19 de abril de 2024

D’A 2013 (I)

CAH Tango Libre

Inauguración y Día 2: Juventud a la deriva.

Este pasado jueves 25 de mayo, se daba la salida a una nueva edición del Festival Internacional de Cinema d’Autor de Barcelona, el cual recoge en cierta medida el espíritu del tristemente desaparecido BAFF y da el pistoletazo de salida a la temporada de festivales de la ciudad condal. El espacio del CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) y su teatro fueron el marco escogido para la primera toma de contacto de un festival que recoge (o intenta recoger) lo más interesante del cine de autor contemporáneo nacional e internacional. Películas, la gran mayoría, que difícilmente tendrán salida dentro del circuito comercial en nuestro país. Se presenta así una oportunidad de oro para saborear en su medio natural (como es una sala de cine) tanto a grandes directores consagrados del panorama cinematográfico como aquellos cineastas que, aún con una corta filmografía, parecen haberse ganado un seguimiento en su futura trayectoria profesional. Una filosofía muy parecida al recién finalizado Atlántida Film Fest, un festival exclusivamente online con quien comparte más de una película en su cartel. Cinco secciones son  las que engloban los más de 50 trabajos que este año presenta el festival: Direccions, Talents, Autoria Catalana, Realitats y Film Diaries. Una oferta que crece y unos nuevos espacios que se abren al público justo en un momento en que el futuro de la exhibición y producción de cine de autor en España parece más borroso que nunca.

Tras las presentaciones de rigor la película elegida para abrir esta nueva edición del D’A fue Tango Libre, la nueva obra del cineasta belga Frédéric Fonteyne tras los ocho años transcurridos desde La Mujer de Gilles (La Femme de Gilles, 2004) y en cuyo plantel actoral destaca la presencia de Sergi López, actor que ya trabajó con Fonteyne en el debut del director belga con Una Relación Privada (Une Liaison Pornographique, 1999). Actor, director y actriz protagonista (Anne Paulicevich, esposa del director) estuvieron presentes en el acto. Ligera y simpática, Tango Libre narra (o lo intenta) la gris vida de J.C., un guardia de prisiones que mitiga su vacío existencial con las clases de tango a las que asiste en sus tiempos libres. Allí conoce a Alice, por la que pronto se siente atraído. Sin embargo, no tardará en descubrir que Alice es la mujer de Fernand, el hombre que permanece en prisión custodiado por el propio J.C., a la vez que parece tener una misteriosa relación sentimental con Dominic, compañero de celda de Fernand y amigo íntimo de éste. El reglamento prohíbe tajantemente tener relaciones sociales con los familiares de los reclusos.

CAH Tango libre 2

La propuesta de Fonteyne intenta dar una vuelta de tuerca al drama carcelario con una trama rocambolesca que da lugar al absurdo (intencionadamente o no) y a ciertos momentos verdaderamente divertidos. Pero si a los subrayados (verbales) en cuanto a la finalidad que el tango tiene en todos sus enclaustrados personajes (unos encarcelados por el sistema y otros por su gris existencia) le añadimos los bandazos de tono, la poca credibilidad de ciertas acciones de los personajes debido a la nula profundidad de los mismos (sobre todo en lo referente a la relación entre J.C. y Alice), el vuelco hacia el melodrama relamido o puntos de giro dignos del peor culebrón televisivo, el resultado final deja un regusto demasiado amargo. Y aunque la puesta en escena tiene detalles remarcables como pueda ser la utilización del plano fijo y el uso del espacio en la casa de J.C. a la hora de definir este personaje, tampoco se salva de una convencionalidad y un dudoso juego con los puntos de vista que terminan llevando a la película a terrenos tantas veces visitados y tan lleno de salidas fáciles para el espectador. Nada hay en Tango Libre que justifique su presencia en un festival caracterizado, casi siempre, por el riesgo presente en las propuestas presentadas y solo la falta de pretensiones y ciertas salidas humorísticas agradecidas hacen pasar más inadvertidas las taras de un conjunto, en su globalidad, más cercano a la mediocridad.

