Charlamos con el director de Baztan.
Después de varios meses de retraso, se estrena este viernes en salas de Madrid y Barcelona Baztan, una película que introduce el cine dentro del cine para contarnos el rodaje en tierras navarras de una película sobre un pasado oscuro y olvidado de la zona: la existencia de los Agotes, una minoría absolutamente discriminada y castigada por el miedo a lo diferente, y que sigue vigente a lo largo de la historia.
Para presentarla, esta mañana ha asistido a su proyección el director de la misma, Iñaki Elizalde, con quien hemos tenido el placer de charlar largo y tendido sobre Baztan y el cine en general.
Os dejamos aquí con lo que nos ha contado.
– Baztan tiene dos líneas argumentales y temporales distintas y un estilo muy cercano al documental, ¿lo hiciste así de una manera premeditada?
No, lo que está hecho a propósito es que parezca documental, aunque de documental tiene poco en cuanto a que cada una de las líneas de los personajes estaba escrita con un guión. Todas las situaciones, todos los diálogos, absolutamente todo estaba escrito. Pero sí que es verdad que del tema de los Agotes había dos cosas que me llamaron la atención. Una el carácter universal en el que una mayoría mantiene discriminada en un guetto a una minoría, pero casi por encima de todo esto es que se había mantenido en un espacio durante más de 10 siglos. Grupos de Agotes existieron en otros sitios, en el norte de Teruel, en el valle del Roncal, en Santander…pero se mimetizaron con la población relativamente pronto. Eso en el valle de Baztan era algo que se había mantenido a lo largo del tiempo y me interesaba mucho ese punto actual, es decir, había todavía abuelos Agotes que recordaban que cuando niños, los otros niños que no eran Agotes, les tiraban piedras para que no pudiesen entrar a la escuela. Luego está ese punto que va directamente vinculado al carácter de los baztanenses, de la gente que vivía en el valle, que era esencial para mí. Por eso planteamos la historia desde ese punto de vista.
– Es inevitable preguntarte por las referencias a la película Vacas de Julio Médem…
La película habla básicamente del paso del tiempo, de lo que nace, de lo que muere, de lo que a pesar de morir permanece de alguna forma en el consciente o en el inconsciente colectivo. Un ejemplo claro es el colegio que están destruyendo en el pueblo, pero sin embargo dejan en pie una iglesia del siglo XIX el tiempo suficiente para que un equipo de arte la transforme en una iglesia de finales del XIII, principios del XIV, iglesia en la que por otra parte ocurren cosas trascendentes en la película. En ese sentido, y cuando anunciamos que íbamos a rodar allí, nadie se sorprendió de lo que era un rodaje porque todo el mundo recordaba, ya sea por haber participado como extra o porque eran los camareros que servían a los actores, que un equipo de rodaje había ido allí a hacer una película que se titulaba Vacas. Yendo un poco más allá, decidí que 3 de los protagonistas de la película como son Carmelo Gómez, Kandido Uranga y Txema Blasco, que eran los personajes principales de la película de Julio (Médem), fueran también los protagonistas de la mía. Y yendo incluso un poquito más allá, el personaje interpretado por Carmelo en Vacas está enfrentado al personaje de Kandido, y éste sale apaleado. En Baztan también están los dos enfrentados pero de alguna forma quise darle la vuelta para que el resultado fuera opuesto. Es un juego también vinculado al tema principal de la película, que es el paso del tiempo.
– Además de las evidentes referencias a Vacas, hemos notado que hay aspectos en los que se deja entrever un homenaje a Sleepy Hollow, no sólo por ser la cinta que uno de los protagonistas ve en su portátil, sino en la fotografía de la película ¿es así?
Sí, así es. Has acertado plenamente en el referente fotográfico. En toda la parte de época siempre tuvimos muy presente la película de Tim Burton y empezamos a trabajar a partir de ella. Por otra parte, el chaval que interpreta a Antxo, Patxi Bengoechea, cuando le dieron el papel buscó un referente interpretativo y lo encontró en Johnny Depp, alguien relativamente joven, vinculado a su generación, y en ese sentido él ve con admiración cómo lo hace Depp en la película para intentar aprender. De pronto coincidían dos cosas, que el personaje principal de Sleepy Hollow era el referente de nuestro actor, y por otro lado, ¿por qué ocultar algo de lo que partes, si siempre se parte de lugares comunes para poder contar las cosas?
– Antes has dicho que todo estaba totalmente guionizado, ¿la parte en la que los actores profesionales se interpretan a sí mismos también, o les dejaste hacer?
Cada una de las líneas y de los diálogos de la película están previamente escritos. Lo que sí es verdad es que evitamos que los actores fueran al caserío donde rodaron Vacas hasta el día que rodamos allí. Dado que para ellos fue una película muy importante que lanzó sus carreras, la emoción que surgió de aquel momento de reencuentro con el pasado, aquello que sintieron era de verdad aunque llevaran un guión y supieran donde íbamos. Esa secuencia, que es el punto más enloquecido de la película, está cargada de emoción y del reencuentro con algo que fue muy importante en sus vidas.
