11 de octubre de 2024

Especial Críticas: Los mercenarios 2

Los mercenarios vuelven a nuestros cines, quizás algo cascadetes pero dispuestos a dar guerra. Este especial va dedicado a todos ellos.

Emergentes huevos, viejas gallinas por Mnemea

Entras al cine y piensas que ahora sí están los necesarios, durante la película te das cuenta que no hay espacio para todos, termina y te quedas con las ganas de alguna aparición estelar. Stallone encontró la gallina de los huevos de oro y la puso a producir cosas con forma de calavera.

Parece que Los mercenarios 2 es más de lo mismo, lo que sinceramente se esperaba de ella, pero con ligeros matices perpetrados por estos perros viejos. Porque ahí están esos diálogos en los que hablan poco, al menos las frases suelen ser cortas, pero en el balance cháchara-hostias, sale incomprensiblemente perdiendo el segundo, aunque cuando les da por actuar como mejor supieron en sus buenos tiempos, se perdonan algunas de las peroratas.

Tras unos cuantos «boom» y «ratatatata» llega el paso que todo grupo de élite cascado debe dar: carne nueva (y me contengo para no citar a Cronenberg que al final no obtienen los mismos resultados, por ahí no van los tiros). Liam Hemsworth está rodeado, y sabiendo que sus méritos en el mundo de la acción no van mucho más allá del manejo de martillos, en una liga profesional donde las armas y el cuerpo a cuerpo son los elementos poderosos para vencer… venga va, que no apuestas por él al verlo en pantalla porque aunque disimulen todos, les jode que sea tan joven y tan guapo y tan rubio y con ojitos tiernos que no conocen las patas de gallo y/o láser correctivo (el botox pasó de moda).

Otro tema de interés es que, justo en esta película donde adoptan en el equipo a una mujer, donde les da por solucionar los dramas sociales con familias sesgadas de algún remoto lugar del este de Europa con mujeres luchadoras a la par que compungidas, parece que rechazan al público femenino por completo, véase que no hay un solo cuerpo sudoroso ni extirpación de camisetas en ningún momento, y cuando se lucen músculos es por comparativa de fuerza bruta y no por deleite físico. Me imagino el momento justo en el que en los créditos alguna hembra arrastrada hasta la sala para ver a los ídolos de su pareja le hará prometer que irán a ver tres películas de Sandra Bullock como compensación justificada.

Tras las farsas de ancianos resentidos, vamos a lo bueno, que también existe. Usan todos los tópicos, comenzando por el abuso de estrellas invitadas y protagonistas, tantas que casi no hay espacio en el metraje para que salgan todos al menos una vez en algún plano avanzando arma en mano a cámara lenta. En esto se parece más a un video de boda, donde la novia (Stallone) quiere una «foto» con todos los invitados.

Frases de ayer, hoy y siempre, no falta ninguna, incluso hay sorpresas en su uso, pero el guiño al espectador fiel es constante, en el ambiente se notaba que pronto la gente iba a levantarse sobre el asiento y ponerse a aplaudir, aunque no se llegó a sentir la necesidad de encender mecheros y corear los disparos. ¿Hace falta decir quién sale? No, si en el cartel ya está el listado, para qué más. Bueno, sale Statham con sus coreografías, y lo que es mejor, junto a todos estos señores, por fin parece que consigue cambiar de expresión en el rostro según la situación. Propongo que los cambios de registro los haga junto a cactus en sus próximas películas, realmente gana.

No profundizan en nada. NADA. Todo se dice por puro relleno, en plan: «esto sucede por algo, si nos pedís explicaciones las tenemos, pero no vamos a perder tiempo en ello cuando podemos ponernos a matar». Y lo mejor de todo, el malo, un malcarado Van Damme con tatuaje absurdo, no congenia con la película por sus patadas y flexibilidad, lo impactante es que en un momento de lucidez alguien del equipo decidió llamarle Vilain.

Aquí muere todo el espíritu de sutileza, y demuestra que en el fragor de la batalla todo vale, y si son capaces de convertir a Chuck Norris en cómico involuntario, hasta el más escéptico besará los pies del productor al que conseguiremos hacer rico.

Pásame el andador, la dentadura postiza y la ametralladora que está al lado por Maldito Bastardo

-Extracto del futuro guión de Los Mercenarios 4-

Arnold Schwarzenegger realiza la metáfora-auto-referencial que resume Los mercenarios 2 en la figura de un museo. Realmente el filme de Simon West, como los que dirigió Sylvester Stallone para ‘celebrar’ el regreso a la gran pantalla de John Rambo, Rocky Balboa y la primera parte que juntó iconos referenciales del género como el propio Stallone, Statham, Li, Willis, Lundgren o Schwarzenegger, se basa en la complicidad del público. Perdón, de ‘su’ público. Ese público que paga su religiosa entrada para acceder al ‘museo’ y ver con pasión las piezas que se exponen allí. Siguen siendo las mismas pero más viejas, agarrotadas, roídas y conservadas gracias a los servicios de ‘restauración’. La edad no importa si un reluciente marco ciega al espectador y valora, como el buen meado de burra, el tiempo transcurrido hasta llegar a ese punto. Puede que sea el mismo marco, puede que el lienzo haya sido víctima de innumerables grietas atiborradas con pasta de relleno con una espátula, puede que nada importe si únicamente se va a disfrutar de la misma obra que tan buenos recuerdos trae de hace más de veinte años. Pero aquí importa la firma y lúbrica, el autor por encima de marcos y museos. Si no hay un nombre detrás de esa imagen, nada importa.

