el calor (los personajes están todo el rato sudando), con una puesta de escena con tantos detalles o más que en la anterior entrega, y una sensación constante de que nadie está a salvo, ya sea por los aliens al acecho o por las turbias relaciones entre los personajes. Y ahí es dónde radica la mayor diferencia (que no la única) con la primera, el guión de Cameron es bastante más ambicioso que el de Walter Hill a la hora de crear la historia y sobre todo el entramado de relaciones entre personajes, actuando como eje central la relación casi maternofilial (que no es casualidad, por supuesto) entre Ripley y la niña superviviente de la colonia, Newt, además de la cojonuda galería de personajes formada por los marines, el androide, Bishop, y el representante de la Corporación de oscuras intenciones, Burke, uno de los mayores hijos de puta que servidor ha visto en pantalla. Todos estos personajes con sus propias motivaciones, miedos, temores y dudas, todos con la suficiente cuota de pantalla para que Cameron los pueda desarrollar satisfactoriamente. Es brutal el cambio, y porque no decirlo, la mejora en la escritura del guión entre esta y su primera película, The Terminator.

Como he dicho, sin embargo, no es el único cambio que lleva a cabo Cameron en comparación con la primera película, pues si en aquella lo predominante era una tensión que se hacía por momentos realmente insoportable, siendo una película de terror en toda regla, en esta el género utilizado es el de la acción, y si bien esta cumple perfectamente, con escenas rodadas con brío, sin que se apodere el caos en el montaje (y hay momentos en la peli en que no es fácil lograrlo), la acción como género no constituye el pilar principal de la película, como sí pasaba, por ejemplo, en The Terminator o en Alien con el terror como eje principal. Parece Cameron más preocupado que otras veces por desarrollar los personajes, los entresijos de la historia y la naturaleza de la especie alienígena, y se sale con la suya, aunque eso implique quitar minutos de acción pura y dura. Al final la película se siente perfectamente equilibrada, con grandes minutos de intensidad y tensión, aunque quizá viniendo de Cameron esperaba algo más en este aspecto. Poco que objetar, en todo caso, si sacrificando parte de su mayor especialidad se dedica a hacer la película más compleja e interesante, con más lecturas posibles de las que uno esperaba en primer lugar.

Para el final he dejado los rasgos más puramente Cameron, las pequeñas manías que rara vez desaparecen de sus películas, como es un final apoteósico con batalla madraza vs madraza incluída, con el fuego otra vez como protagonista, la humanización del androide (Queen takes Bishop), la fortaleza de los personajes femeninos (no contento con Ripley, Cameron añade a la marine Vásquez, con más testosterona que algún que otro marine macho), una persecusión en coche que por difícil que parezca no se siente nada impostada, etc.

Concluyendo, Cameron se sale con la suya, expande el universo creado por Scott con éxito, da más importancia a los personajes y se saca de la manga la naturaleza de la especie xenoforme. Quizá esto último sea lo que más perjudique a esta película con respecto a la primera entrega, y lo que la haga ser, finalmente, inferior, y es que el contar con miles de aliens al final es mucho menos imponente y amenazador que con uno solo. Pero bueno, las comparaciones quizá sean incorrectas, al tratarse de dos géneros distintos. La cuestión es que, pese a ser inferior a Alien, Cameron demostró que lo suyo en el cine no era flor de un día, y que con material ajeno podía no sólo hacer buenas películas, si no además darle su sello personal.

Texto escrito por Sito

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *