Penúltimo día del Festival de Cine de Málaga.
La batería ya flojea. La semana de cine en la Costa de Sol toca a su fin y sin duda hoy hemos asistido al pase de una de las cintas más esperadas, La mula, junto a otra de esas películas cuya presencia en la sección oficial se hace más que incomprensible, la argentina Sola contigo. La cara y la cruz siempre presentes en un Teatro Cervantes al que la prensa acreditada ya no volverá hasta, al menos, el año que viene. Un minuto de silencio por los donuts y los cafés gratis que dejaremos de tomar.
Silencio hubo también tras el pase de Sola contigo. De nuevo una coproducción entre España y Argentina (como Inevitable) cuya conexión está muy, muy lejos de parecerse a un Iniesta-Messi. María (una siempre perdida Ariadna Gil) es la encargada de recursos humanos en una entidad bancaria. Su vida no transcurre con normalidad y para colmo recibe una amenaza de muerte: en cinco días todo habrá acabado. Por el trayecto, María se cruzará con Fuster (Leonardo Sbaraglia), un comisario que investiga estos hechos. El thriller avanza lentamente para desvelar la historia de un origen que ya se intuía, para venir seguido por un giro tramposo que ya se esperaba y un final que se olía desde el minuto uno. Cinta de género muy olvidable que ni enfada. El nivel en algunas películas de esta edición ha sido tan pobre que reconozco sentirme un poco atrofiado ante tal artefacto.
Pero entonces llegó La mula. Hay que reconocer que era la película más esperada del Festival. Primero por parte de las más jóvenes con la presencia de los ídolos Mario Casas y María Valverde, y luego por toda la polémica que arrastró durante la producción y la posproducción. El patio de butacas presentó un lleno absoluto pero cuando arrancó la cinta las cosas ya empezaban a torcerse. El granulado del metraje parece que nos va a atormentar largo y tendido. Su contraste con los títulos de créditos lo hacía más evidente pero esta sensación lograba atenuarse en los planos cortos, para terminar incluso dotando a la película de una atmósfera curiosa. La historia de La mula es la del padre de Juan Eslava Galán, escritor de la novela y coguionista. Un mulero del bando nacional en plena guerra civil se encuentra en mitad del bosque a una mula blanca, que esconderá con celo para el final de la guerra de cara a lograr una vida mejor. También caerá enamorado de Conchi (María Valverde), una joven adinerada.
Ante la incertidumbre de lo que nos íbamos a encontrar, La mula es una comedia que funciona en contadas ocasiones. El montaje de algunas escenas puede recordar al estilo de Muchachada Nui pero es que el tono de humor impregna toda la cinta a pesar de estar enmarcada en un terrible contexto. Se nota que hay buen material procedente del libro y uno se ríe con las peripecias del cabo Juan Castro (Mario Casas) para impresionar a su amada. Las bromas no resultan casposas y la reacción general de satisfacción por la película fue compartida. Al contrario de lo que promete el avance, Casas ofrece un acento andaluz muy logrado y apenas hay problemas para entender las conversaciones. Su actuación en general es una sorpresa y no lo sería que se hiciera con la Biznaga al mejor actor del Festival. Secun de la Rosa también aprueba en este apartado pero María Valverde es quien más chirría, con un acento entre sevillano y granadino nunca creíble, que destapó las risas del público.
Sin duda el punto flaco de la película radica en su posprodccuión. El montaje es más que defectuoso en determinadas escenas y directamente fallido en la escena final, donde se repiten dos planos consecutivos sin ninguna intención aparente de epatar. Vamos, que la liaron parda. Poco parece para lo que ha tenido que sufrir la película. Firmada, tanto en dirección como en guion adaptado, como «Anónimo», la no aparición de Michael Radford se debe a un conflicto legal que ha devenido en la renuncia del autor a firmar su obra, a pesar de que el reparto considera que es el verdadero creador. De los dos meses de rodaje, sólo cuatro días tuvieron que estar bajo del dirección de «otro» director. Por si estos problemas no fueran suficientes, la productora Alejandra Frade desveló que la cinta estuvo dos años bloqueada por el ministerio de Cultura durante la etapa del gobierno socialista, sin dar una razón concreta. Trabas y más trabas que echaron al traste lo que podía haber sido una comedia más que digna, dejándola en un aprobado con una factura bastante pobre.