29 de abril de 2024

Los años treinta según Cinema ad hoc

La regla del juego

En nuestro personal viaje atrás en el tiempo llegamos a la década del sonido y el color.

Un tiempo después, hemos decidido completar nuestra serie de listas de cada década. Hoy os presentamos pequeños textos sobre los años 30 con las mejores películas de estos años según el punto de vista de varios de los colaboradores de la página. Estad atentos, porque pronto terminaremos la serie con otro artículo colectivo con lo mejor del cine mudo en un solo bloque.

LOS AÑOS TREINTA SEGÚN MALDITO BASTARDO:

1. La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932)

2. Luces de la ciudad (Charles Chaplin, 1932)

3. M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang, 1931)

4. La gran ilusión (Jean Renoir, 1937)

5. Felicidad (Aleksandr Medvedkin, 1934)

6. La edad de oro (Luis Buñuel, 1930)

7. L’Atalante (Jean Vigo, 1934)

8. La regla del juego (Jean Renoir, 1939)

9. La octava mujer de Barba Azul (Ernst Lubitsch, 1938)

10. Damas del teatro (Gregory La Cava, 1937)

En los 30 se asentaron los pilares cinematográficos que se terminarían de alzar en los 40 y los 50. La consolidación del sonoro, la llegada a EEUU de ese ‘pre-código de Hollywood’ que, junto a la crisis del 29, convirtió la industria del entretenimiento en una de las mayores y más fiables hasta nuestros días. La película más taquillera de la historia, con inflación por medio, sigue siendo Lo que el viento se llevó… Los nazis hicieron emigrar a importantes talentos al otro lado del Atlántico mientras el cine francés se consolidó como el mayor rival artístico. Bajo los techos de París, La kermesse heroica, La sangre de un poeta, El cuento del zorro, Viva la libertad, El muelle de las brumas, Cero en conducta y un Renoir pletórico: Boudu salvado de las aguas, Una partida de campo, Los bajos fondos, El crimen del Sr. Lang, La bestia humana. Flaherty en Hombres de Arán sentó las bases al completo del documental con sus logros anteriores junto a Murnau en Tabú. Sin olvidar el cine japonés de Mizoguchi, Yamanaka, Ozu o Shimizu o películas siempre recordadas como King Kong, Las Hurdes, Calle 42, El Doctor Frankenstein, Ámame esta noche, Tiempos modernos, Sueño de amor eterno, Scarface, el terror del Hampa, Sopa de ganso, Sólo los ángeles tienen alas, La fiera de mi niña, Dejad paso al mañana, Furia, Muñecos infernales, Cinemanía, Vampyr, la bruja vampiro, Un ladrón en la alcoba, Sin novedad en el frente, Ninotchka, La diligencia, Alexander Nevsky, Horizontes perdidos, La marca del vampiro o Límite.

La parada de los monstruos

LOS AÑOS TREINTA SEGÚN MARTÍN CUESTA:

1. La regla del juego (Jean Renoir, 1939)

2. M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang, 1931)

3. Vampyr, la bruja vampiro (Carl Theodor Dreyer, 1932)

4. King Kong (Cooper & Schoedsack, 1933)

5. Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1936)

6. Las hurdes (Luis Buñuel, 1933)

7. La novia de Frankestein (James Whale, 1935)

8. El triunfo de la voluntad (Leni Riefenstahl, 1935)

9. Al servicio de las damas (Gregory LaCava, 1936)

10. La diligencia (John Ford, 1939)

Algo se cocía en la vieja Europa, una malhadada hechicera mezclaba en su caldero las consecuencias de la Gran Guerra y del crack económico del 29 y el aroma a podredumbre se percibía en las actitudes de una decadente burguesía que, envuelta en su propio hastío, convertía en víctimas a aquéllos que no conocían las reglas del juego. Sí, una fuerza hasta entonces escondida emergía y un mundo en parálisis pronto iba a saber cuál era el precio a pagar por asistir al triunfo de la voluntad, cuando las ropas marcadas cambiaran la M de asesino por la estrella de David en el banquillo de los acusados de oscuros tribunales. Eran tiempos modernos y la gigante bestia hasta entonces oculta, no en islas tropicales sino en el interior de los hombres, no iba a despeñarse herida de amor, en realidad no conocía tal sentimiento. Todo olía a cambio y a muerte próxima.