Con el viernes enfilado el D’A da su verdadero inicio con la puesta en marcha de sus secciones. Algunas de ellas competitivas, como la sección Talents que, valorada por un jurado, será premiado con el Premio de la Crítica el considerado mejor trabajo. Enmarcada en Direccions empezamos el día con una de esas películas en las que el festival empieza a dar la cara. Sister (L’enfant d’en haut), el nuevo trabajo de la directora suiza Ursula Meier, relata la historia de Simon, un chico de unos 12 años que, aprovechando la cercanía con una estación de esquí, se gana la vida robando material de los incautos turistas para venderlo después como material de segunda mano. Son los únicos ingresos para mantener a flote una economía familiar compuesta única y exclusivamente por su hermana mayor, la cual parece rechazar su condición de adulta. Recurriendo a cierto simbolismo como lo pueda ser ese bloque de edificios en el valle donde residen hermano y hermana o incluso la luz, a veces irreal, de la habitual operadora de Claire Denis, Agnès Godard, Meier juega al contraste con el drama de los de abajo (el valle) con lo idílico de los de arriba en un contexto espacial (los Alpes suizos) en apariencia tan extraño para enmarcar un drama tan urbano como el atraviesan los dos hermanos. La autora juega así con unos personajes que parecen fuera de lugar. Tanto como esa solitaria mole de edificio tan característico de los barrios periféricos de las grandes ciudades.

CAH Sister

Un niño que aparenta más edad de la que le correspondería y una hermana que parece no querer crecer con las figuras paternales en aparente ausencia. Pero es quizás lo que subyace bajo esas miradas y actitudes desubicadas lo que le interesa a la autora: la tremenda falta de cariño por parte de Simon que busca de manera poco velada una figura materna, y el doloroso secreto a ojos de los demás que guarda su hermana mayor. Soledad, dolor y amor en una obra tan intensa como tierna que tiene en su basculación hacia cierto tremendismo e impostura (acercándola en ocasiones más a Iñárritu que a Loach) y al hecho de no ser quizás tan honesta como cabría esperar sus principales puntos negativos. Sin embargo la austeridad de su puesta en escena y, sobre todo, el colosal trabajo actoral de su dúo protagonista justifica casi por sí mismo el visionado de una cinta, en definitiva, siempre interesante.

Desgraciadamente no podemos decir lo mismo de nuestro estreno en la sección Talents con el debut en la dirección del británico Rowan Athale. Wasteland, se erige como una obra de género con el argumento tantas veces manido del robo perfecto como traca final. Harvey sale de la cárcel después de haber cumplido condena por un asunto de drogas. A la vez que retoma una antigua relación con una despampanante rubia, el joven empieza a trazar un plan junto a sus amigos que supondría empezar una nueva vida lejos de Inglaterra: el robo al local de un violento matón responsable del encarcelamiento de Harvey. Un contexto de crisis actual que parece empujar a la pillería de un cuarteto que, dentro de sus fronteras, no parece tener cabida termina por resultar siendo lo más rescatable de una cinta tan llena de trampas como carente de virtudes. Con una estructura circular, Wasteland comienza con un ensangrentado Harvey siendo interrogado por el detective encarnado por el siempre cumplidor Timothy Spall, con lo que toda la construcción de relato, va a vehicular sobre la narración del propio protagonista principal, la que permanece en la superficie y la se esconde tras la piel de ese primer relato.

CAH Wasteland

Descafeinada y carente de personalidad, Athale confía tanto en la palabra que parece olvidarse de una puesta en escena carente de garra y abundante en saltos de eje. Poco importa lo que les pase a los personajes porque todo resulta forzado y supeditado a un punto de giro final cuyo descubrimiento a ojos del espectador, por mucho que lo quieran disfrazar de actitud cool, aparece desprovisto de cualquier tipo de lógica. Y aunque no se le puede negar su entretenimiento, el resultado no deja de ser un soso debut al que, a título personal, cuesta encontrar justificación alguna en torno a su presencia en el cartel del festival.

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