Realmente el objeto (y sujeto) importa en su justa medida: lo relativo es que yazca en el museo y mausoleo, que quede fosilizado y momificado allí y que sus feligreses acudan como si se inyectaran esteroides licuados en agua de Lourdes. La testosterona subirá a los cerebros que confundirán el adorno con el fondo. En el fondo Los mercenarios 2 es una mediocre película, una de tantas películas mediocres que han protagonizado todos sus sacralizados iconos… pero el ‘homenaje’ parece que en el presente se tasa en oro cuando en el pasado valía poco más que los excrementos de una cabra montesa. Lo que cuenta es el ornato y el brochazo. Tres frases auto-referenciales, un formidable chiste sacado de la chistera y apariciones-reuniones del averno por doquier, son suficientes para saciar a los parroquianos que alzan sus manos intentado tocar a sus dioses. ¿Quiere decir esto que si Chuck Norris apareciera 5 minutos en Torrente 5 el público diría que es una obra maestra? ¿Que si junto todos esos glorificados bodrios de acción de los 80 obtengo la genialidad del nuevo milenio? El libreto de Los mercenarios 2, entre tanto hiperbólico, hiperfrísbico, hiperestrógeno, hiperescroto e hiperchúsmico ‘mash up’, no está muy lejos de cualquiera de esas películas destripadas sin compasión por el tiempo, pero la conexión emocional y la auto-parodia al 3% parece acrecentar la incoherencia (o el subidón). ¿O será que el que escribe ha perdido una fe que nunca tuvo?

El crítico Peter Bradshaw de The Guardian comparó el proceso de asimilación del envejecimiento que llevan a cabo los protagonistas de Los mercenarios 2 con el que realizan los intérpretes de El exótico Hotel Marigold. En el filme de John Madden los 7 integrantes más provectos del reparto sumaban 474 años. En el de Simon West, 416… el problema es que las arrugas del casting de El exótico Hotel Marigold parecen ‘naturales’ y aparentan estar en mejor estado de forma que Schwarzenegger y compañía. ¡Por favor, queremos ver a Maggie Smith armada con una ametralladora en Los mercenarios 3! Realmente la cinta de Simon West queda definida en ese cruce de La superabuela, Sexo en Nueva York 2, Phillip Morris ¡Te quiero!, Los mercenarios, El diario de Noa, Un chihuahua en Beverly Hills y, por supuesto, Another Gay Movie: No es sólo otra película gay. Porque luego llegamos a su carga dramática y gay. Que ven acá que te la quiero clavar, que si os ponéis boca abajo, que si estoy celosa porque ahora te van las jovencitas con traje de militar, que si no me gusta tu novia, que si te la quiero clavar, que si soy muy machote y me da vergüenza decirte que te quiero. En fin, la película más gay de año. Esta vez han metido un componente femenino (y que no sea perchero) para dotar al conjunto de menor testosterona, pero no me fío: puede que Yu Nan interprete a un transexual. Bueno, de hecho Carmen de Mairena se conserva mejor que Stallone, Schwarzenegger o Norris…

Jet Li y Yu Nan no actúan juntos, lo que da a pensar que seguramente tengamos una turbia y oscura historia oculta. Personalmente creo que ha sido decisión de los productores porque todos sabemos que lo único que diferencia a Jet Li y Yu Nan es la peluca de esta última. El resto de estiramientos… igualitos. A Jean Claude Van Damme le pidieron para meterse en su papel de Vilain y ‘villain’ que pensara que estaba en un anuncio de gafas de sol o presentándose a una prueba para interpretar a Albert Wesker para una nueva de Resident Evil. Por no hablar de la interpretación (o intento de) de Sylvester Stallone, que pone el mismo rostro y expresión ante un entierro o si le estuvieran haciendo sexo oral. Por cierto, una película con Chuck Norris y sin patada voladora de Chuck Norris no es película, aunque salga Chuck Norris. Quiero decir con todo lo anterior (sin ponerme demasiado ‘hater’) que no considero a Los mercenarios 2 (como a su primera parte) como película, simplemente es un acontecimiento, una exposición temporal en un museo. Algunos calificarán el museo como arte mientras otros lo consideraremos simplemente arqueológico o tal vez, debido al abusivo uso de cirugía, esteroides y Botox, de cera. Aplaudan a las figuras, pues.

3 comentario en “Especial Críticas: Los mercenarios 2

  1. Con todos los respetos da la sensación que este análisis lo ha escrito un subnormal dada la ingente cantidad de gilipolleces que he leido, en fin….

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