m_el_vampiro_de_dusseldorf

LOS AÑOS TREINTA SEGÚN MCTEAGUE:

1. Lo que el viento se llevó (Fleming & Cukor & Wood, 1939)

2. L’Atalante (Jean Vigo, 1934)

3. Amoríos (Max Ophüls, 1933)

4. Tierra (Aleksandr Dovzhenko, 1930)

5. King Kong (Cooper & Schoedsack, 1933)

6. Luces de la ciudad (Charles Chaplin, 1931)

7. La gran ilusión (Jean Renoir, 1937)

8. El hijo único (Yasujiro Ozu, 1936)

9. La novia de Frankenstein (James Whale, 1935)

10. Límite (Kenneth MacPherson, 1930)

Los 30, la década más injustamente olvidada, muy poco explorada más allá de un puñado de títulos míticos. No hay espacio aquí para discutir los motivos (quizá el despegue de la televisión, allá por los 50, cuando los clásicos de los años 30 parecían viejos y apenas se emitieron; quizá la definitiva conquista cultural del cine americano en todo el mundo, enterrando muchas cinematografías florecientes antes de la guerra…), pero el caso es que, hoy día, una mirada desprejuiciada depara muchísimos placeres al cinéfilo. Cuando los totalitarismos aún no habían arruinado tantas cinematografías como arruinaron, antes de que hubiera que redescubrir Japón en los años 50, ya estaban Ozu, Mizoguchi y Naruse (y Shimizu, Yamanaka, Shimazu…) pariendo obras mayores; en Alemania Lang, Pabst, Ophüls y otros muchos seguían abriendo caminos nuevos; Francia daba genios como Renoir o Vigo, inventaba el realismo poético y hasta el cine negro con Pépé le Moko, y lanzaba a Buñuel, que filmaba también en España, desde donde Florián Rey conquistaba los cines parisinos; en Rusia todavía Barnet nos regalaba joyas mientras Dovzhenko apuraba los posos del cine mudo; Inglaterra desarrollaba una escuela documental refinadísima; y hasta países como Brasil o Austria alumbraban obras a rescatar. Y, por supuesto, Estados Unidos iba dominando eso del cine sonoro, puliendo lo que acabaría siendo su clasicismo, culminando y reuniendo todos los hallazgos de la década con esa “summa” épica, de absoluta perfección narrativa y expresiva, llamada Lo que el viento se llevó. Un simple top 10 no hace justicia a toda esa riqueza, pero espero que este párrafo sea una invitación atractiva para animar a todos a bucear en estos años y descubrir sus tesoros.

lO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

LOS AÑOS TREINTA SEGÚN NACHO VILLALBA:

1. King Kong (Cooper & Schoedsack, 1933)

2. La regla del juego (Jean Renoir, 1939)

3. La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932)

4. Cero en conducta (Jean Vigo, 1933)

5. Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1936)

6. Viva la libertad (René Clair, 1931)

7. Una partida de campo (Jean Renoir, 1936)

8. M, el vampiro de Dusseldorf (Fritz Lang, 1931)

9. Al servicio de las damas (Gregory LaCava, 1936)

10. Satanás (Edgar G. Ulmer, 1934)

No sé si lo he dicho alguna vez, pero la magia del cine –sí, esa magia a la que suele aludirse no sin ciertas dosis de cursilería cuando se quiere ensalzar este medio– la viví por primera vez, y seguramente de la forma más genuina e intensa posible, con King Kong, el clásico por excelencia de Cooper y Schoedsack. Sencillamente, caí embrujado de sus decorados selváticos, sus encantadoras maquetas y criaturas, su romance fatalista y zoofílico, su esprit d’aventure y su sense of wonder… Sí, definitivamente había magia en el cine. Más tarde, ya ebrio de cinefilia, pude desenterrar los innumerables tesoros que encerraba esta década, tesoros que iban del western (la fundamental La diligencia) al musical (Dorothy y el camino de baldosas amarillas de El mago de Oz), pasando por la comedia (Chaplin, La Cava, Cukor, Lubitsch…), la animación (Blancanieves y los siete enanitos, El cuento del zorro), el terror extraño (Las manos de Orlac, Muñecos infernales, Vampyr), el cine negro (El enemigo público, Sólo se vive una vez, la seminal Scarface), el drama (Los Miserables de Raymond Bernard, L’Atalante, Renoir –siempre Renoir) o el propio cine de aventuras (inolvidables Horizontes perdidos El malvado Zaroff, también del tándem Cooper/Schoedsack), pero si tuviera que escoger una única obra que representara la grandeza de los años 30, escogería sin duda la citada King Kong. Porque representa, además, casi todo lo que siempre he amado del cine… y porque estuvo ahí, al principio, abriéndome las puertas a un fascinante jardín de las maravillas.

