Scarlett Johannson, de Escocia al Lido.
La organización de la 70ª Mostra de Arte cinematográfico de Venecia ha tenido, para bien de sus espectadores, la brillante idea de colocar antes del visionado de la mayoría de las películas que aquí se proyectan, pequeños fragmentos del archivo histórico del Festival, mostrándonos imágenes de las Mostras que se celebraron entre 1935 y 1971. Así hemos podido ver a grandes actores y actrices recogiendo su Copa Volpi, como Toshiro Mifune, Vivien Leigh, Sophia Loren, Burt Lancaster, Paul Muni, Anna Magnani, Alec Guinness…; leones de oro en manos de reputados directores: Tarkovsky, Kurosawa, Rossellini, Monicelli, Resnais,…; o simplemente estrellas del cine y de fuera de él paseando por el Lido: Orson Welles, Ingrid Bergman, el Sha de Persia, incluso miembros del partido nazi alemán. Imágenes de antaño que ayudan a amenizar la espera antes que la proyección comience.
Con Scarlett Johansson llegó la tentación. En Under the skin la actriz presenta un lado sensual y enigmático, algo más cercano de aquél en Match point (siendo estos papeles totalmente distintos), paseando su palmito por la calles de Escocia. La película resulta oscura, terrorífica e inquietante, y eso nos gusta. Nos descubre un mundo casi inhumano, carente de sentimientos y donde la vida parece no tener demasiado valor. Escenas brutales manchadas de una tinta negra, de un fango brillante, como si de un espejo se tratara, donde la protagonista se ve reflejada, un reflejo que nos devuelve una mirada profunda y aterradora. Su desenlace es inesperado y perturbador, merece la pena saber qué se esconde debajo de la piel y de los ojos de Jonathan Glazer.
Tras la noticia de que Miyazaki se retiraba del cine, nos tocaba ver otra película de animación japonesa: Space Pirate Captain Harlock, una de piratas espaciales adaptados a la gran pantalla después de su éxito como serie anime. La fuerza de esta historia la encontramos en sus personajes: divertidos, potentes y generadores de bastante entusiasmo pero su historia es la carente de interés por ser una fórmula repetida hasta la saciedad y llena de tópicos. No se le puede reprochar, eso sí, su terminado visual, potenciado por un formato 3D, bien utilizado y que no parece una mera estrategia de marketing. Mejor estuvo incluso el cortometraje previo de Disney ‘O Sole Minnie, una de esas historias de amor entre los ratones más famosos de la productora pero ambientada en la ciudad que recoge el Festival.
Y para terminar, dos documentales. El primero trata sobre una mentira, y el segundo, pues también. Así que de mentiras va la cosa. The Armstrong Lie, dirigida por Alex Gibney, artífice de Enron, los tipos que estafaron a América o de la oscarizada Taxi al lado oscuro, nos presenta al famoso ciclista Lance Armstrong, ex-ganador de 7 Tours de Francia, donde parece querer redimirse de toda la polémica creada en torno a su persona y las sospechas de dopaje que rondaban sobre su cabeza, sospechas que finalmente fueron demostradas y admitidas por el propio ciclista. Gibney fue el primer engañado por la estrella del ciclismo y es que, lo que empezó como una historia de superación rodando la vuelta de Armstrong a la competición, terminó siendo el rodaje del destape de una de las mayores mentiras dentro del deporte. Armstrong es presentado como lo que fue, una leyenda viva del ciclismo, y a pesar de la aparente amistad que parecen llevar director y protagonista, aquél no se deja llevar por la tentación de ensalzar a una figura emblemática, sino que intenta mostrarnos la realidad tal y como él la aprecia. El ciclista tiene momentos de arrogancia, de discusión, de arrebatos y de reproches, pero también aparece en escenas más tiernas y cariñosas y, por supuesto, juanto a sus éxitos y sus fracasos, tanto profesionales como personales. Gibney, que ya consiguió el Oscar unos años atrás, podría repetir hazaña si no le sale competencia más dura. La segunda mentira es la The Unknown Known, documental que participa en la sección oficial y que tiene como principal estrella a Donald Rumsfeld, quien fuera durante muchos años Secretario de Defensa del Gobierno de los Estados Unidos. Apoyado en una serie de memorandos que él mismo escribió durante su ejercicio, a través de palabras farragosas y de juegos con las mismas, asistimos al desvelo de una de las mayores mentiras de nuestro tiempo: ¿por qué Estados Unidos inició una guerra en Irak con pretextos falsos?. En el fondo no presenta nada nuevo, lo que todos esperábamos, palabras huecas, pero merece la pena pararnos a ver su montaje y escuchar la potente música de Danny Elfman.