25 de abril de 2024

Festivales: Vértigo Estival (II)

Vertigo Estival portada

Vértigo Estival: blues, paella y perros sueltos.

Jaén es Julio es un programa llevado a cabo por la Diputación de Jaén que aúna cinco festivales que han tenido lugar en este mes. Hablo de Blues Cazorla, Imagina Funk en Torres, Etnosur en Alcalá la Real, Un mar de canciones de Torreperogil y, por último, Vértigo Estival en Martos. Cinco citas con la música. Cinco estilos diferentes. Cinco fines de semana para recorrerse una tierra que, pese al sofocante calor, es hermosa como ninguna. Una vez terminado este alegato en favor a mi pequeña patria, voy a intentar hacer un repaso de lo que supuso la cita con la música indie (?) en Martos. Por cierto, era la primera vez que visitaba Martos. Un pueblo con bastante encanto, digno de una visita incluso sin festival popero de por medio. El caso es que el evento reunió a un puñado de bandas del panorama nacional los días 2 y 3 de agosto: Los AlimentosUltrarougePleasant DreamsMucho, Guadalupe PlataJosh Rouse y Chucho. Estos últimos, sin duda, plato fuerte del cartel. Grupos consolidados y otras que están empezando. Formula efectiva. (Por cierto, hay que tener en cuenta que por Martos ha pasado gente como The Wedding Present, Montevideo, Klaus and Kinski, La Costa Brava o Triangulo de Amor Bizarro. Para ser un festival pequeñito y humilde no está nada mal).

Vamos a lo que íbamos. Nada más llegar a Martos me asalta la duda que me corroería durante mi estancia en el pueblo jiennense: si los que van al FIB son fibers, los asistentes al Vértigo Estival ¿son “vertiguers”?, ¿”vertiguistas”?, ¿”pertiguistas”? Isinbayeva siempre me pareció guapa. En fin, la duda está planteada. Además, como si ya no fuera poco el precio tan barato del abono de los dos días (18 euros), encima te ofrecían alojamiento gratis en un albergue y una zona de acampada. No se le puede pedir más. Bueno, sí. Con todo, el festival te invitaba a un plato de paella el sábado por la tarde, en el escenario Malibu Beach, en la piscina municipal.

La noche del viernes empezó bien en el momento que me di cuenta que la cerveza de la barra estaba a 1’5€. Ya nada podría salir mal. Los Alimentos estaban en el escenario. Demasiado temprano para mi gusto. El pop grandilocuente de los cordobeses se vio afectado por un problema técnico que les obligó a cortar su actuación durante unos minutos. Pese a ello, la banda se sobrepuso y acabó ofreciendo el buen concierto que todos esperaban. Turno para Ultrarouge. La banda malagueña intentó que la gente de la Caseta Municipal bailara pero el público no estaba muy por la labor. Y eso que su actuación fue vibrante y efectiva, para muestra el tema Ma recette. Acto seguido Josh Rouse y los suyos tomaron el escenario para presentar su último disco, The Happiness Waltz, y lidiar con ciertos acoples que fastidiaron un poco el sonido. El de Nebraska cada vez suena más mediterráneo. Normal, lleva ya un tiempo asentado en Valencia. Acercó un poco del Mare Nostrum a la calurosa noche marteña. Pero, por otro lado, imposible no recordar las imágenes de las playas del Cantábrico y a los protagonistas de la película Primos cuando suena Quiet town. El último concierto de la noche estaba claro que iba a ser para “los andaluces que mejor representan a Andalucía desde Rocío Jurado”, como se llegó a oír por allí. Yo estoy de acuerdo. Habré visto a Guadalupe Plata más de diez veces. Me pasa que siempre que los veo pienso que Perico de Dios toca la guitarra un poco mejor (aún) que la vez anterior. Voy ahorrarte (a ti fiel lector) todos esos adjetivos que abundan cuando el periodista habla de este grupo y me voy a centrar en una faceta en la que muchos creen que no destaca la banda de Úbeda: las letras. Que sí, que suenan sucio, ruidosos, viscerales y la batería a veces recuerda un poco a la Semana Santa (más tarde Jimena, el batería, reconocería que esto último puede deberse a que ha salido de procesión más de una vez por las calles de Úbeda). No olvidemos que la Virgen de Guadalupe es la patrona de la ciudad.

-Maldita rata malnacida / No te comprendo / Vengo a escupir sobre tu tumba / Zapatearé sobre tus huesos

-Jesús está llorando porque has sido mala

-¿Qué se siente al matar un gatito?

Estas son algunas de sus letras. GENIALES. Y nada, que volvieron a sentar cátedra. Otro concierto redondo.

El sábado amaneció caluroso (más aún) y con dolor de cabeza. Sí amigos: hangover en Martos. Este hándicap me acompañaría todo el día. Todo se llevó mucho mejor en el Escenario Malibú Beach aka Piscina Municipal en la “Paella Party” (fiesta inaudita en otros festivales supuestamente “mejores”. Chúpate esa Arenal Sound). Césped, sol, cerveza (!!!), piscina, chicas en bikini, siesta, música y, lo mejor de todo, paella gratis. La paella está siempre bien, pero si es gratis como que sabe hasta mejor. Dos paelleras enormes repletas de arroz que desaparecieron en pocos minutos. La banda sonora de la tarde corrió a cargo de los castellonenses Pleasant Dreams. Pop valenciano, ligero y ameno, perfecto para ser escuchado sentado en el césped. La atmósfera era más que evidente. La música cerró el círculo de lo que pedía la tarde.

Pilas cargadas para la última noche, que la abrirían The Incredible Shouting Market. Tarea difícil esa de tocar los primeros que solventaron bien. Banda nacida en Málaga. Mucha música hecha en Andalucía en el Vértigo Estival. Apostar por lo autóctono es un acierto. Ya me salió la vena Blas Infante. Volviendo a la música, la banda tiene un pop muy “granaíno”, pues recuerda bastante al sonido propio de la provincia vecina. Como si el Reino Nazarí aún se extendiese hasta La Malagueta. Grupos como este nunca están demás en la escena musical. MUCHO, les siguieron. Hace poco leí en un medio digital una pequeña crítica a la voz de Martí Perarnau: “Carece de ese punto quebrado, canalla o tremebundo”. Discrepo totalmente. Ya le gustaría a más de uno tener en sus filas a alguien como el catalán, pues su voz es característica y bastante reconocible. Lo de MUCHO (formado en su mayoría por exmiembros de The Sunday Drivers) es una vuelta a nacer. Un regreso a los inicios, a sentir otra vez ese cosquilleo de los primeros conciertos. Pero mejor porque los años de experiencia se notan. El punto de melancolía llega cuando en ciertas ocasiones algunos punteos y golpes de batería recuerdan al extinto grupo de Toledo. MUCHO y su “rock grecolatino” pusieron el buenrollo a base de canciones como “Como si no hubiera mañana” o “La casa en pie”. Y por fin, Chucho. Fernando Alfaro es un grande de esto. Un veterano. La vieja escuela. Sobre el escenario, estos perros desatados lo dejan bien claro. Había muchas ganas de ver a la banda ocho años después de su escisión. No defraudaron. Imposible con temas como La mente del monstruo o Cirujano patafísico. El perfecto punto y final de un festival que no envidia a nada. Que el año que viene volvemos a Martos lo sabe hasta Philip Seymour Hoffman. Y esta vez sin que se nos olvide el Ibuprofeno.

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