King Kong

LOS AÑOS TREINTA SEGÚN ÁLEX PÉREZ LASCORT:

1. Luces de la ciudad (Charles Chaplin, 1931)

2. M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang, 1931)

3. Una partida de campo (Jean Renoir, 1936)

4. El triunfo de la voluntad (Leni Riefenstahl, 1935)

5. Scarface, el terror del hampa (Howard Hawks, 1932)

6. Caballero sin espada (Frank Capra, 1939)

7. Soy un fugitivo (Mervin LeRoy, 1932)

8. Vampyr (Carl Theodor Dreyer, 1932)

9. El delator (John Ford, 1935)

10. La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932)

La consolidación del sonido, la aparición del color, novedades de los años 30 importantísimas para el cine pero que, por sí solas no definen la calidad de unas películas. Esta lista ha obviado estas innovaciones técnicas y se ha centrado más en un recorrido por las tendencias de la época. El incipiente cine de terror (con mensaje), un Ford fuera del western, Dreyer y sus experimentos oníricos, la pérdida de la inocencia en política, el incipiente cine (y mundo) gangsteril, el documental como medio de propaganda, el romanticismo poético como medio de escape, el epítome del cine expresionista y, para finalizar y en primer lugar un Chaplin que enamoraba al mundo con una de las piezas más delicadas de la historia. Amor, drama y comedia juntas, mezcladas en su justa mesura. Un equilibrio que define lo que debe ser una comedia romántica. Lástima que muy pocos tomaran nota de ello.

City lights

LOS AÑOS TREINTA SEGÚN CRISTIAN PERELLÓ:

1. Cero en conducta (Jean Vigo, 1933)

2. M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang, 1931)

3. Un ladrón en la alcoba (Ernst Lubitsch, 1932)

4. Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1936)

5. La regla del juego (Jean Renoir, 1939)

6. L’Atalante (Jean Vigo, 1934)

7. Luces de la ciudad (Charles Chaplin, 1931)

8. El muelle de las brumas (Marcel Carné, 1938)

9. Sólo los ángeles tienen alas (Howard Hawks, 1939)

10. Remordimientos (Ernst Lubitsch, 1932)

Los años 30 suponen, como ya sabemos, la transición del cine silente al cine sonoro (aunque la innovación apareció algunos años antes). Fueron tiempos de búsqueda, de reinvención. La mayoría de las primeras películas de los años 30, y aun muchas de mediados y finales de la década, no supieron manejarse en el nuevo universo artístico que se había abierto y se limitaron a ponerle voz a películas del mismo corte que años anteriores. Pero genios como Lang, Lubitsch, Vigo o Renoir fueron los más listos de la asignatura y supieron adaptarse, tejer nuevas formas y mostrarle así el camino a una industria tan ilusionada como atemorizada por los nuevos tiempos y a una generación de espectadores fascinada con el sonido que brotaba de la pantalla. Fue, ciertamente, una época que marcó la hoja de ruta, y no sólo por el sonido, de lo que estaría por llegar y sin la que no podríamos entender la historia del cine. Esto, claro, no significa que no se trate de un segmento de tiempo que se pueda disfrutar, y mucho, por sí mismo, y prueba de ello son los excelentes títulos que firmaron durante estos años artistas de la talla de Chaplin, Hawks, Ford, Carné, Buñuel, Walsh o Capra, junto a los ya citados Lang, Lubitsch, Vigo y Renoir y una buena colección de cineastas talentosos que compartieron cartel con ellos en los benditos años 30.

Cero en conducta

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