– Además de contar con actores de la talla de Carmelo Gómez o Unax Ugalde en el reparto, hay una gran parte de elenco que se aprecia que son habitantes del pueblo, ¿fue difícil hacer el casting entre ellos?
El casting fue largo y muy costoso. Rodamos primero la parte de época eligiendo a los actores que yo había conocido a lo largo de tanto tiempo para que interpretaran a esos personajes, pero también pensando que con esas personas íbamos a desarrollar sus personajes en la actualidad. Fue muy enriquecedora la forma en la que fueron surgiendo las propias historias. Algunas surgieron durante la escritura del guión y otras a partir del conocimiento de cada una de las personas y de cómo había sido su vida. Por ponerte un ejemplo, el profesor que da clases en el instituto y que va recogiendo huesos en el monte, efectivamente es profesor, aunque no vaya por ahí buscando huesos. Era importante a la hora de dirigir a toda aquella gente que tuvieran un hecho real donde agarrarse, es decir, que el fotógrafo fuera fotógrafo por ejemplo, y a partir de ese grado de verdad, incorporarlos a una historia de ficción, porque así la persona estaba mucho más situada en el personaje que tenía tanto que ver con su persona para poder desarrollar la filmación.
– Al hilo de lo del personaje que busca huesos en el monte, ¿hay algún aspecto de la parte histórica basada en hechos reales? ¿Existe documentación que confirme que hay Agotes enterrados por el monte?
Hay poquísima documentación sobre los Agotes y sobre todo muchísimas ganas de no remover el pasado. Lo que sí está documentado es que tenían que entrar a la iglesia por una puerta distinta al resto, estaban separados por una verja, tenían una pila de agua bendita diferente porque no podían contaminar el agua de la gente del valle, y no les estaba permitido enterrar a sus muertos dentro del cementerio ni tener uno propio. Por lo tanto cabe pensar que lo lógico es que los enterraran en el monte y casi de manera subrepticia. Ese oscurantismo alrededor de estas personas da pie a imaginar, especular e inventar historias partiendo de hechos reales. Dentro de la población Agote no había ganas de investigar el pasado, exceptuando a Xavier Santxotena, que se declaró Agote públicamente hace unos años, y que es un escultor muy reconocido que ha ido investigando y sacando sus propias conclusiones, que nos sirvieron mucho a la hora de abordar el trabajo.
– Baztan se proyectó en el pasado festival de San Sebastián y se estrenó, por lo que tenemos entendido, solamente en el País Vasco, ¿por qué se ha retrasado tanto su estreno fuera de allí?
No son momentos fáciles y el distribuidor decidió estrenar en el País Vasco y Navarra. En Pamplona estuvo 8 semanas e hizo casi 15.000 espectadores, pero entonces no tenían salas disponibles para ella en Madrid y Barcelona. Ahora existe la posibilidad de estrenar en estas dos ciudades en varias salas y nos lanzamos a ello.
Estamos viviendo un momento terrible en el país de manera genérica. Culturalmente es un desastre y si te centras en el cine es terrible en todos los sentidos. El Gobierno no está ayudando en nada a una industria que, si sigue por este camino, acabará desapareciendo por completo. Se te quitan las ganas de casi todo. El otro día veíamos los datos de taquilla de junio, incluso con películas norteamericanas, y era para echarse a llorar. Es lógico, no hay dinero, es terrible.
El cine es vocacional, es un trabajo extenuante. Hay un equipo humano que se deja la piel por sacar adelante una historia por vocación, porque sobre todo nunca sabes si vas a poder seguir trabajando en esto.
– Éste es tu primer largometraje, y llega después de más de diez años de tus cortos documentales, ¿a qué se debe ese parón en tu carrera?
Bueno, la vida da muchas vueltas. Pasé por una época personal bastante difícil y desanimada, me volqué más en el mundo de la publicidad trabajando bastante y por eso no me apetecía hacer otro cortometraje. Me apetecía avanzar en ese sentido, aunque seguramente me volverá a apetecer hacer cortos, porque cada historia tiene su metraje. Trabajé en un guión con Michel Gaztambide pero cuando acabamos nos dimos cuenta de que era especialmente caro para un director novel, así que estuvimos mucho tiempo también con eso.
– ¿Forma parte ese guión de un nuevo proyecto que veremos pronto?
De momento poco puedo decir. Estamos trabajando y desarrollándolo pero te prometo que en cuanto haya algo más concreto y más cerrado podremos charlar y contarte más cosas. Está en un proceso tan primitivo de trabajo y puede dar tantas vueltas, que lo que te cuente ahora puede parecerse poco a la realidad.